Milagros

Reinaldo Cedeño Pineda / Fotos: Del autor
19/4/2021

Todo comenzó por un manojo de poemas inspirados en el cine. La poesía todo lo puede. La profesora Daysi Cué me dijo que en aquellos versos había un libro. El escritor Yunier Riquenes me sugirió que los mandara a un concurso. Los amigos ―los verdaderos― te ponen el futuro al tiro. Así que solo quedaba… hacerlo.

Poemas del lente nació arropado, tal vez por eso navegó con el viento a favor. Me hizo atravesar el aliento de Dios (la niebla pinareña, según el código poético de Dulce María) para recibir el Premio Hermanos Loynaz correspondiente al 2011. Había conocido en persona a la autora de Jardín en 19 y E, habíamos hablado de su hermana Flor ―de la increíble―, me había regalado un elogio cervantino… así que el reconocimiento fue como una extraña conexión.

Aquel libro me haría recorrer el país, me empujaría incluso más allá. Nunca imaginé que, andando el tiempo, la pieza escogida para ilustrar la cubierta, el surrealismo de Dalí, me saldría al paso.

Gabinete antropomórfico, la pieza de Dalí con que ilustramos la cubierta, me salió al paso.
Fotos del autor

Me espantan las presentaciones estiradas, el guion predecible. Así que busqué otros caminos, el libro lo pedía. Un fragmento escogido del filme y, a seguidas, la reinterpretación metafórica del autor. Por el camino se sumaron artistas de diferentes manifestaciones, en un diálogo escénico con la literatura y el cine. ¿Un performance?, me dijo alguien… tal vez.

La presentación de un libro debería ser una rampa de lanzamiento, nunca un bostezo. Un libro no tiene más límites que aquellos que tenazmente se les imponen.

El crítico y poeta Frank Padrón introdujo el volumen en la Feria de La Habana, dejó rodar su verbo saltarín sobre las piedras de San Carlos de La Cabaña. El guionista y director Adrián Quintero me haló hasta Santa Clara. El premiado artista audiovisual Eddys Crespo, hasta Las Tunas. Manuel García Verdecia me recibió en predios holguineros, con Luis Yuseff y Delfín Prats de escuderos. Esteban Aguilar danzó con su abanico por entre las luces de Brokeback Mountain y Memorias de una geisha, en Guantánamo. Fueron viajes al límite.

La emisora Radio Mambí puso toda una revista vespertina a nuestra orden, con transmisión en vivo. Presentar un libro de tantas confluencias, reconfigurar la atmósfera, construir un performance radial, fue retador; pero nada podía quedar mal… que la inefable Made, Madelyn Díaz Monterrey del Centro Hermanos Loynaz, estaba a mi diestra. Ella había surcado la Isla para estar aquí.

Poesía y cine en el análisis de las masculinidades.

La Calle de los Cines de Camagüey reservó un espacio para Poemas del lente. El cuarto oscuro exigió otras dotes. En la librería Amado Ramón de la santiaguerísima Enramadas, la flautista Mercedes González tocó un arreglo del tema “As time goes by” de Casablanca. Se estrenó la promoción audiovisual que me regalara el narrador J. R. Fragela, al estilo de sus clips literarios de visualeer. El “Simposio de Masculinidades”, en el teatro Heredia, se inauguró con una presentación expresa…

Me he quedado al borde del camino

sin atreverme a pronunciar tu nombre

tu nombre de arroyo    de resina

Creí que el mundo era simple    Ennis

                                                     como una pelota

que un árbol era un árbol

y una mujer una mujer

ahora no sé quien tiene hojas

                                      quien tiene labios.

(“Postales en la montaña”. Fragmentos)

¿Qué otros milagros podía pedir? No lo hice, pero increíblemente llegaron. Todo conspiró, nomás cerré los ojos y en dos horas… entré a la patria de Juárez, de Sor Juana, al lindo y querido, listo para presentar una nueva edición de Poemas del lente. Atravesé los Estados Unidos Mexicanos hasta el Pacífico. Bienvenidos al estado libre y soberano de Colima, rezaba un cartel.

La Sala de Cine Universitario del Museo Regional de Historia de Colima ha sido intervenida ―invadida― por Waldo Saavedra, pintor cubano radicado en Jalisco, un artista de otra dimensión. Ha sido generoso, ha cedido un fragmento de su mural como imagen para la nueva aventura de este libro. Me voy hasta su casa a agradecerle, junto a Gilda Callejas, la dama que puso en mis manos la llave del mundo.

Se abre el portón en un planeta donde armonizan tucanes, galápagos, carpas, ceibas, una canoa amazónica, un trago de Jack Daniels. Un deseo de injertar el mundo, un desborde, un intenso olor a vida. De pronto, me toma de la mano hasta su estudio. Me asusto, quedo mudo cuando me coloca ante Cien años de soledad, es decir, su traducción al óleo. Martí aparece erguido, inconfundible, en medio de tantísimos seres. Hay pintura hasta en los bordes, la tela no le alcanza. El pintor pirata firma.

Intercambio de autógrafos en el estudio del pintor Waldo Saavedra.

Y llega el día, el de la presentación digo. Es 2017, noviembre. Heme aquí, rodeado de fantasmas, de apropiaciones. El cinematógrafo según Saavedra. Marilyn, El acorazado Potemkim, el catalejo, Sergio en Memorias del subdesarrollo. Debo subir a la alta silla de director ubicada al final. Por un instante, soy Kurosawa, soy Bergman, soy Titón, soy Fellini. Poemas del lente (Universidad de Colima-Puertabierta Editores) cuenta con una presentación de Frank Padrón Nodarse y prólogo de la profesora mexicana Lucila Gutiérrez Santana. Son 49 poemas, algunos en exclusiva para esta edición. Y cuando se apagan las luces, comienza el cine, comienza la poesía a hacer lo suyo…

Scarlett OʹHara está bajando la escalera señorial

con su talle de mariposa

la buena Natty

     la gorda Natty

         la esclava Natty

tiró del corsé hasta desmayarse

el pelo cae como algodón desgranado

un gesto de sus guantes

y Tara florece

o se derrumba.

El amor es un botón en el viento del sur

el sur es un botón a punto de caer…

 (“El viento, Scarlett”. Fragmento)