Los héroes de estos tiempos
15/4/2020
Cada época tiene sus grandes desafíos, sus retos y, lógicamente, tiene también sus héroes, sus protagonistas, y sus grandes hazañas. ¡Cuántos no duermen por estos días en que la pandemia intenta robar la paz de los cubanos! ¡Cuántos son los que trazan estrategias! ¡Cuántos los que mantienen la idea fija, precisa, en la solución de los problemas! Para ello, son muchos los que han dejado atrás la familia, los descansos, los encuentros con amigos y adquieren una familia mayor: su pueblo.
Hace un tiempo —quizás hace ya más de un año— alguien me escribía desde Suramérica y, en tono de noble inquietud, me comentaba que casi nadie de la nueva dirección del gobierno en Cuba había estado en la Sierra Maestra. “Es lógico”, pensé, “no siempre vamos a tener a quienes, desde la Sierra, soñaron y conquistaron la libertad y la independencia en Cuba”.
Lo curioso es que el enemigo es el mismo: un imperio obstinado y feroz. Han cambiado los líderes, pero el contexto histórico continúa igual. Recordemos a Martí: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.
A la actual dirección cubana le ha tocado dirigir este país ante un gobierno norteamericano prepotente en extremo. Donald Trump, perverso y retorcido, representa, como muchos de sus predecesores, “un peligro para nuestras tierras de América”. Impredecible, desafiante y fanfarrón, amenaza una y otra vez; intenta encerrar a la pequeña e intrépida Isla del Caribe.
Foto: Tomada del periódico Escambray
Es verdad, ni Díaz-Canel, ni Salvador Valdés Mesa, ni José Ricardo Guerra, ni Manuel Marrero, ni tantos jóvenes valiosísimos y talentosos —léase también corajudos— estuvieron en la Sierra. Pero, ojo: crecieron bajo la luz de quienes sí estuvieron. Los que asaltaron el Moncada no libraron batallas junto a Maceo y Gómez, pero hay coraje en los genes de la Isla: si algo está claro en Cuba es que la valentía y el talento han pasado de una generación a otra sin dificultad alguna.
En pocos años —¡y con qué destreza y precisión!— estos jóvenes, los que hoy están al frente de Cuba, desafiaron ciclones, tornados, limitaciones impuestas y ahora dos cosas: la pandemia y esa otra plaga, llena de muros y barreras, nombrada Donald Trump.
Quienes en la televisión cubana vemos a los jóvenes líderes de la Isla, no solo escuchamos sus palabras, no solo detallamos en sus precisiones, sus consejos y sus estrategias; vemos también las ojeras por la falta de sueño, las largas horas de trabajo, el ir y venir de un sitio a otro, las continuas reuniones. Estas son las luchas de estos tiempos: los desvelos, el afán y el amor. También va en esas luchas —no ha dejado de ir— la independencia de la Isla. Los héroes han cambiado de nombre, pero, como decimos los cubanos, el cinto sigue tan apretado a la cintura como cuando se lo ajustaron aquellos que emprendieron las primeras luchas en los campos cubanos. Talento hay, coraje y sensibilidad. Y la ternura no falta a la hora de hacer y de decir.
Es cierto que son jóvenes quienes libran estas batallas en nuestro país, pero ya han salido victoriosos en otras contiendas, siendo aún más tiernos. Y ojo: quedan todavía, y en primera línea, quienes sí estuvieron en la Sierra; ellos saben apuntar con precisión y vencer con maestría.
Pero eso quería decir, que no solo escucho las palabras del presidente, o del primer ministro, o de los demás jóvenes ministros. A veces miro a sus ojos y sé —lo tengo claro— que no han dormido en días, que no han visto a sus hijos o a sus esposas, que no han ido a sus casas. Y es entonces cuando vuelvo a los genes, a la Historia cubana. Fue Céspedes, en una situación difícil, quien señaló: “Oscar no es mi único hijo…”. Hoy, ahora mismo, hay muchos que no duermen, que ni siquiera han visto a los suyos, y lo hacen para que otros hijos se salven, para que otras madres mantengan la alegría; y para que esta Isla, como siempre, siga rodeada de amor por todas partes. Hablo también del joven periodista que no descansa; de la joven doctora; de los muchachos y muchachas que, desde una humilde máquina de coser, no detienen sus manos para que más coterráneos puedan protegerse. Esto, sin dudas, me recuerda a Emilia, aquella joven matancera que bordó la bandera cubana.
Es cierto, muchos de estos jóvenes no estuvieron en la Sierra; pero la Sierra, y la Patria toda, los contempla orgullosa.