Llevo noches consecutivas de apagón. También durante el día he tenido apagones. La “corriente” no se va… a veces viene. El refrigerador está cambiando el nombre y la función, pues parece más un armario donde casi nada está frío. Los mosquitos me molestan y me joden el sueño. Al otro día, estoy hecho “leña”.

La lista puede ser casi interminable, pero NO ME DA LA GANA tocar caldero porque mi escasa inteligencia trasnochada me dice que ese sonido metálico no va a producir los millones de dólares que hacen falta para pagar los barcos con petróleo. En todo caso, tocaría el caldero para reclamar que levanten el bloqueo y nos saquen de la lista que impide que el dinero llegue a Cuba.

“NO ME DA LA GANA dejar de creer en la gente que cada día sale —a pesar del apagón— a enseñar, a curar, a producir y soñar”.

Sufro los apagones como cualquiera, pero NO ME DA LA GANA culpar a Díaz-Canel ni al Gobierno. En todo caso, me encantaría gritarle a Trump y a su socio Biden por el genocidio silencioso que llevan a cabo contra mi gente, contra mis hijos, contra ti y contra mí. ¿Por qué no hacemos memes para burlarnos de ellos y culparlos por nuestras penurias?

“No voy a formar parte del peligroso juego de los que odian a Cuba y se enriquecen en el proceso”.

Me preocupa que se me eche a perder la comida, pero NO ME DA LA GANA salir a protestar en el barrio ni tirarle una piedra a la tienda en MLC. No voy a formar parte del peligroso juego de los que odian a Cuba y se enriquecen en el proceso. Con la piedra, de buen gusto, haría lo mismo que el protagonista de la canción “Señor Juez” de Arjona, pero con el presidente del país que provoca tanto dolor en el mío.

En definitiva, NO ME DA LA GANA dejar de creer en la gente que cada día sale —a pesar del apagón— a enseñar, a curar, a producir y soñar. NO ME DA LA GANA dejar de amar a Cuba. NO ME DA LA GANA dejar de odiar a quien la oprime y la ataca.

NO ME DA LA GANA.