Papalote. Escuela de la ética y el amor
El próximo 21 de junio el Guiñol Matancero, hoy teatro Papalote, celebrará el aniversario 60 de su creación. Conversamos con el maestro René Fernández Santana, Premio Nacional de Teatro 2007 y Maestro de Juventudes de la Asociación Hermanos Saíz, quien tuvo el privilegio de participar en los talleres que impartieron, en la década de los 60, en la ciudad de los puentes, los hermanos Carucha y Pepe Camejo.
En la sede de Papalote, el día 21 de junio, el maestro Fernández Santana tiene previsto hacer una fiesta, con la presencia de algunos de los fundadores y otros que han sido continuadores del legado de la compañía.
“Queremos hacer un canto de sanación a la vida. Me parece muy importante ir a ese elemento espiritual y celebrar que estamos vivos. Hemos pasado una etapa de crisis, con esta pandemia, y seguimos aquí haciendo nuestro arte.
“Ocho personalidades de la cultura van a hacer una cadena de elogios a este templo que es teatro Papalote, por donde han pasado grandes nombres de la historia del títere cubano”, adelanta el director de la compañía.
Además, el maestro René está organizando dos galas para ese fin de semana en el Teatro Sauto. La primera con un espectáculo y en la segunda, se entregarán reconocimientos a quienes sedimentaron su vida en Papalote.
“La cultura cubana está ávida de su memoria histórica para poder salir de esta etapa tan difícil para Cuba. No va a ser una gala cronológica. Se van a incluir fragmentos de obras emblemáticas, pero con otros lenguajes.
“La cultura cubana está ávida de su memoria histórica”.
“Vamos a hablar del presente porque nuestro público necesita nuevas formas de conocer la verdad. Va a estar reflejado el Período Gris pero no con palabras sino sensorialmente a través de acciones. La personificación del artista es más importante que la vida y el repertorio”.
A sus 78 años se mantiene al frente de la institución que desde 1962 guarda la memoria del arte titiritero en la Mayor de las Antillas. Al decir de Fernández Santana, Papalote ha formado parte del proceso cultural, social y político de nuestro país y se ha caracterizado por mantener un público fiel, amante de la cultura del títere.
El teatro Papalote es “la institución que desde 1962 guarda la memoria del arte titiritero en la Mayor de las Antillas”.
Advierte el dramaturgo, director, diseñador y pedagogo que muchos actores y creadores han sido testigos de esta gran leyenda del teatro que respeta al niño y a la familia, con gran nivel de sensibilidad y de cultura, siempre haciendo mucho arte.
“Para mí, que me mantengo al frente de Papalote, es una gran alegría seguir recibiendo a nuevas generaciones, nuevos públicos, nuevas verdades de la realidad que vive el teatro cubano en este momento. Este camino a la escena, a los camerinos, el sudor de los entrenamientos ha sido lo que ha ido puliendo nuestro piso, nuestras paredes, nuestra identidad.
“Es un proyecto socializador, ubicado en un lugar importante de la ciudad, con una gran tradición de la cultura popular que ha servido también como marco de investigación, respetando el patrimonio de esta zona, este barrio”.
Asegura el presidente del Comité Ejecutivo de la Unima (Unión Internacional de la Marioneta), Cuba, que Papalote “es una gran escuela, no solo técnica y artística, sino también es una escuela de la ética, del amor que hay que tenerle a la profesión y del compromiso con nuestro público. Eso viene de nuestros maestros iniciáticos, se ha transmitido a varias generaciones y fue la base para informarnos, investigar, hacerlo de acuerdo a nuestra época”.
“Papalote ‘es una gran escuela, no solo técnica y artística, sino también es una escuela de la ética, del amor’”.
Por iniciativa de la compañía han surgido acciones como el proyecto docente-educativo Taller de Jóvenes Aprendices, Taller Estudio y Adjunto de Creación Adscrito a Papalote, el proyecto sociocultural la Calle de los Títeres, que recientemente celebró su edición número 15; el boletín titiritero La Mojiganga, la Temporada de Payasos Narices Rojas y el Taller Internacional de Títeres de Matanzas.
“El inmueble ha sufrido cambios en su arquitectura, pero lo inmaterial permanece en la memoria. Creo que Papalote ha sabido expandir su realidad no solamente a este edificio sino a la ciudad. Se ha ganado el respeto de nuestro pueblo y también del público internacional. Hemos visitado países como Polonia, Venezuela, Francia, Yugoslavia, Rusia, México y Suecia”.
“Lo inmaterial permanece en la memoria”.
Como consecuencia de la Covid-19, René estuvo muy enfermo. Por ese motivo tuvo que permanecer hospitalizado durante un mes.
“No soy la misma persona después de eso. No creo que nadie que haya pasado por momentos difíciles sea el mismo. Pienso que pasar por ese peligro me ha enriquecido y me ha convertido en una mejor persona. Agradezco que la medicina cubana me haya salvado. Me salvó el teatro, mi familia, que es muy importante, y los recuerdos. Escribí mucho durante mi enfermedad. Por eso no quiero hablar del pasado”.
Siempre tiene presentes a sus maestros: Vicente y Raquel Revuelta, Berta Martínez, los hermanos Camejo, su gran profesor Osvaldo Dragún, el argentino que le ofreció una beca para el Seminario de Dramaturgia, en La Habana y confió en su juventud a pesar de haber visto solo su obra Choquezuela para botones.
“Mis maestros me enseñaron a creer en los jóvenes. Hay que beber de la enseñanza de dramaturgos como Abelardo Estorino porque en su obra está el patrimonio de nuestra identidad teatral y cultural, porque ellos también vivieron momentos difíciles. La subjetividad es parte de los sueños que se pueden convertir en realidad”, concluye René.