Mercedes de Acosta, imposeída

Erian Peña Pupo
20/3/2020

Nunca lograrán someterme
ni comprender el verdadero secreto de mi ser.
Tal vez logren, con pasión y violencia,
poseer mi cuerpo,
pero mi alma
siempre virgen
vagará eternamente
imposeída!

 

Hija de un cubano y una andaluza, Mercedes de Acosta nació en Nueva York en 1893 y se convirtió en una de las mujeres más controvertidas de su época. La publicación en España, por la Editorial Torremozas, y en Cuba, por Ediciones Holguín, de una antología de su obra poética bajo el título Imposeída, ha vuelto a traer al escenario internacional la vida y obra de la escritora llamada por la actriz Tallulah Bankhead “la condesa Drácula”.

Cubierta del libro Imposeída, publicado por Ediciones Holguín. Fotos: Cortesía del autor
 

La selección bilingüe de Torremozas, con edición y traducción de los cubanos Jesús J. Barquet y Carlota Caulfield, junto al español Joaquín Badajoz, reúne 55 poemas de sus tres libros: Moods, Archways of Life, y Streets and Shadows, de 1919, 1921 y 1922, respectivamente, intentando restituir, más allá de su ruidosa biografía, su obra poética.

La primera edición de la poesía en español apareció en Nuevo México, Estados Unidos, por La Mirada. Después sería reeditada en Cuba por Ediciones Holguín. Para la edición de Torremozas, Barquet, Caulfield y Badajoz revisaron el texto y añadieron nuevos poemas.

Sin importarle los convencionalismos epocales, Mercedes desarrolló una amplia carrera como guionista de cine, novelista, poeta y dramaturga, pero fueron sus relaciones de alcoba con varias de las figuras femeninas más importantes de los años dorados de Hollywood las que trascendieron el imaginario popular en la época, sobresalen nombres de estrellas como Greta Garbo, Isadora Duncan, Marlene Dietrich, Pola Negri, Tamara Karsavina, Tallulah Bankhead, Alla Nazimova, Eva Le Gallienne, Alla Nazimova, Katharine Cornell, Maude Adams, Edith Wharton, Amy Lowell, Tamara Platonovna y Ona Munson.

Mercedes de Acosta fue una de las mujeres más controvertidas de su época.
 

Pero Mercedes de Acosta fue algo más que una socialité sexualmente ávida y transgresora, su obra poética, recogida en las 192 páginas de Imposeída, así nos lo demuestra.

Menor de ocho hermanos, Mercedes descendía de cubanos. Su abuelo paterno se estableció en Matanzas, mientras su familia materna provenía de los Duques de Alba, pertenecientes a la nobleza española. “A mi tierra/ Tierra de España. Tierra triste y trágica./ Lugar de corazones cálidos, cabellos y ojos oscuros”, escribe en uno de sus poemas.

La fascinación por su excéntrica y aristocrática madre marcó toda su vida. Como recuerda la propia escritora, su prematuro “alejamiento de las convenciones femeninas” le hizo proclamar desde muy joven la ambigüedad de su identidad sexual: “¿Quién de nosotros pertenece a un solo sexo? Yo, a veces, me siento andrógina”, afirmaba.

Los editores de Imposeída admiten que la propia Mercedes de Acosta contribuyó a alimentar su leyenda amorosa en detrimento de su obra. En los años sesenta, impelida por sus apuros económicos, publicó sus memorias, Aquí yace el corazón, que, según Barquet, “complican” aún más el relato de su vida. “Su relación con Greta Garbo catapultó su perfil público y el interés del periodismo farandulero”, explica el escritor cubano.

“Mercedes pierde el control de su vida y se hace extremadamente dependiente de una Garbo caprichosa y con, al parecer, otra agenda de vida en la que Mercedes no era la prioridad. En mi opinión su relación con la Garbo puso al descubierto otra forma de flagelación en ella que tal vez ya existía antes sin que le fuera entonces tan perjudicial, y que podríamos calificar de obsesión por figurar, lo cual es también un tema contemporáneo a ser analizado”. Añade, además, Jesús J. Barquet: “Creo que todo estado de insaciabilidad por cualquier motivo puede ser, en sí mismo, una forma de autotortura”.

Su prematuro “alejamiento de las convenciones femeninas” le hizo proclamar desde muy joven la ambigüedad de su identidad sexual.
 

Activista por los derechos de la mujer, entre ellos el voto, pese a la seguridad que exhibía en público, fue una mujer acosada por la desazón. Su obra de teatro más destacada, Jacob Slovak, de 1923, abordaba el antisemitismo de una pequeña localidad de Nueva Inglaterra. Otras de sus obras son Sandro Botticelli y Jehanne de Arc, creadas para la actriz Eva Le Gallienne. De Acosta era todo un personaje de Broadway y de la noche neoyorquina, ciudad cuyas contradicciones están presentes en sus poemarios. En sus poemas, Mercedes refleja su lucha por la aceptación personal: bajo la arrogancia que le daba su posición social y su fuerte personalidad se escondía la melancolía de saberse ajena: No le temo al amor/ ni a sus consecuencias. Solo temo que, al conocer el amor,/ yo continúe insaciable/ y mi alma anhele aún algo mayor (“Insaciable”).

“Se atrevió a vivir su vida poniendo en solfa innumerables convenciones sociales”, añade Barquet. Interesada por las religiones orientales, influida por su amiga Norina Matchabelli y quizá en busca de una espiritualidad que necesitaba, Mercedes viajó a la India tras las doctrinas del místico indio Meher Baba y el maestro espiritual Ramana Maharshi.

Separada de muchos de sus amigos, después de la publicación de sus memorias, donde contaba sin cortapisas sus relaciones amorosas, y acosada por dificultades financieras crecientes, Mercedes de Acosta murió a los 75 años, en 1968, relativamente pobre y olvidada.

Sus restos yacen en el cementerio de Trinity en Washington Heights, Nueva York. Mientras su obra lírica, recogida en Imposeída, intimista, espejo de sus obsesiones, miedos y sueños, ha sido rescatada en pleno siglo XXI para los lectores hispanoamericanos.