Miguel Abreu, máster en Dirección Escénica, tiempo atrás actor de las compañías Teatro Buendía, El Público y Argos Teatro, en los casi diez años de trabajo de la compañía Ludi Teatro ha sabido posicionarse dentro del panorama teatral cubano y desde ahí defender toda una identidad nacional. Por las tablas de la sede, ubicada en calle I entre 9 y 11, El Vedado, han desfilado obras como Aprender a nadar, de Marianna Salzmann; Dos pobres rumanos que hablaban polaco, de Dorota Maslowska; La mujer de antes, de Roland Shimmelfennig; El vacío en las palabras, de Maikel Rodríguez; Ubú sin cuernos, de Abel González Melo; El diario de Ana Frank, apnea del tiempo, de Agnieszka Hernández y la más reciente puesta, En la cama con mi padre, por circunstancias, de Magne van den Berg, todas bajo la dirección de Miguel Abreu.
Ludi Teatro se acerca a su décimo aniversario y cabría preguntarse si para una fecha tan importante seguiremos contando con la obra que ha sido un parteaguas dentro de la trayectoria del grupo: El diario de Ana Frank, apnea del tiempo, un texto original de la dramaturga Agniezka Hernández. ¿Estará nuevamente sobre las tablas?
Ana Frank… no es posible hacerla para el aniversario del grupo, era una de mis ideas, pero realmente tenemos otros compromisos de trabajo que nos tienen inmersos en eso, proyectos que tenemos… Y no tengo a todo el elenco. Actrices, músicos que no están en Cuba… Entonces, nada, la emigración de algún modo también nos está afectando durísimo y eso hace que al descompletarse los elencos haya que empezar prácticamente un remontaje del espectáculo, que es bastante complejo. Con la cantidad de trabajo que tenemos ahora, realmente nos es imposible arrancar otra vez ese tren que es El diario de Ana Frank… Se va a reponer, pero ahora mismo para esta fecha del 12 de junio, del aniversario, no va a ser posible. Se hará quizás para finales del año o principios del año próximo. Quiero mantener un repertorio con El diario de Ana Frank, apnea del tiempo y Ubú sin cuernos. Son dos espectáculos que quiero mucho y que vamos a seguir haciendo cada cierto tiempo.
En la reciente entrega de los Premios Caricato no solo fue reconocido su trabajo por la puesta en escena de la obra El diario…, sino que otras dos actrices de la compañía recibieron dicho galardón. ¿Cree que haya existido algún criterio en particular a la hora de observar esta obra? ¿Es El diario… la Cuba que estamos viviendo y casi nadie quiere ver?
En el espectáculo hay muchos valores. Yo creo que es un trabajo que nos ha quedado bien cerrado, bastante bien logrado en términos de puesta en escena, de música, de actuaciones, de concepto del espectáculo, de cómo llevar El diario de Ana Frank —el original— para que llegue la historia, pero que también llegue nuestra voz. Lo que nosotros queremos decir y cómo hacemos funcionar a El Diario… como una herramienta nuestra para lograr los objetivos de Ludi Teatro y del equipo de artistas que somos. Tenemos un criterio, una voz, y queremos pensar y hacer pensar nuestro aquí y nuestro ahora. Creo que todo eso confluye para la selección de la obra, uno de los espectáculos más importantes de los últimos tiempos, que ya obtuvo en un momento el Premio Villanueva de la Crítica y fue un premio bastante unánime. Igual ahora, en el Premio Caricato, se mantuvo ese mismo criterio de seleccionar al espectáculo y a dos de sus actrices para reconocer su trabajo. En el caso de Sindy Rosario, es una actriz joven, pero que tiene una fuerza extraordinaria y que ya viene haciendo en Ludi Teatro unos cuantos personajes. Ha demostrado su calidad como actriz en Ubú sin cuernos, en El Diario… y en otros trabajos. En el caso de Arianna Delgado, es una actriz extraordinaria, una mujer del teatro, consagrada al teatro. También está en la televisión, pero todo el que la conoce sabe que es una actriz que tiene un compromiso y una historia tremenda con el teatro y es una gran actriz, por supuesto. Ahí está su trabajo con la madre de Ana Frank. Está abordado con una belleza extraordinaria, una profundidad extraordinaria.
En otras entrevistas ha referido que prefiere trabajar con autores en activo, Abel González Melo, Agnieszka Hernández, ¿por qué?
Bueno, el teatro para mí tiene que ser un acto de revisión, de visita a uno mismo, a la persona que es uno, al contexto donde está, a lo que está viviendo. Y creo que el diálogo entre esa persona que hace el teatro y el resultado tiene que ser honesto. Con el público también tiene que ser un diálogo que transite en ambos sentidos: de aquí hacia allá y de allá hacia acá. El público también es un ente que está en ese mismo contexto en el que tú estás, en escena, el que tú estás repensando desde la escena. Y puede haber muchas historias, muchas historias pueden ser contadas y también pueden ser pretextos para una reflexión más profunda. ¿Qué nos interesa? El lado humano del asunto, el lado humano de lo político, el lado humano de lo económico, el lado humano de lo social. Eso nos interesa mucho para hacer pensar al espectador, para que el espectador se sienta conmovido, representado en la escena. O sea, no un espectador pasivo que llegue al teatro y vea algo que le gusta o no, que se ría o que llore, sino que sea un espectador pensante y que de alguna forma se sienta involucrado en lo que está viendo. Eso busca todo el trabajo de Ludi Teatro, toda la obra que hemos hecho. Siempre hemos buscado la forma de que el público se sienta parte de y no como un ente pasivo. Entonces, yo creo que sí, se ve que El diario de Ana Frank, apnea del tiempo, y otras obras, de una forma u otra están hablando sobre nuestra realidad desde una perspectiva humanista, profunda, desde una búsqueda de una sensibilidad que nos haga reflexionar en torno a esos contextos y esas realidades.
Hemos hecho mucho teatro de dramaturgia internacional, dramaturgia joven y no tan joven, artistas emergentes, artistas de mediana carrera, incluso, algunos consagrados a nivel internacional. Hemos buscado traer y participar de todos estos eventos y proyectos de las Semanas de Teatro Alemán, de las Semanas de Teatro Polaco. Hemos hecho obras libanesas, obras del mundo y también hemos hecho teatro cubano. Nos interesa la multiplicidad de voces, la multiculturalidad, que lleguen todas esas experiencias desde las dramaturgias a Ludi Teatro y que nos encontremos para crear un espectáculo que hable siempre de nosotros. Siempre es un camino y un pretexto para hablar de nosotros mismos, los que lo hacemos en nuestro aquí y nuestro ahora.
Agnieszka ha sido una gran riqueza para nosotros, igual que Abel González Melo, dos autores extraordinarios. También hemos hecho muchos proyectos con Reinaldo. El autor internacional quizás más importante con el que hemos trabajado es el libanés Wajdi Mouawad con quien hicimos tres espectáculos, Litoral, Incendios y Bosques, obras de la tetralogía Sangre de las promesas. Han sido la plataforma de formación del grupo, de un pensamiento, de una filosofía con relación al arte, al teatro y a la vida. Y a muchos temas que se mantienen rondando dentro de las elecciones que hacemos para llevar a escena en Ludi Teatro.
Recién concluyen las funciones de la obra En la cama con mi padre, por circunstancias, de Mage van de Berg, ¿por qué arribar al aniversario del grupo con esta puesta en escena?
En la cama con mi padre… es uno de esos proyectos que tenía el grupo para este año. Es una obra que forma parte del proyecto Tentaciones y Dolor, de Teatro Holandés Contemporáneo, que hemos desarrollado con el traductor holandés, radicado en Madrid, Ronald Brower, con el editor y dramaturgo cubano Abel González Melo y la plataforma creativa Ludi Teatro. Es un proyecto mucho más grande que este espectáculo, un proyecto que empezó el año pasado con lecturas. Se seleccionaron cuatro obras de teatro holandés contemporáneo, teatro que se está haciendo hoy en día, que los autores están vivos, creando, que se está montando, teatro en activo, y hemos querido traerlo a Cuba.
Se hicieron el año pasado tres lecturas. Este año se lanzó el libro Tentaciones y Dolor. Cuatro obras teatrales de los Países Bajos. También se hizo una lectura de una de esas obras en el contexto de la Feria del Libro y ahora, ya para cerrar el proyecto, pues hemos llevado a escena uno de los textos, En la cama con mi padre… Es una dramaturgia muy contemporánea, que se regodea en sí misma, que tiene estas maneras cíclicas de contar, donde no se va de una manera aristotélica a través de la historia, sino que se da vueltas sobre un mismo tema que va generando una especie de ansiedad, incluso desde el mismo texto. Ha funcionado muy bien con el público. Es una obra corta, pero que sin embargo la gente la ha recibido con bastante curiosidad y con mucha sorpresa porque su estructura es bastante sorprendente.
Desde los inicios del grupo, para las puestas en escena se nota una intención interdisciplinaria. Ana Frank… coquetea con el musical y En la cama con mi padre… —por solo mencionar estas dos últimas— juega con el apoyo audiovisual. ¿Puede ser este un elemento que distinga al grupo? ¿Hay una intención detrás de esas mezclas o durante el montaje lo van pidiendo?
Hemos tratado de crear una dinámica de grupo, que tiene que ver con un camino de creación y de formación de una poética, que tiene que ver mucho con el trabajo con la música, pero sobre todo con la música no como elemento decorativo, digamos, para embellecer el espectáculo, sino la música como parte de la dramaturgia y en la zona del pensamiento y de la emoción. Digamos que la narración, la emoción y la dramaturgia de la música, van corriendo en paralelo a la dramaturgia del texto, van corriendo en paralelo a la dramaturgia de la puesta en escena. Hay como tres líneas de narración ahí que se van estableciendo y se puede hablar hasta de una cuarta, que es la dramaturgia de la relación entre los que hacemos el teatro y los que lo ven, los espectadores. Ahí se establece otra línea de narración, pero bueno, cuando hablamos de multiplicidad de lecturas y de imbricación de ideas a la vez, en una narración escénica, en una construcción escénica, pues ahí se establecen todos esos niveles de análisis y de construcción cuando hacemos el espectáculo en los ensayos. Yo como director tengo en cuenta ese tipo de estructuras, ese tipo de camino dentro de la estructura de los espectáculos. Y la música, por supuesto, ha jugado un papel importantísimo dentro de la construcción de una poética, el trabajo con los actores, la limpieza escénica, la construcción coreográfica de todo lo que pasa.
Cada cosa que pasa en un espectáculo de Ludi Teatro no es improvisada, ahí no hay espacio a la improvisación, ahí hay un ejercicio de construcción que puede partir de muchas improvisaciones y de muchas acumulaciones y de selección de material e investigación, pero, al final, queda un resultado que tiene que tener, que va a tener una partitura y que va a funcionar como un reloj. Y esos son elementos que nos caracterizan, el trabajo de actuación, de los actores, trabajar, por ejemplo, con muchas actrices, más que con actores, eso abunda más en Ludi Teatro. Un discurso que tiene que ver con la diversidad en términos de presencia de todas las voces. Hay muchas cosas que hemos querido definir y que nos caracterizan dentro del trabajo del grupo.
Volviendo sobre sus palabras: “Mientras el cine y las artes visuales se han vuelto parte del elenco de nuestros actores económicos, la mayoría de nosotros, los del teatro, seguimos estancados en la misma visión paternalista de toda la vida…” En el caso de Ludi Teatro, estamos viendo constantemente otras propuestas que van más allá de las tablas. Hay un interés por cambiar los modos de producción y administración del teatro, ¿puede comentarnos un poco sobre esos proyectos de retroalimentación?
Estamos en esa guerra, porque es una guerra… es tan complejo en Cuba tratar de cambiar algo… pero estamos luchando porque los modos de producción tengan otra manera de enfrentarse en el teatro. Estamos trabajando para buscar la manera de que nos dé de comer, que el teatro no siga siendo la Cenicienta de las artes, la más pobre de las artes. Hay que buscar la manera de que podamos, de algún modo, mejorar nuestra calidad de vida desde nuestro trabajo en el teatro, buscando fuentes de financiamiento, buscando la manera de comercializar nuestro trabajo, buscando formas de que ingrese dinero a nosotros directamente, a los que lo hacemos. Porque realmente está muy empobrecido el teatro, y se ve en los resultados, se ve en la gente. El teatro sigue estando muy empobrecido, con mucha escasez de recursos en todos los ámbitos. Desde los recursos con que puede contar la institución como los recursos con los que cuentan los grupos mismos o las personas que hacen el teatro. Entonces, realmente, mientras no encontremos las fórmulas para mejorar las condiciones económicas, van a seguir teniendo un teatro triste en términos de producción, empobrecido, un teatro que se ve barato, que no tiene riqueza material para producirse. Que lo que tiene es pobreza, que lo que tiene es abandono, que lo que tiene es desidia o tristeza o decepción. Entonces no, estamos luchando porque esa no sea la cara de Ludi Teatro nunca en la vida. No, no vamos a permitir eso bajo ningún concepto.
La familia lúdica es una masa grande y atomizada de actores y actrices, músicos que han entrado y salido, otros se han quedado, y otros, a pesar de estar lejos, han dejado un pedazo importante de sus vidas en la “Caja Negra”. “No hay nada mejor que estar juntos” es una frase que acompaña al grupo, ¿Por qué hacer teatro de grupo?
Para mí es muy importante ese concepto. Así me formé yo, en el Teatro Buendía y en otros grupos, siempre con esa sensación de un grupo de actores unidos a un director. Un equipo de trabajo casi siempre va a producir los mejores resultados por la cofradía que se crea, por los mecanismos de investigación que se vuelven grupales, por el pensamiento estético que se vuelve grupal. Todo eso va a generar una estética, una manera de hacer, un tipo de resultado, una madurez en el resultado. Yo sigo defendiendo hoy en día ese concepto, aunque para otros está prácticamente muerto o definitivamente muerto… Se defiende mucho la idea de la voz del director por encima de todo, se defiende mucho la figura que hace, llega y hace donde quiera. Y esa cosa de crear el grupo, de “pertenecer a”, se ha ido deplorando, se le ha ido quitando importancia.
Yo creo que es un error, creo que los grupos, los que logran formar grupos, están logrando algo mucho más especial ¿Por qué? Porque al final estamos en un proceso de tránsito en esta existencia, estamos en un proceso de búsqueda de una verdad, de darle un sentido a nuestras vidas, y no hay nada más bello que hacerlo juntos, que hacerlo en un equipo amigo, en un grupo de gente que se apasiona por lo que hace, y que ese tránsito, ese camino, sea parte de ese crecimiento personal, de esa evolución espiritual, de esa búsqueda de un sentido para la vida que tenemos, que tenemos todos. Ahí se crean lazos muy especiales, lazos artísticos, humanos, muy importantes. Yo lo defiendo, lo sigo defendiendo y lo defenderé siempre en Ludi Teatro. Ludi Teatro ha sido y es una casa para todos los lúdicos, los que lo inauguraron, los que lo construyeron, los que ya no están, pero estuvieron y dieron mucho de sí mismos para la existencia hoy de Ludi Teatro. Esas personas saben que Ludi Teatro es su casa, que ahí tienen su lugar, que ahí tienen su espacio como lo tienen en la casa de su familia, tienen su espacio en su familia teatral donde quiera que estén.
También llega gente nueva, y es importante que llegue gente nueva a defender eso. Es importante la gente que llega y se enamora de esa idea, que llega y entiende esa filosofía de grupo. Lo seguimos cuidando como un tesoro, seguimos teniendo esa energía hermosa dentro del teatro, seguimos estando en un grupo importante de personas que llevamos mucho tiempo ahí y eso es algo muy valioso, quizás lo más valioso de todo: el placer de estar juntos, lo bello que es la creación del teatro juntos, como un equipo, unidos.
¿Le queda algo por hacer a Miguel Abreu con Ludi Teatro?
Nos queda muchísimo por hacer, muchísimo, muchísimo, muchísimo. Estamos siempre tratando de entrar en nuevos proyectos. Ahora venimos con un proyecto de teatro alemán, tenemos el proyecto con el que estamos trabajando que es el Ateneo de La Habana. No es de Ludi Teatro, pero como yo soy el director de ese otro espacio, hay una relación de comunicación constante y muchos de los actores y el equipo también están impulsando el rescate del Ateneo de La Habana, que es muy importante también para nosotros y para lograr todos estos objetivos que les he explicado. Hay nuevos estrenos, nuevas lecturas, clases de teatro, hay muchas cosas que estamos generando desde la plataforma creativa Ludi Teatro para el público, para la gente que se quiera llegar a nuestro espacio.