Mi Frank Sinatra de los 60 en Cuba
17/9/2018
Decir Pacho Alonso es decir bolero, son y pilón, este último creado por él junto a su amigo Enrique Bonne.
Su hijo Pachito, heredero de su nombre y de su tradición musical, se siente orgulloso de ello, aunque lamenta que sea insuficiente la divulgación de la obra de su padre, así como que las nuevas generaciones ignoren su legado.
Recuerda el director de los Kini Kini que en Santiago de Cuba, donde nació, Pacho ya era querido. “En aquellos tiempos, tal vez pocos sepan que mientras cursaba estudios en la Escuela Normal de Maestros de Santiago de Cuba, quien lo acompañaba al piano era Frank País. De esa época pudiera mencionar una versión del tango ‘Niebla del Riachuelo’, a modo de bolero”.
La decisión de llegar a La Habana le cambió la vida, afirma el descendiente. “Mi padre siempre le agradeció a Bebo Valdés su apoyo. Fue él quien lo presentó a los dueños de Radio Progreso y a partir de ahí, se dio a conocer a cabalidad cuando ya su nombre figuraba junto a los de Fernando Álvarez y Benny Moré, pues todos eran cantantes de la orquesta de Mariano Mercerón”.
Foto: Internet
Pacho solo tenía 18 años cuando conoció en la capital cubana a José Antonio Méndez, quien lo llevó a la Emisora Mil Diez. Pero no fue en ese momento cuando decidió vivir en La Habana.
¿Cómo se creó el pilón?
“Imagino que mi padre y Bonne bebieron de las influencias que todos los santiagueros tenemos de Haití, de la tumba francesa, de las congas, de todo eso mezclado”.
“Era una época difícil para la música cubana. Los años 60 fueron los años del boom del rock and roll, The Beatles y The Rolling Stones. Y la gente en Cuba no escapó de ese fenómeno. Pero mi papá no se amilanó por eso y comenzaron a tocar pilón en las fiestas de la Universidad de La Habana, entre los jóvenes, y hasta allá iba el Comandante en Jefe Fidel Castro.
“Fue en 1964 y el nombre tiene que ver con el nombre del instrumento donde los campesinos molían el café. El Pilón fue un gran éxito”. Y tiene razón.
Pachito puede recordar también la presencia aplaudida de Pacho en los Carnavales de La Habana, cuando representaba a las carrozas de la Industria Ligera y de la Construcción, y en las fiestas populares en su ciudad natal.
¿Cuán popular fue tu padre en su época?
“Para mí, era el Frank Sinatra del momento. Todos conocían su voz, era famoso”.
Ciertamente Pacho Alonso, desde que fundó el primer grupo en 1952, Pacho Alonso y sus Modernistas, marcó pautas con acentos y musicalidad específica. Siguió con su precepto de mantener la autenticidad rítmica aún en La Habana, cuando le cambió el nombre a la agrupación, y eran Pacho Alonso y sus Bocucos.
Comenzó a trabajar en el Hotel Deauville y en la humilde compañía de grabaciones Producciones NOMO que crearon, grabó el son montuno “Dame un chance”, de Electo Rosell (Chepín) y el bolero de Otilio Portal nombrado “Enferma del Alma”.
“Ese fue un tema que lo catapultó, como los boleros ‘Imágenes’, de Frank Domínguez, y ‘Tú no sospechas’, de Martha Valdés. Y se adueñó de las noches de feeling en el club Scheherezada, y por eso existe su primer disco de larga duración, Una noche en el Scheherezada con Pacho Alonso”.
¿En qué estado está el patrimonio sonoro vinculado a Pacho Alonso?
“Todo está, todo existe. Tuve la suerte de participar en la organización del archivo de los músicos de la EGREM. Casi cuatro años trabajamos en eso y toda la obra de estos artistas está ahí”.
¿Cuánto se conoce a Pacho Alonso fuera de Cuba?
“He tenido buenas experiencias con respecto a eso. Se escucha su música en Venezuela, Panamá, Colombia, Puerto Rico, en otros países también. Creo que se escucha más en estos lugares que en Cuba”.
¿Por qué crees que es insuficiente la divulgación de la obra de tu padre?
“Pienso que tiene que ver con el hecho de que a veces encontramos en la dirección de los medios de difusión masiva a personas que no conocen toda la riqueza musical de este país. Vemos que entonces se enfocan solo en promocionar la obra de este o aquel, un género por encima del otro y dejan a un lado valores musicales de nuestro país”.
Por fortuna, Pacho dejó tras de sí una familia que respeta su herencia y que teje su apellido en torno a la creación musical. Su hijo, sus nietos Christian y Rey y Yolena, con su Compañía Danzaria Yoldance.