Lo más importante que nos legó Fidel
2/12/2016
No sé de qué se sorprenden. Hoy como ayer, la portada de Yahoo muestra imágenes de La Habana en normalidad como un hecho insólito, cual si fuera la primera toma de un planeta desconocido. Como cualquier ser humano, Fidel murió, y los cubanos seguimos y seguiremos el curso de nuestras vidas.
La reacción mediática desde otra parte del mundo me recordó cómo hace varios años, en Puerto Rico, frente a un debate académico en el que un grupo de analistas se ensañaban con Fidel como responsable de todos los problemas de Cuba y no paraban de nombrarlo, debí contarles que aquí lo teníamos presente como una inspiración fundamental, como alguien que nos iluminaba y nos enseñaba cada día, pero no de la manera obsesiva con que ellos le atribuían la responsabilidad de tantas cosas. Les dije que en Cuba vivíamos 11 millones de personas pensantes, que había muchos espacios de la vida de cada uno, estrictamente personales e íntimos, y que cada cual era absolutamente responsable de innumerables cosas en muchos planos de su accionar.
Foto: Abel Carmenate
Por eso la vida sigue, aunque el dolor sea fuerte y arda profundo, en una zona que debe ser eso que llaman el alma. Y seguirán nuestros pensamientos y acciones, aunque él nos hará falta siempre. La diferencia en relación con la muerte de cualquier otro ser humano, aquí y ahora, es la impronta, las infinitas huellas de dignidad, arrojo y entrega a la causa de los más desfavorecidos que nos deja Fidel y nos marca la memoria con infinitas vivencias. Son las que condicionan nuestras acciones, como marcas de una educación humanista guiada por su ejemplo. Por eso la serenidad y el aplomo que se aprecia simplemente en la ciudad, en este fin de semana soleado y fresco. Porque lo más importante que nos legó Fidel es la dignidad de ser nosotros mismos; de atrevernos a defender ideas para soñar un mañana mejor, en medio de este mundo tan injusto; de conmovernos por el dolor propio y ajeno, y empeñarnos en borrarlo; de rebelarnos contra injusticias y errores, y de saber que cada uno de nosotros también puede haber cometido los suyos, pero estamos obligados a recapitular y a saber por qué y para qué actuamos, con lo que hemos sido como una brújula que no podemos perder. Sin palabras altisonantes ni vaciadas por la repetición, pero con esencias.
Sorpresas semejantes frente al sosiego de estos días ya habían sido reportadas desde aquí y multiplicadas por pantallas de todo el planeta, en julio de 2006 y otra vez unos meses más tarde. Quienes padecen esos estupores no saben que la huella más importante de Fidel es la que llevamos en la sangre, sedimentada en valores y convicciones que descubrimos aquí y allá, germinada en otros e interconectada con la nuestra. Es esa la energía que cada uno de los revolucionarios, en el sentido fidelista del término, tenemos que multiplicar una y otra vez frente a los riesgos de nuevo tipo, cuando viejos adversarios se valen de máscaras de burda teatralidad y guantes de seda, y se entremezclan con ingenuos y oportunistas, sietemesinos sin fe.
Pero quién dijo que conquistar el cielo era fácil.
Fidel es toda una Patria
“Es hermoso servir a la patria con hechos…”.
Salustio (Historiador latino)
Fidel, es nuestro, es de la Patria, con todo su cielo: “El que supo derrotar a sus enemigos y sobrevivió a cientos de atentados contra su vida debido a su posición firme en contra del imperialismo”, así nos habló Jacob Zuma,
Un gran hombre que no solo triunfó en el Moncada, en el Granma y en la Sierra, sino que ha sido invicto entre los invictos; cabe expresar cuánto dolor el pueblo y el mundo siguen, el dolor “se multiplica, se comparte entre miles, y centenares de millones”. Hoy no solo cabe llorar, sino más, hacer, crear, construir Pueblo y Patria; así cierta vez Chávez expresó: “…Patria, Patria, Patria querida, tuyo es mi cielo, tuyo es mi amor…”, así sentimos al Comandante con todo el amor de la Patria.
Nuevamente Zuma asintió con total certeza: “…El compañero Fidel desplegó tropas de combate, asesores militares y equipamiento para defender a Angola de una invasión lanzada por las fuerzas de defensa de la Sudáfrica racista, que estaba respaldada por las fuerzas locales negativas…”, nos demuestra con claridad que Fidel asumió la lucha, como consigna, como modo único para vencer, y su firme convencimiento de ayudar, con ese profundo sentido humanista, que siempre lo describió, su alto sentido de protección a los países en pugna y desprotegidos.
“Fidel, que tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él…” lema de emancipación y demostración que ha identificado a una nación, a todo el mundo, que sabe que Fidel, no precisa de cargos para ser quien es, porque Fidel es Fidel, el amigo y compañero inseparable de todos.
Así nos afirmaba el Luis Ferre, el político y músico Puertorriqueño: “La Patria no se cultiva ni se enriquece, ni se hace grande con el grito. Porque el grito no convence. El grito no entra dentro de la razón humana. Solamente la razón puede convencer con sus argumentos…”, y esa sentencia de lucha, la de convencer con sus argumentos, fue la causa por la que Fidel triunfó, y triunfó como vencen los grandes, así, fuerte, victorioso, y útil, porque cuando se convence con los suficientes argumentos que demuestran que un pueblo vale, que un pueblo siente, que un pueblo se sacrifica, es porque su pueblo reconoce que su Líder, vale, y sí, Fidel vale, porque nos los ha demostrado, porque con la utilidad de la virtud, ha entrado ya para siempre en los portones de la Historia, como expresaba Juan Gelman, el reconocido intelectual argentino: “yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro/ la Historia arreglará sus cuentas allá ella/ pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos/ buenas noches Historia agranda tus portones/entramos con Fidel con el caballo”.
Jacob Zuma, expresó una vez más, con total contundencia: “…La muerte del compañero Fidel es una pérdida dolorosa para el pueblo de Sudáfrica. Él estuvo al lado nuestro en solidaridad y respaldó la lucha, incluida la campaña internacional para aislar al régimen del apartheid. Sabíamos que podíamos confiar en Cuba, un amigo y un aliado de los oprimidos”, y cuando se confía en un amigo, en un líder, se nos va la vida, se los damos todo, porque quien merece, como quien vale, gana, vence, vive.
La vida de un hombre genio, de un hombre masa, de un hombre idea, de un hombre mundo, se siente, como se siente la muerte, aunque la muerte no sea cierta cuando se ha cumplido con la hazaña de cada victoria, cuando se ha cumplido con el sueño de transformar lo que se debe, lo que hace falta; el político y pensador indio Mahatma Gandhi explicaba en torno a la muerte: “La muerte no es más que un sueño y un olvido”, así solo debemos pensar y hacer saber que Fidel no ha muerto, porque permanece en la continua lucha de los pueblos oprimidos, de los pueblos que desean la paz, como el derecho más inalienable de los derechos de la humanidad; pero la muerte existe allí, donde todo es perfecto, que enojo saberlo; en palabras del escritor francés Jean de la Bruyere nos pronuncia: “La muerte no llega más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida”, y la muerte del Comandante en Jefe, se sentirá por toda la vida, aunque la muerte esté allí, sí, allí donde cabalgan los que luchan por vencer.
“…Todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria”, Martí lo dijo, Fidel nos honró con ofrecernos Patria, un honor conquistado y que hoy tenemos que salvaguardar, nadie puede olvidar que si hoy somos un pueblo justo, es porque Fidel conservó lo de útil que posee una nación, su Patria, su sangre.
Deseo concluir con una sentencia que ha de guiarnos, de ahora en lo adelante en la construcción permanente de nuestra sociedad, y en el recuerdo perenne de su hijo, más impetuoso: “No puede haber una revolución total sino una revolución permanente. Como el amor, es el goce fundamental de la vida.” Max Ernst, pintor y escultor alemán.
Fidel, nuestro Comandante en Jefe nos legó una Revolución encendida con la llama más ardiente, que es, la del sacrificio y la generosidad profundas. Y eso es lo más importante que nos legó Fidel, (…) lo más importante (…) la dignidad de ser nosotros mismos. A ser todo por todo, una Patria.