Lo extraordinario que no se ve
23/3/2021
“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven.”
José Saramago
Ayer bromeaba con un post. Me refería al estreno hoy de la canción de Buena Fe que celebra las vacunas cubanas. Les va a gustar la canción, no se pierdan su estreno.
Cosas curiosas pasaron con mi post. Varias personas me escribieron preguntando de qué se trataba. Qué era tan relevante. Se generó expectativa.
La fabricación de un grupo de vacunas en nuestro país pudiese parecer un hecho común y corriente. En definitiva, desde que nacen, de manera rutinaria, todos los niños son vacunados, ir a un hospital es cuestión únicamente de necesitarlo, la salud está al alcance de todos. Pero no es un hecho común y corriente.
Cuba está desafiando el "destino (manifiesto)" que le correspondía por su enclave geopolítico. Qué es lo común y corriente en nuestra región:
*Gran parte de los sistemas de salud pública, precarizados por las políticas de recortes al gasto social, han estallado sin poder dar una respuesta efectiva ante la crisis de salud provocada por la pandemia. Esto ha vulnerabilizado más de lo que ya era la vida de millones de latinoamericanos. Hay un hecho para leer entre líneas: el derecho a una vida digna es violado flagrantemente por un sistema que sacrifica lo que deba ser sacrificado en pos de las lógicas de reproducción y acumulación del capital en unas pocas manos, aunque constitucionalmente sean reconocidos todos los derechos, hasta los de asociación política. Eso no cambia nada.
*Ningún país de la región tuvo la capacidad de crear sus propias vacunas. Producir esas vacunas no es un hecho fortuito. Es resultado de la convergencia compleja entre disímiles factores: un sistema de educación robusto que garantiza la formación de excelentes profesionales; inversión considerable de recursos en los campos de la ciencia y la tecnología; voluntad política para priorizar aquellas actividades directamente relacionadas con la vida de la población; vocación de servicio público de sectores como salud y educación. Cada una de estas cuestiones mencionadas constituyen la antítesis del capitalismo en nuestra región y en gran parte del mundo. No es un dato menor.
*Los esquemas de vacunación, en no pocos casos son morosos, han estado plagados de eventos de corrupción, intentos de mercantilización y desorden.
Ustedes dirán que otros países (económicamente desarrollados) también han producido sus vacunas y yo les digo que veamos las economías de esos países para que podamos calibrar la proeza que está realizando la isla.
Cuando las matrices de opinión contra Cuba hablan de desconsiderar su excepcionalidad hay una cuestión que quieren obviar a conveniencia, más bien dos cuestiones: la eficiencia que ha mostrado el socialismo cubano para garantizar derechos humanos fundamentales con carácter universal e inalienable, de manera efectiva (1), a pesar de tener una economía bloqueada (2).
Las vacunas no tenemos cómo entenderlas al margen de esa matriz de análisis.
El bloqueo, creado y sostenido para generar miseria en el plano económico y frustración, resentimiento, tristeza y desidia en el subjetivo, no ha conseguido que prevalezca ni lo uno ni lo otro en torno a cuestiones fundamentales de nuestra existencia como nación, a pesar de la crisis económica que causa estructuralmente, junto a otros factores internos: la economía está en crisis, las carencias son duras e históricas, pero nunca el país se ha quebrado en su capacidad de generar mecanismos de garantías y protección sociales en áreas clave para la vida de todos.
Esto solo puede ser comprendido si admitimos la potencia del socialismo como sistema. Ahí donde los capitalistas del norte han querido imponer la asfixia, nuestro socialismo ha encontrado una línea de fuga para la vida.
Este hecho es inaudito en un sur explotado día tras día por las transnacionales, sin capacidad de generar vacunas, con esquemas de vacunación retardados e ineficientes en muchos casos y gran parte de la población en inhumanas condiciones de vulnerabilidad.
Por eso, necesitamos la eliminación del bloqueo para perder esa condición de excepcionalidad que nos desean imponer. Pero no hay una condición de excepcionalidad que debiéramos defender siempre? Un sistema que permita poner en primer plano, con todo lo que eso significa, el derecho de los cubanos a la vida.
No hemos encontrado la forma de sacar adelante una economía estructuralmente asfixiada por un bloqueo en un mundo donde el capitalismo es hegemónico, eso es un problema serio que no podemos desestimar. La batalla contra todos los órdenes de desigualdades sociales no la hemos vencido, a pesar de los enormes cambios para mayor justicia y equidad que se han hecho en estos 60 años y un panorama mucho más alentador que el que tienen ante sí los grupos vulnerabilizados en la región; los dispositivos para el debate y la participación política de que disponen organizaciones e instituciones deben actualizarse ante el nuevo contexto para poder acoger todas las inquietudes que van surgiendo entre juventudes (y ni tanto) revolucionarias políticamente comprometidas con la continuidad del socialismo en Cuba; se necesita una estrategia comunicacional efectiva, holística que garantice la efectividad del sistema de medios cubanos ante el avance irreversible de las redes sociales, que tenemos que aprender a usar para ponerlas al servicio de la Patria contraponiéndonos al hecho de que estén siendo usadas para agredirla.
Pero, en medio de esa agenda compleja tenemos que hacer una pausa para celebrar sin triunfalismos pero con total conciencia de lo que significa, el hecho de que nuestro país cuente con la fortaleza de inmunizarnos y protegernos.
Y cierro con una foto de Fidel, no puede ser otra, porque esa fortaleza con que hoy contamos tuvo que ver con la inteligencia colectiva que nos condujo hasta aquí, de la cual fue, en este, como en otros aspectos, un líder indiscutible.