Roberto Fonseca y su proyecto más reciente, La Gran Diversión, cerró con broche de oro la edición 38 del Festival Internacional Jazz Plaza. Junto a él estuvieron los saxofonistas Javier Zalba, Emir Santa Cruz y Jorge Sergio Ramírez; los trompetistas Roberto García, Lázaro Oviedo y Tommy Lowry; el trombonista Dany Arce; el baterista Ruly Herrera; en las congas Adel González; en el bajo Yandy Martínez, y en la percusión Andrés Coayo.
Hasta La Habana y Santiago de Cuba llegó la fusión que caracteriza a este evento; uno de los más prestigiosos que se realizan en la Mayor de las Antillas. Los organizadores tienen claro que la música cubana es una sola, y la mezcla del jazz con la música popular bailable, el bolero, la música campesina y sonoridades más contemporáneas como la música electrónica, le dan sabor a ese ajiaco que distingue a nuestra cultura.
La cita reverenció el legado de grandes del panorama sonoro como José Luis Cortés, Chano Pozo, Celina González, Juan Formell y Adalberto Álvarez, así como agrupaciones emblemáticas del patio, entre ellas Los Muñequitos de Matanzas. También reconoció la trayectoria de destacados músicos como Ruy y Ernán López-Nussa, y Bobby Carcassés, fundador y presidente de honor del Jazz Plaza.
“La cita reverenció el legado de grandes del panorama sonoro”.
El evento devino intercambio constante de experiencias y saberes entre los artistas cubanos y reconocidas figuras del ámbito jazzístico internacional, como los pianistas Florian Weber (Alemania), Bas Van Lier (Países Bajos), Emmanuel Nieves (México), Julio Resende (Portugal) y Aaron Goldberg (Estados Unidos); el contrabajista Arismar Do Espírito Santo (Brasil); los saxofonistas Chad Lefkowitz-Brown y Ted Nash (Estados Unidos), y el bandoneonista Chango Spasiuk (Argentina). Además, participaron prestigiosos instrumentistas cubanos que radican en otras latitudes: Nachito Herrera, Pedrito Martínez y Yilian Cañizares.
El simposio teórico centró sus debates en torno a la improvisación en el jazz y en la música cubana. Investigaciones de carácter patrimonial ofrecieron una mirada a Louis Armstrong desde la Colección Hemingway; la impronta de los jazzistas cubanos en la diáspora; los resultados obtenidos por nuestros músicos en el Jazz Piano Competition, del Festival de Jazz de Montreux; los desafíos de la producción discográfica en el jazz, y la gestión de eventos y espacios para el jazz en América. También las casas discográficas cubanas (Colibrí, Egrem y Bis Music) presentaron sus últimas propuestas fonográficas relacionadas con el jazz.
A la par de los conciertos e intercambios sesionó el Encuentro Primera Línea, destinado a debatir sobre la industria de la música y las posibilidades del país para insertarse en los circuitos internacionales de comercialización, a partir de las potencialidades y singularidades de nuestros ritmos. Si algo quedó claro en Primera Línea es que la música cubana cuenta con un sello que de por sí abre las puertas a la industria.
“El Jazz se adueñó de La Habana y Santiago de Cuba”.
Hasta escuelas de música de diferentes niveles llegó la savia de los participantes del Jazz Plaza para establecer intercambios con los estudiantes e impartir clases prácticas. Nachito Herrera donó implementos y donativos a la Escuela Nacional de Música.
El Jazz se adueñó de La Habana y Santiago de Cuba, y pocos son los eventos que lo consiguen. Vale destacar dentro del programa el concierto de Omara Portuondo, acompañando a Rodrigo Sosa y Chango Spasiuk en la sala Covarrubias; el del holandés Bas Van Lier con su banda; los homenajes de Dayron Ortiz a Marta Valdés, de Germán Velazco a José Luis Cortés, y de Pachequito a Pablo Milanés. Asimismo, el concierto Cuba Vive, bajo la batuta de Nachito Herrera, demostró una vez más que el jazz es un puente para unir culturas y pueblos.
Por el Teatro Martí pasaron el pianista Rolando Luna, Arturo O’Farrill, Yasek Manzano, Carlos Miyares, el italiano Fabio Lepore, el portugués Julio Ressende, Axel Tosca y Xiomara Laugart, entre muchos otros. La Misa pa’ Chano Pozo y Juan Formell, que aconteció en el parque Trillo, fue otro de los acontecimientos impactantes de este Festival.
El jazz fluyó al ritmo de Cuba y su gente. Aplausos para el comité organizador, para el Instituto Cubano de la Música y para la cultura cubana, que, al fin y al cabo, resulta la más beneficiada.