Para no creer que todo está perdido
13/10/2017
MI MADRE Y YO
Mi madre y yo apuntalamos el sueño, la casa,
damos sustento a mis hijos casi huérfanos
nos colocamos en la puerta como mástiles firmes
para que no entre el vendaval.
Mi madre y yo espantamos el miedo
protegemos a los niños de la noche,
del hambre que ronda perennemente
y amenaza con atravesar las paredes
e instalarse en la mesa sin padre de familia.
Mi madre y yo cuidamos el jardín
los peces del estanque
el limonero de los antepasados,
detenemos la muerte a golpe de ser muros.
Mi madre y yo, troncos cansados
agrietada tierra
falsas profetas mintiendo a la luz del día
resistentes como acantilados ante la furia del agua.
Mi madre y yo
sin saber cuál de las dos caerá primero.
ESPERANDO LA MAÑANA
Todo el mundo se ha ido, no a dormir,
sino a esperar a que venga alguien.
A.A.
Vamos a la cama creyendo que todo está bien,
hacemos nuestra plegaria a dios
con humildad pedimos por los nuestros:
“Dales salud, dios mío, y una vida larga,
que no conozcan el hambre,
la extrema soledad”
Vamos a la cama y pensamos un poema,
lo repetimos muchas veces en silencio
sin sospechar que al día siguiente
no recordaremos nada
que sólo fue ilusión
una trampa bien dispuesta
para no creer que todo está perdido,
que estamos secos
cercenados y secos como el viejo tocón del patio.
Vamos a la cama y leemos algún
pedazo de la Biblia,
tal vez primera de Corintios 13
para no olvidar qué es el amor,
el irreal e inalcanzable amor
el que no has de sentir por nadie
y nadie sentirá por ti.
Y lo sabes, pero no te importa
y vuelves a leer.
Vamos a dormir con cierta paz
hemos cumplido con los nuestros
procurado el pan
la manta para el frío.
Hemos llevado un poco de consuelo
a alguien, de esperanza.
Vamos a la cama, vencedores,
por un día más hemos logrado burlar la muerte
la soledad
y una pastilla para dormir no hará la diferencia.
Has sido valiente, lo sabes,
soportado el enjambre en las calles
las construcciones desplomadas
el polvo, la humedad.
Y tus pulmones no andan muy bien,
pero inhalas tu medicina
y los bronquios se limpian algo.
Luego viene el sueño
que nos adiestra para esperar la muerte,
el amanecer igual a otros
el soplo de vida
que te hace ajeno y semejante.
LA MUJER DE LA CASA DE AL LADO
Agoniza la mujer de la casa de al lado,
se apaga como una llamita tenue
a pocos metros del lugar donde cada noche sueño
y hago la vida.
Hace años la mujer de al lado también tenía sueños
y esperaba el amanecer.
Alguna vez seré la mujer de la casa de al lado
y a pocos metros de mi cama alguien será feliz
y esperará la mañana.
Un día seré esa llamita tenue que se apaga
en medio del aire enrarecido de otro septiembre.