Ovaciones para una mujer que espera…

Emanuel Gil Milian
27/12/2019

Con una gran ovación fue aclamado el regreso a la escena vueltabajera de Lienzo de una mujer que espera, escrito, dirigido y actuado por Jorge Luis Lugo. Con esta obra, Teatro Rumbo cierra la jornada de acciones (conferencias y presentaciones teatrales) que desarrolló durante el mes de noviembre y diciembre, con motivo de sus 55 años de existencia creativa.

La obra Lienzo de una mujer que espera es escrita dirigida y actuada por Jorge Luis Lugo.
 

Premio Caricato de Actuación Masculina (2012), entre otros premios, Lienzo de una mujer que espera es un monólogo, un soliloquio, como tal vez pueda definírsele, que se estrenó en 2001 con el nombre de Lienzo 5×1, en el marco del pinareño Festival “Espacio Vital”. Desde entonces, esta obra ha permanecido en el repertorio activo y más reconocido de Teatro Rumbo. Su protagonista, Esperancita, una señora muy singular entrada en años, se busca la vida vendiendo ilegalmente cucuruchos de maní, y en un desesperado intento reclama a su esposo Felipe, muerto en una travesía marítima en los noventa, un sinnúmero de cosas que van desde la necesidad de compañía hasta un sustento económico que nunca ha llegado. Esperancita clama, padece lo que no tiene, lo que debe luchar amargamente para lograr algo y lo que sabe que nunca tendrá o vendrá. Sin embargo, permanece batallando y eso es lo que cuenta.

Lienzo…, como resultado creativo, tiene la cualidad de apropiarse de la vertiente vernácula, del gusto hacia el desarrollo de temas y fábulas teatrales marcadas por la comicidad, latentes en el imaginario y gran parte de la praxis escénica desplegada por los creadores pinareños; especialmente los del otrora Conjunto Dramático de Pinar del Río, grupo fundado en los primeros años de la Revolución, y que podemos reconocer ahora con el nombre de Teatro Rumbo. Es una obra en la que Jorge Luis Lugo demuestra sabiduría y talento, al tejer un material teatral donde, a partir de la sugerencia, el juego con el absurdo, con lo ridículo, con el cliché, la ironía, el doble sentido, la picardía, se desata un intenso y respetuoso debate (en que el subtexto tiene mayor peso que lo que literalmente se expresa) sobre aquellas cuestiones que han marcado en el plano histórico, social, psicológico, económico, al cubano de estos tiempos, fundamentalmente aquellos que vivieron con mayor fervor el “Período Especial” y la migración de la década del noventa y en adelante.

Hemos visto varias veces Lienzo…, y hemos podido comprobar que, aun cuando tiene más de una década de concebido, no deja de ser un espectáculo interesante para el espectador actual. La arquitectura de esta representación teatral está concebida de tal manera, que tiene la capacidad, como el rabo del camaleón[1], de renovarse, estar siempre abierta a frescos cambios, sumas y supresiones de acciones y texto, en función del momento en que se presenta, las cuales no afectan la salud de este monólogo, su núcleo de debate principal. Y ello sucede, fundamentalmente, porque esta puesta en escena está pensada para que sean más significativos los agudos comentarios sobre la realidad social que vive el personaje principal, Esperancita, que para seguir, aunque ello es inevitable, la biografía de esta, su naturaleza psicológica. Provocar la reflexión y la discusión sobre determinados tópicos sociales, es el centro de Lienzo…

Jorge Luis Lugo es un actor talentoso, uno de los pocos que conocemos en Vueltabajo y en una buena parte del país, que puede transitar de un género a otro, del drama a la comedia y a la farsa, sin reparos y con virtuosismo. En este caso, compone una escritura que apuesta por lo esencial en las tablas. Apenas una estatuilla religiosa de un indio, una pequeña mesa con un radio que parece emitir programas en directo, un marco de un cuadro, son elementos con los que va develando poco a poco el universo existencial de Esperancita. Desde una partitura interpretativa que hace gala de su contención, de un cuidado en la selección de las acciones físicas y gestos (su rostro es una zona muy expresiva en su corporalidad); de una dinámica escénica que no teme explorar la danza, el riesgo de una pantomima deliciosamente expresiva (escena en la que su vecina le informa a Esperancita sobre el nuevo tiempo coyuntural); nos develan un trabajo actoral digno de reconocer.

La reposición de Lienzo de una mujer que espera ha sido todo un suceso teatral en Vueltabajo, no solo por la significación de esta obra, del actor que la interpreta o porque, como pocas veces, los espectadores abarrotaron el teatro Milanés, sino porque esta obra, más allá de su madurez como resultado artístico, mantiene su vitalidad, su frescura, su capacidad de polemizar desde la comicidad. Es un espectáculo serio que bien defendido en su interpretación, nos deleita al tiempo que nos hace pensar. Esa es la clave del éxito de esta pieza tanto cuando se estrenó como en la actualidad. De ahí que su regreso para cerrar la jornada por el 55 aniversario de labor creativa de Teatro Rumbo, más que una eventualidad atendible, es todo un suceso memorable para el teatro pinareño, un cierre de oro teatral.
 

Notas:
 
[1] Frase que enuncia Esperancita, protagonista de Lienzo de una mujer que espera.