Como si le fuera insuficiente su larga y valiosa contribución a la grandeza de la música cubana, en su doble condición de intérprete y compositor, José María Vitier ha devenido, en estos dos años de pandemia, una especie de terapeuta espiritual con sus especiales conciertos en el histórico Teatro Martí. Allí ha convocado a otros valiosos artistas que, como él, han asumido la noble tarea de fortalecer la riqueza espiritual de sus compatriotas, tan dañada por la enfermedad, el miedo, la muerte y el encierro.

“José María Vitier ha devenido, en estos dos años de pandemia, una especie de terapeuta espiritual con sus especiales conciertos en el histórico Teatro Martí”.

Así se lo propuso hoy con esas “tentaciones” que le han surgido mirando los amaneceres y que entrega bajo el piadoso nombre de Bienaventuranzas. En ellas ha unido el talento de figuras como la flautista Niurka González, la soprano Bárbara Yanes, la percusión de Yaroldy Abreu y Abel Acosta, los versos de San Juan de la Cruz, de Fina García Marruz y los propios, para en hora y media transportarnos a una atmósfera de goce y meditación.

Y como cómplice mayor, Silvia Rodríguez Rivero, quien con sus hermosos cuadros nos atrapa en la intimidad del espacio, compartido con la Orquesta de Cámara de La Habana, a cargo de la maestra Daiana García.

“Como cómplice mayor, Silvia Rodríguez Rivero, quien con sus hermosos cuadros nos atrapa en la intimidad del espacio”. Imagen: Tomada de Cubarte

Tarde hermosa, que nos comprueba cuánto puede darnos el gran arte.

Gracias, admirado artista y amigo. Gracias.

1