Oraciones para Graziella Pogolotti

Omar Valiño
26/3/2021

Por el júbilo, también mío por supuesto, que ha causado la condecoración con la Orden Nacional José Martí a Graziella Pogolotti, recupero de las mismas viejas páginas digitales de La Jiribilla estas dos oraciones que escribí sobre ella, en distintas ocasiones, hace ya tiempo.

I. Oración para Graziella

Ajena como pocos a homenajes, Graziella no puede negarse hoy a estas palabras que pronuncio en nombre de esta pequeña pero laboriosa tribu de críticos teatrales, de la cual ella no solo forma parte, sino de la que es perenne guía.

Por eso, y por más razones, hemos sentido como nuestros los Premios Nacionales de Enseñanza Artística y Literatura que le fueron concedidos, con la escasa diferencia de días, a finales del año pasado.

Recibe Graziella Pogolotti la Orden Nacional José Martí de manos del presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros de la república de Cuba, Miguel Díaz Canel Bermúdez. 
Fotos: Tomadas de Cubadebate

Aunque es difícil que un premio, aun un Premio Nacional, sintetice la obra de Graziella Pogolotti, resultan galardones enaltecedores y hermosos en varios sentidos. Porque, como sabemos, Graziella ha rebasado los límites del laboreo dentro de una sola manifestación artística.

Desde una óptica crítica, penetrante, lúcida, nos ha revelado enigmas de la creación literaria de Stendhal a Carpentier, de la trayectoria recorrida por nuestro teatro, del camino de los maestros de la plástica cubana, de los hilos de la cultura toda de la Isla, de esa piedra y ese magma cultural que ella misma ha horadado.

Realización desde un centro: desde ese género de descubrimientos, hallazgos e invenciones que es el ensayo, ejercitado como en un mismo haz en la escritura, el aula, la conversación o la intervención pública.

Graziella merece, al mismo tiempo, uno y muchos libros. Aquel que recoja el acarreo de su quehacer interdisciplinario, en tanto otros vayan deteniéndose en reunir con más amplitud su obra en torno a cada arte, universos particulares visitados por esta mujer en múltiples ocasiones. Pero ni así agotaríamos el aprendizaje sobre su legado vivo porque, como ya señalé, es en ese ejercicio cotidiano, incluso más allá de la clase formalizada en la academia, donde Graziella expande su influencia sobre el medio. Pueden atestiguarlo la larga y diversa lista de sus discípulos de distintas promociones y de individuos representando a variopintas instituciones nacionales y extranjeras que desfilan ante su puerta para intercambiar y encontrar consejos, precisiones, análisis, estímulos, creciendo todos siempre.

“Graziella Pogolotti va siempre conmigo porque es un horizonte y un meridiano al mismo tiempo”.

Junto al teatro, en el teatro, también la hemos tenido como parte de ese oficio, uno y el mismo, sostenido por el eje del pensamiento y la consecuencia; tensado por el arco del tiempo que le ha tocado en suerte, tras la flecha que nos explique la creación cubana en su historicidad y en su presente.

Existe una palabra que tal vez la defina y otra para el infinito agradecimiento:

¡Gracias, maestra!

II. Otra oración para Graziella

La tengo a unos pasos. Hoy cumple 80 y sigue combatiendo. Acude a esta como a cada reunión. Su disciplina es proverbial. No es algo impuesto sino consciente, es ya naturaleza. Sabe que cada espacio puede ser útil si sirve. No tiene cargo aquí ni falta que le hace. Viene a escuchar otros tonos entre los tantos que integra para dibujar en la palma de la mano esta Isla y el mundo. Llega para vaciar su prodigiosa memoria donde cada historia guarda un significado nítido, como si el tiempo las hubiera añejado en síntesis y en sentido preciso.

Por extraño que parezca, hoy es un día con un costado odioso para ella, en este país donde todos cazamos, para tener nuestro efímero minuto, cualquier celebración con bombos y platillos, no importa qué minucia. Ella prefiere brindar, a veces en soledad, en ocasiones con una sola frase, lo trascendente. Sea un libro, un verdadero éxito teatral, un premio, el trabajo de alguien, un positivo estado de cosas en un lugar de su interés.

¡Gracias, maestra!”.

En los múltiples escenarios de sus batallas conquista adeptos. Sus artículos se leen en todas partes, y mucha gente valiosa, preocupada, con “nombres” o sin ellos, la citan como a una maestra, lo que ES. Yo soy testigo.

Más cerca ahora, dialogamos menos. La culpa es mía porque no encuentro suficiente tiempo entre mis deberes para sentarme a conversar con ella. Tengo que lograrlo y no perderme ese placer. Aunque Graziella Pogolotti va siempre conmigo porque es un horizonte y un meridiano al mismo tiempo.

*Texto leído en el acto de entrega de los Premios Villanueva 2005 (concedidos anualmente por la Sección de Crítica e Investigación de las Artes Escénicas de la Uneac a los mejores espectáculos de teatro y danza), realizado en Matanzas el 18 de enero de 2006.