Los 90 de Celeste, reina del guaguancó
7/4/2020
Tuve la satisfacción –es la palabra exacta− de entrevistar a Celeste Mendoza, visitarla en su apartamento de la calle Línea y conversar con ella, simpática comunicadora, en más de una ocasión. No es la primera vez que escribo sobre ella y me honra recordarla. Familiar, generosa, poseedora del don de “caer bien” y muy agradecida de cuantos la ayudaron, Celeste nunca se cansó de expresar su reconocimiento a Benny Moré o su amistad con el compositor Juan Arrondo, ni de dejar bien sentada su condición de cubana.
Y ahora, casi por casualidad y con escaso tiempo, reviso mi papelería y compruebo que el 6 de abril Celeste Mendoza cumpliría (cumple) 90 años. También hace ya más de veinte de su deceso el 22 de noviembre de 1998, una noticia que consternó a amistades, admiradores, a la comunidad artística cubana y a cuantos la conocieron.
Celeste trabajó la canción en estilo de guaguancó. Es decir, tuvo la inusual capacidad para llevar a tiempo de guaguancó, o sea, guaguancosear, cuanto número pasó por su nutrido repertorio. Esto determinó que sus interpretaciones devinieran únicas y un espectáculo en sí mismas. Para quienes no están avezados con los géneros cubanos, aclaremos que el guaguancó es una de las modalidades de la rumba y como género goza de mucha aceptación en el país. El ritmo y la percusión se combinan con el canto y el baile, en amalgama de fabulosa musicalidad de raíces africanas. El guaguancó tuvo una reina cuyo trono permanece hoy vacío: Celeste Mendoza. Fue ella misma quien, unos cuantos años atrás, contó al periodista Omar Vázquez que “fue Rita Montaner quien, al verme en un programa de televisión, expresó: ‘Al fin veo una verdadera artista cubana que expresa en lo vocal y lo coreográfico, con espontaneidad, sin dobleces, nuestra música popular y folclórica. ¡Es la reina del guaguancó!’”
La Única no se equivocó. Celeste dijo entonces también que su mejor momento artístico fue en París, en el teatro Olympia, donde la aplaudieron e hicieron salir a escena varias veces. No obstante, fue embajadora de la música cubana en otras muchas latitudes: Panamá, Venezuela, Puerto Rico, Estados Unidos, México, Unión Soviética, Polonia, Japón, España…
Nacida en Santiago de Cuba el 6 de abril de 1930, debutó en programas radiales para aficionados y hacia 1951 ingresó en el cuerpo de baile de Tropicana. Eran los tiempos de las célebres producciones de Roderico Neyra (Rodney) y en el propio cabaret la chica veinteañera llamó la atención por sus dotes para improvisar y cantar, dando inicio a su carrera de solista.
En la televisión, que entonces nacía, se estrenó en 1953, en el programa Esta noche en CMQ, bajo la dirección de Joaquín Condall. Celeste grabó bastante —desde los tiempos de las antiguas placas sencillas de 45 r.p.m. hasta los modernos CD— por lo que su voz siempre quedará, al igual que su imagen. La última actuación televisiva tuvo lugar en el programa Perlas Cubanas, donde coincidió con Beatriz Márquez, el Coro Exaudi, Sara González y Mayra Caridad Valdés, entre otras destacadas voces femeninas.
En una tierra como la nuestra, poseedora de un linaje artístico especial, en el cual se incluye un rey de la melodía, Joseíto Fernández; un rey de los cueros, Chano Pozo, y un rey del mambo, Dámaso Pérez Prado, también un monarca, el danzonero Antonio Arcaño; una emperatriz del danzonete, Paulina Álvarez y por si fuera poco contamos con la Única, Rita Montaner, y con el bárbaro del ritmo, el señor Benny Moré, Celeste tiene su sitial en condición de reina del guaguancó.
¡Enhorabuena, Celeste, en este 90 aniversario!