Marta Gómez al servicio de la canción siempre
Jovial y tierna. Seductora con su colorido atuendo y su sonrisa amplia. Feliz de cantar en Cuba. Su voz abraza y abre aun más sus brazos para arroparnos a todos contra su pecho, y contarnos las historias suyas y las de quienes la inspiraron a componer. Gana a todos con su carisma y ansía regresar.
La colombiana Marta Gómez, con tantos colores en su vida como puede tenerlo una mujer que decidió vivir de la música siendo muy joven, que viajó con sus tradiciones y cultura a vivir en Boston, y que luego se estableció en Barcelona, vino a La Habana a celebrar sus 20 años de vida artística y discográfica a propósito del Cubadisco 2023.
A Cuba la tengo en mi corazón porque escucho música cubana y leo poesía cubana desde siempre. Ustedes bien lo saben, Cuba es una isla tesoro para el resto de Latinoamérica. Yo tenía el sueño de conocer este país y músicos emblemáticos y jóvenes, y cuando conocí a Liuba María Hevia, mi ídolo, ella me trajo en enero de 2020 para su Festival Alma Creadora.
“Cuba es una isla tesoro para el resto de Latinoamérica”.
Vine solita —nos cuenta— y la verdad es que así no me gusta cantar porque creo que no soy muy buena en la guitarra… Quise armar una banda, quizás, guitarra y violín. Mis amigos del Dúo Karma me recomendaron llamar a Enid Rosales para que me ayudara a conectar con otros músicos. A ella le preguntaba todo y cuando estaba coordinado lo relacionado con la banda, es que chequeé en Youtube quién es la persona con la que estaba hablando, o sea, Enid Rosales, y en cuanto vi el primer video, quedé perpleja. No quise tocar con más músicos, sólo con ella. Le propuse: Yo toco con mi guitarra básica y tú me la coloreas… La química fue inmediata, los conciertos son hermosos así.
Pudimos comprobarlo en el concierto que ofreció en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba este jueves, “sitio al que volveré este domingo para, junto a la Orquesta Sinfónica, celebrar de otra manera mis 20 años de trabajo y el Día de las Madres”.
Marta sorprendió al público al llegar al escenario, sola, y emplear el sintetizador para multiplicar su voz en voces diversas que la acompañaron en la interpretación del primer tema. Fue sublime, inesperado.
Luego, la cantautora y tresera Enid Rosales, la acompañó con su instrumento en un recorrido de sonoridades acogedoras y suaves.
Marta nos conmovió al hablar de Basilio, quien hoy es su amigo, y a quien el destino lo colocó desde que tenía 7 años a trabajar en las minas del Cerro de Potosí. Nos contó su historia, similar a la de todos los pequeños que trabajan en esos lugares del mundo, para recibir un miserable sustento, poniendo en riesgo su vida.
Uniendo mediante invisibles hilos musicales los diversos temas, Marta fue contando y cantando, hasta despedirse tímidamente y abandonar el escenario. Pero nadie se movió de su asiento, y al escenario volvió para recordar a Pablo Milanés con la canción de su autoría “Yo no sé”.
Sorprende su autenticidad, su manera de hablar con todos, como hermanos de la vida. Insistió en la infinita bondad que todos poseemos y que debemos compartir. Agradeció los aplausos, la presencia, el respeto. Coloreó el espacio.
Cada lugar que uno pisa, quiéralo o no, te permea en la creación musical. Soy el resultado, justamente, de ese andar por el mundo, y pienso que la música es jugar a divertirse, y entre mujeres nos entendemos mucho porque poseemos una sensibilidad distinta.
A Enid y a mí también nos une el ser madres, pensar parecido, la energía… Eso se ve en el escenario, que no hace falta lucir más… Estamos al servicio de la canción y eso se nota.
¿Ser mujer te ha dificultado tu carrera?
Pues mira que ha sido todo lo contrario, en mi caso. Ser mujer en un mundo de hombres compositores en su mayoría, te puede beneficiar… Por ejemplo, recuerdo que, durante mi estancia en Boston, el sello Putumayo convocaba a Festival de Mujeres, Latinas… Así que pertenecer a esa minoría me ha beneficiado, ha sido una ventaja. No me ha sido preciso luchar demasiado por ser mujer. Sin embargo, el ser joven sí fue un problema en su momento. Cuando te presentas con 20 años, pueden no confiar en ti porque creen que no tienes nada que contar, teniendo en cuenta que poco has vivido… Pero eso cambió: he sufrido, ya he parido, ya he criado a mi hijo… ya puedo decir cosas.
Tengo muchos proyectos. Uno de ellos es un disco para niños que está a media producción, que es lo más difícil… Eso es una muy buena noticia porque carezco de mucha disciplina para sentarme a grabar y no soy buena produciendo, por eso pido ayuda. A mí me gusta grabar y ya, realmente.
Pero antes saldrá un disco homenaje a una poeta polaca Wisława Szymborska que me encanta. Llevaba muchos años con esta idea. Al fin grabaré esas canciones junto al cuentero colombiano Nicolás Buenaventura, quien irá contando poemas de ella, adaptados al español, mientras voy cantando.
¿Tienes algún conflicto con la guerra?
Siempre, para la guerra nada. Me preguntan por qué empleé una oración en negativo, ¿por qué no dije: para la paz todo? Y no, lo pensé diferente… no podemos matar en nombre de la paz, pero a la guerra nada.