En el Parque Vidal, centro mismo de la ciudad de Santa Clara, se alza la estatua sedente de una majestuosa dama, Marta Abreu, benefactora de los villaclareños. Pero afortunadamente, doña Marta no está solo ahí, está en el recuerdo agradecido de sus compatriotas, en cuanto homenaje se le rinde y en cuanto vive y hace hoy la gloriosa Santa Clara.

Por más de una razón entra Marta en la historia de Cuba. Provino ella de una familia acaudalada, de padres igualmente nacidos en Santa Clara, y desde joven viajó por Estados Unidos y Europa, por lo que además de poseer una educación esmerada se hizo de una cultura apreciable, como a la que entonces solo podía aspirar una dama de la más rancia aristocracia y fortuna. Sin embargo, tuvo la grandeza de no envanecerse, ni olvidarse de los suyos.

Con la salud muy quebrantada, Marta Abreu murió a los 59 años, el 2 de enero de 1909. Imagen: Tomada de Internet

La relación de obras de beneficencia y utilidad pública a las que contribuyó de su peculio es elocuente.  Echemos un vistazo. Tras el fallecimiento de los padres, Marta, con el consentimiento de las hermanas, da curso a su labor benéfica. La primera obra es la creación de dos escuelas para pobres de la raza blanca, una para hembras y otra para varones. Después crea una escuela para niños pobres de la raza negra, en la que fomenta el aprendizaje de oficios útiles para la vida. En los años subsiguientes se hacen realidad otros proyectos: dos asilos para ancianos sin amparo y la adquisición del terreno donde se erigiría un edificio con tres departamentos, uno para la Policía, otro para el Cuerpo de Bomberos del Comercio, y el destinado a la enseñanza.

Quedábale no obstante, su obra más notable, una que llega a nuestros días y es orgullo de Santa Clara: el teatro La Caridad, inaugurado el 8 de septiembre de 1885, que dotó a la ciudad de un centro artístico cultural con los estándares más exigentes a que se podía aspirar en la segunda mitad del siglo XIX.  

Su altruismo se expresa en otras obras: adquiere un local desocupado y lo entrega a veinte familias, con cocina y patio colectivo. De este modo no solo les proporciona hogar, también los integra a la vida de la comunidad. Ayuda a pobres y a quienes desarrollan un trabajo intelectual.

De sus convicciones humanistas y patrióticas dan cuenta otros hechos. Tan pronto accedió a sus bienes liberó a los esclavos y les entregó parcelas para que las trabajaran.

Un año después, en 1886, en la Plaza Mayor que hoy ocupa el parque Leoncio Vidal, centro de la ciudad, costea la erección de un monumento a la memoria de Juan Martín Conyedo y Francisco Hurtado de Mendoza.  Ordena construir cuatro lavaderos públicos, habilita una estación meteorológica, patrocina la construcción de una planta eléctrica y la estación de ferrocarriles, un dispensario médico para niños pobres, obsequia los instrumentos para la banda de música, da su aporte a la reparación del camino a Camajuaní. La Ciudad de Marta, se sobrenombra justamente a Santa Clara.

De sus convicciones humanistas y patrióticas dan cuenta otros hechos. Tan pronto entró en posesión de sus bienes liberó a los esclavos y les entregó parcelas para que las trabajaran. Durante la Guerra del 95 puso su fortuna a disposición de la lucha por la independencia. Hizo donaciones cuantiosísimas. No hubo persona alguna que de su peculio contribuyera como ella a la libertad de Cuba. Tuvo que abandonar la patria y se estableció en Francia junto a su esposo, el abogado y también patriota Luis Estévez, quien llegaría a ser vicepresidente de la república una vez instaurada esta.

En visita a Santa Clara, el Generalísimo Máximo Gómez comentó: “Si se sometiera a una deliberación en el Ejército Libertador el grado que a dama tan generosa habría de corresponder, yo me atrevo a afirmar que no hubiera sido difícil se le asignara el mismo grado que yo ostento”.

Con la salud muy quebrantada, Marta Abreu murió a los 59 años, el 2 de enero de 1909, fecha de la que ahora se cumplen 115 años. También recientemente, el 13 de noviembre pasado, se conmemoraron 174 de su natalicio.

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