Miguel Barnet: El más poético de los etnógrafos de la cubanía

Dayma Crespo Zaporta
27/11/2018

Miguel Barnet, certero escuchador, decidor de palabra clara, demuestra que el testimonio bien puede ser alta cultura.
Eduardo Galeano

Fue como si mi cuerpo

Espejeara en el asfalto

Como si vivir fuera solo un ensayo

¿De qué valió, entonces, el camino de piedras?

¿De qué mis pasos rompiendo la quietud de la noche?

Retiren mi imagen del espejo

Hagan algo por mí

Yo no soy el que quieren encontrar

Entre los fragmentos dispersos de la memoria.

Miguel Barnet

Hay hombres que poseen el don —o la misión tal vez— de hacer historia, al marcar un punto de inflexión sustancial en la literatura de su pueblo. Tal es el caso de Miguel Barnet, el mismo joven que con tan solo 26 años le regaló a Cuba el ejemplo más paradigmático de testimonio etnográfico, Biografía de un cimarrón. La historia de vida de Esteban Montejo no solo catapultó a su autor a los anales antológicos de las letras cubanas, sino que exportó este capítulo de nuestra historia vinculado a la esclavitud al mundo entero, al grado de tener actualmente más de 70 ediciones a nivel internacional.


Tomado del sitio web de Casa de las Américas
 

Con motivo de la Semana de Autor en Casa de las Américas, acaecida del 21 al 23 de noviembre de 2018, los cubanos hemos encontrado el escenario propicio para celebrar la vida y obra de este coloso de la cultura nacional. Las tres jornadas fueron un desfile sin igual de personalidades de la intelectualidad cubana,[1] así como de profesores de connotadas universidades como Harvard (Estados Unidos) y Colonia (Alemania),[2] quienes hicieron un desmontaje de su obra para explicar la versatilidad de este autor que navega natural y constantemente en las aguas de la poesía, el cine, la música, la investigación etnográfica, entre otras mareas. Asimismo, fueron parte del programa la inauguración de la exposición bibliográfica y hemerográfica de Miguel Barnet; la proyección del documental de Rolando Almirante titulado Miguel Barnet, un animal de sueños; y las presentaciones del poemario En el humo inasible de los idos, en proceso de edición por Ediciones Matanzas, y de Biografía de un cimarrón, publicado por el Fondo Editorial de Casa de las Américas, como parte de su colección de clásicos de la Literatura Latinoamericana y Caribeña, con prólogo de Luisa Campuzano.

Cuestiones como la radicalidad emancipadora de la obra de Barnet, su legitimidad y originalidad, su papel de “dador de voz a la gente sin historia” y su rol como intelectual comprometido con su tiempo, fueron algunas de las aristas debatidas en los paneles. Aun cuando solemos encasillarlo en el perfil antropológico, dada la validez de su obra cumbre y su labor admirable frente a la Fundación Fernando Ortiz, Barnet cuenta en su haber con numerosos textos: narrativos (Canción de Rachel, Gallego, Oficio de ángel, etcétera), poemarios (La sagrada familia, Viendo mi vida pasar, Reloj de arena…) y volúmenes de ensayos, crónicas y fábulas.

 De izquierda a derecha, Luisa Campuzano, Eduardo Heras León, José de Leon (Universidad de Harvard), Michael Zeuske (Universidad de Colonia)

Miguel Barnet es un testigo de su tiempo y una figura clave dentro de este, que ha sido capaz de rescatar y recrear momentos pasados de nuestra historia, mediante un don excepcional para mezclar la realidad con la ficción. Se trata de un oficio en el que varía los puntos de vista, toma la palabra, se la da al testimoniante y juega con nuestra atención. Eso, sin contar la completa fusión que logra con su entrevistado, al punto de que no sabemos más quién es Montejo y quién es Barnet, porque simplemente acaban siendo la misma persona.

Pruebas de su valía infinita para Cuba y el mundo son la multiplicidad de premios y reconocimientos que le han sido otorgados, dígase el Premio Nacional de Literatura en 1994, la Orden Félix Varela en 1995, el Juan Rulfo de cuento en 2006 (por Fátima o el Parque de la Fraternidad), varios Premios de la Crítica Literaria (1983 por Gallego y 1986 por La vida real), y el José Donoso por la obra de toda la vida en 2007, entre muchos otros.

La Jiribilla se viste de gala para cantarle a Rachel, homenajear al cimarrón Esteban Montejo, visitar el Parque de la Fraternidad y trazar un mapa del tiempo en torno a la vida de este coloso de las letras cubanas, cuya obra vigentísima no entiende de relojes de arena, pues simplemente él practica, como muy pocos, un oficio de ángel.


Notas:
[1] Roberto Fernández Retamar, Abel Prieto, Nancy Morejón, Gaetano Longo, Fidel Orta Pérez, Pedro de la Hoz, Eduardo Heras León y Luisa Campuzano.
[2] José de León (Universidad de Harvard) y Michael Zeuske (Universidad de Colonia).