Tres historias que parecieran diferentes se cruzan para contar una realidad: cuando proyectos mineros e hidroeléctricos amenazan los suministros vitales de agua en América Latina, los pueblos luchan por proteger sus recursos y su forma de vida. El director Will Parrinello recorre, en 90 minutos, tres historias de resiliencia y lucha social.  

El documental Agua es vida se presenta en el 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano como una propuesta descolonizadora y, como dijera la embajadora de Honduras en Cuba, Olivia Marcela Zúniga Cáceres, deviene denuncia de crímenes cometidos en las dictaduras del continente, en este caso, el asesinato de la indígena lenca, feminista y activista del medio ambiente Berta Cáceres, madre de la propia diplomática.

“El documental Agua es vida se presenta (…) como una propuesta descolonizadora”.

“Berta Cáceres está viva”. La frase retumbó en el cine La Rampa durante la presentación del documental. La directora de cine cubana Lizette Vila remarcó el carácter de “obra denuncia” de Agua es vida, un producto audiovisual que defiende los sueños de justicia y libertad de las minorías étnicas en el continente.  

Además de la historia de la hondureña, también son protagonistas del documental Francisco Pineda, agricultor de subsistencia en El Salvador; y Alberto Curamil, líder indígena mapuche en Chile, los cuales se negaron a permitir que la industria apoyada por el gobierno y las empresas transnacionales les arrebataran el agua y la redirigieran a la minería, los proyectos hidroeléctricos o la agricultura a gran escala.

Los protagonistas de este documental son gente que viene de la raíz misma del pueblo.

A pesar de las garantías de las empresas y las autoridades, tres líderes sociales sabían lo que les esperaba: agua contaminada, devastación medioambiental, pérdida de su memoria histórica y destrucción de sus comunidades.

En la trama del audiovisual convergen el coraje y determinación de sus protagonistas con la traición y corrupción, y las amenazas de muerte y asesinatos con victorias inesperadas en el campo y en los tribunales.

“Es una historia que plantea cómo el desarrollo económico puede crecer en armonía con la protección del medio ambiente. Por encima de todo, Water for life ilumina el creciente reconocimiento de los derechos indígenas y la creciente demanda de responsabilidad empresarial y justicia medioambiental que se observa en todo el mundo”, refiere la sinopsis del documental de Estados Unidos en coproducción con Chile, El Salvador y Honduras.

Agua es vida “(…) ilumina el creciente reconocimiento de los derechos indígenas y la (…) demanda de responsabilidad empresarial y justicia medioambiental”.

El derecho al agua es un problema global, en América Latina se ha convertido en una cuestión de vida o muerte y como dijera Olivia Marcela Zúniga Cáceres, los cambios sociales solo se pueden logran desde abajo. Agua es vida deviene ejemplo de cuánto se puede lograr cuando se lucha por una causa justa, y el poder de unir la voz para luchar por los derechos de los pueblos y la protección del medio ambiente.

Estas tres historias están presentes en todos los continentes. Agua es vida es una historia que comienza y termina con el agua.