Mendive: entre África y su diáspora

Dayma Crespo Zaporta
1/8/2018

Ir a África (…) es regresar a un mundo, diría yo hermoso, un mundo lleno de misterios, de interrogantes, de esperanza y luz.

Manuel Mendive

Apuntes necesarios

Manuel Mendive Hoyo constituye un pilar del arte y la cultura cubanos, pues representa una mirada sui generis al contexto de los años sesenta, la cual está volcada a la subjetividad del artista a partir de una introspección casi total en las religiones de origen africano. Mendive logró hacerse un espacio en la convulsa década del sesenta, en medio de aquella vorágine de revolución moderna, y penetrar en el circuito artístico de la época tras su graduación en pintura y escultura de San Alejandro, en 1963. Una prueba de tal inserción es el lauro recibido en 2001 por la obra de toda la vida: el Premio Nacional de Artes Plásticas. Las fuentes de las que bebe su obra son en extremo diversas, elemento que dificulta su estudio, dada la multiplicidad de lecturas que ofrece la misma, así como la versatilidad técnica y expresiva de su autor.


Una de las obras de la expo Nature, spirit and body, Bronx Museum, Nueva York. Foto: Internet
 

Con motivo de la muestra "Nature, spirit and body" ("Naturaleza, espíritu y cuerpo"), expuesta en el Museo del Bronx de Nueva York desde el pasado 25 de julio y hasta el 4 de noviembre de 2018, La Jiribilla le ofrece un pequeño homenaje a su obra. El presente texto es una mirada sucinta pero detallada a su trabajo.

¿Por dónde le entra África a Mendive?

El contenido de naturaleza africana en la obra de Mendive está determinado por diversas experiencias de vida, tales como su herencia familiar, sus estudios académicos y los viajes que ha realizado. El legado familiar vinculado a lo africano está dado por la práctica santera en su hogar desde infante, donde tíos y primos eran cantantes y tamboreros de la Regla de Ocha-Ifá, y por consiguiente, conocedores de ritmos y vocabulario yoruba. Entretanto, su madre era iyalosha de Yemayá y él se consagró como sacerdote de Obbatalá. En ocasiones el artista ha declarado no ejercer tácitamente el culto a los orishas, sino que mediante sus obras les rinde homenaje.

Asimismo, una vez finalizados sus estudios artísticos se propuso conocer las religiones afrocubanas desde la perspectiva científica, tomando cursos en la Academia Cubana de Ciencias y en el Instituto de Etnología y Folklore, donde tuvo como profesores a Rogelio Martínez Furé, Argeliers León y Miguel Barnet, entre otros. Durante la década de 1960 se acerca a la obra de Fernando Ortiz y Lydia Cabrera, estudios que le permitieron abordar el tema de la transculturación como trama definidora de su poética y utilizar el monte como escenario dentro de sus piezas.

Por otra parte, Mendive muestra un interés por África al considerarla origen de las religiones afrodescendientes, lo cual determinó para él la necesidad de visitarla. Es así que ha viajado a países como Ghana y Nigeria, acercamiento que le permitió reubicar elementos disgregados debido al paso del tiempo y a las mezclas culturales. Toma de África varios elementos cosmovisivos: la naturaleza como escenario —donde las deidades coexisten con el hombre común— y la dualidad humana entre el bien y el mal. La obra mendiviana halló gran aceptación en Nigeria, debido quizás a la gran distancia cultural respecto a los ideales estéticos de Occidente.

Además, la impronta del maestro Wifredo Lam aparece como influencia en la obra mendiviana. A ambos se les considera exponentes de un realismo mágico en las artes plásticas, y aunque no hay relación figurativa entre sus poéticas, desde el punto de vista de las motivaciones están estrechamente atados. Mendive afirma haber encontrado en Lam la esperanza sobre el arte africano. De ahí que expresara: "creo que tengo su espíritu adentro, la visión que él quería brindar al mundo acerca de la presencia africana en nuestra cultura. Es una poesía totalmente universal".[1]

(…) me aproximan a Lam sus raíces tan fuertes que me atrapan. La distancia está marcada por las figuraciones, que son muy distintas, composiciones y colores que cambian. Yo me voy a una gama más extensa, soy muy colorístico. Pienso en ocasiones que las formas de Lam no tienen gran relación con mi obra, pero sí la lírica. Para mí Lam es bandera, sobre todo por su sinceridad.[2]

Un ejemplo de esta interrelación es la muestra bipersonal "Símbolos cubanos de ayer y hoy", realizada durante el año 1996 (inaugurada el 13 de agosto y abierta hasta mediados de septiembre) en Santiago de Chile, donde coexistieron obras del ya fallecido Wifredo Lam y de Mendive a partir de un criterio curatorial volcado al tratamiento de la temática africana. La apertura de la exposición fue con la performanceAguas profundas” de Mendive, donde el público asistente estuvo cerca de las seiscientas personas, lo que pone de manifiesto el interés por el arte afrodescendiente cubano y su aceptación en el escenario chileno.

Poética mendiviana

La estética de la obra de Mendive está configurada a partir de imágenes inventadas por este creador, llenas de espíritus, deidades y otros seres mágicos pertenecientes a pataquines yorubas. Mediante cabezas deformes, la técnica del moteado (o fifi okán, de acuerdo a su nombre al interior del culto) y caracoles para rematar las piezas, el autor crea una visualidad muy propia. Se califica como un artista mágico, rechazando la etiqueta de naif, puesto que su formación académica lo aleja del autodidactismo y pone de relieve que la temática desarrollada en su obra es una elección de vida, más que mera ingenuidad empírica.


Obra bidimensional que evidencia la iconografía mendiviana
 

El uso de la madera es un elemento que lo acerca a África, al convertirse en un nexo directo con la estatuaria africana. Esta escogencia es una forma más de renunciar a maneras occidentales de operar artísticamente, ya que no elige mármol ni bronce para constituir sus esculturas, sino que la aspereza y el terminado pedestre de la madera apoya la estética que promulga y lo acerca a un primitivismo muy lírico.

Temáticas recurrentes

Entre los leitmotivs de su obra se encuentran la naturaleza –con todo lo que la constituye–, los pataquines y las deidades yorubas. Los propios títulos de las piezas refieren pasajes religiosos o elementos naturales tales como el agua, la tierra o los animales (véanse por ejemplo las exposiciones "Las aguas, lo cotidiano y el pensamiento" y/o "Las aves y los peces".

Dentro de su tratamiento de la madre natura, se observa la presencia de dioses omnipresentes en la vida del hombre, o sea, que el plano divino y el terrenal constituyen un único microcosmo. Es así que las deidades se involucran en la dinámica humana,viéndolo todo e intercediendo de acuerdo a las circunstancias. Mendive concibe el agua como el origen del universo, pero además, con facultades purificadoras —véase la obra “El agua del río limpia en alma” (2000). Igualmente, los animales totémicos son constantes en su obra, incluso en la vertiente performática, ya que le funcionan semióticamente para generar significados o historias a partir de la única representación de un pavo real, de aves y/o peces de manera genérica. La utilización del cuerpo humano como herramienta del lenguaje expresivo en sus performances ha abierto otros horizontes a su obra. La metamorfosis del hombre en animales, espíritus, orishas, etcétera, carga la acción de histrionismo, espontaneidad e improvisación, dado el hecho de que Mendive no condiciona la interpretación de los modelos, sino que les da la libertad de configurar sus personajes a encarnar a partir de una idea matriz. El propio cuerpo desnudo (o semidesnudo) es el único recurso expresivo con que cuentan los danzantes y, dentro de todo el espectáculo, queda expuesta la raza humana como una figura dual que, con la misma intensidad, logra ser dulce unas veces y violenta otras.


Manuel Mendive interviniendo un cuerpo en la preparación de una performance
 

La representación de pataquines yorubas llena gran parte de la obra mendiviana. Estas historias de carácter religioso brindan múltiples lecturas debido a la manera ambigua en que están contadas las mismas, aunque Mendive sólo propone una de ellas. Los relatos que plasma en su obra son creados a partir de su propia experiencia, siendo una suerte de pataquines propios con un alto componente autobiográfico. Estas experiencias, tomadas de la vida real para contarlas al mundo a la manera de las historias yorubas, convierten a Mendive en un cronista de la cotidianeidad que lo rodea.

Los orishas, por otra parte, constituyen un pilar temático dentro de su obra, puesto que el lienzo o la madera se vuelven el recurso para homenajear a sus santos. Es así que los representa de acuerdo a cómo los concibe en su mente, de manera antropomórfica y con una ambigüedad sexual que sugiere cierta androginia. No obstante, mantiene lazos con la concepción convencional de estas deidades, al poseer las representaciones un gran simbolismo, a partir de los atributos que los acompañan o los escenarios donde viven, según lo refrendado por la tradición oral

Algunas consideraciones finales

Manuel Mendive ha estudiado a profundidad la mitología y las tradiciones traídas desde África por los esclavos en los barcos negreros, sabe del sufrimiento de este pasaje histórico y lo respeta. Reconoce la transculturación que sufrió nuestro país e intenta salvar distancias, suscitadas por el sincretismo, con la cristiandad para hacer prevalecer la parte negra de Cuba, tan soslayada por la historia.

El artista posee una estética muy personal, volcada a un mundo mágico que responde cosmovisivamente a las religiones afrocubanas. El interés por África constituye una constante en su obra desde la década de 1960 y hasta la actualidad, en la cual se mantiene activo y con las mismas inquietudes básicamente. Los límites entre el componente africano y el afrocubano en su obra son en extremo difusos, pues Mendive se nos muestra como una gran enciclopedia multicultural donde las religiones se hibridan y lo real se transfigura en magia una vez que lo atraviesa su subjetividad. Por las razones anteriores, es considerado el Decano del Arte Afro-Cubano Contemporáneo, título antes otorgado únicamente al maestro Wifredo Lam.

Notas

[1]Ximena Chávez Velázquez. “Los colores de la magia cubana”. El Mercurio (Santiago de Chile), Viernes 23 de agosto, 1996, p. 8.

[2] David Mateo. “La sinceridad como ritual: Conversación con Manuel Mendive”. Mendive. La Habana: Collage Ediciones, 2015, p. 204.