Gustavo, ¿es esta La Cruzada que pensaste o han cambiado mucho los caminos sonoros desde tu idea primigenia al fundar la banda?
Me han hecho esta pregunta varias veces, y siempre digo que desde el principio quisimos hacer algo como lo que tenemos ahora, pero no sabíamos cómo. Opté por el rap, sin embargo, desde el punto de vista sonoro nos quedaba distante de la música cubana, no por rechazo o negación, sino por cuestiones de ignorancia. Nos parecía que el rap, con referentes foráneos en su mayoría, era nuestra zona de confort, pues la música cubana posee complejidades y códigos que hay que saber manejar. Digamos que no nos atrevimos al inicio.
Ha pasado el tiempo. Estudiamos mucho y se percibe el resultado de ese estudio y la diferencia respecto al trabajo anterior. Este disco, El velorio de la bobería, ha sido un reto total.
Cuando Gustavo González, director de La Cruzada, y Neris González Bello, musicóloga y mánager de la banda, me invitaron al prelanzamiento del DVD de este disco (disponible desde el 29 de abril en las plataformas digitales), pensé que sería la oportunidad perfecta para conocer sobre el trabajo minucioso de la sonoridad y el contenido lírico. Ya estaba al tanto de algunos de los temas que integran el álbum, aunque luego descubrí las variaciones de una versión a otra.
Lo sorprendente, al llegar a la Casa Producciones —espacio para festejar también los seis años de la banda— fue encontrar amigos, invitados y sobre todo expertos en cuestiones musicales, que de manera coloquial analizaron y elogiaron el salto sonoro de La Cruzada. Pancho Amat, Emilio Vega y Joaquín Borges-Triana explicaron con detalles las razones por las cuales a esta banda le queda chiquita la etiqueta de música urbana, así como los valores rítmicos y melódicos que posee ahora, resultado de un proceso de madurez.
No repetirse, abordar el mismo tema desde nuevas aristas y llegar a otras audiencias son los objetivos de Gustavo González. “Todo lo que la gente vea y escuche de La Cruzada ha sido muy bien concebido. Tenemos muchos códigos y aspiramos a que el público pueda descifrarlos, incluso aquel que se queda en lo sensorial y que está convencido de que escucha música cubana. No nos interesa lo banal o lo trivial para colocar nuestra propuesta”, explicó el joven músico.
La Cruzada se mostró ante el público cubano con Hagan sus apuestas y Pedazo de cielo. Seis años después, y en un contexto en que el eterno conflicto entre el mercado y la calidad crece, aparece El velorio de la bobería. Los títulos, compuestos por Gustavo, provocan: “Si tú no me conoces”, “Ready to go”, “Pónchala”, “Qué loquera yo tengo”, “I wanna party”, “Sentencia del barrio”, “Toque de queda”, “Mi verso a tus pies”, “Lo bueno es bueno”, “Sin extirparnos el cerebro” y “Juanito”, este último de la autoría de Javier Delgado, líder del grupo A2ram.
Según Gustavo el nuevo disco tiene de todo: “música electrónica, música bailable cubana —en especial songo, timba y rumba— y música del Caribe, fundamentalmente el dancehall y otros estilos”.
Es un punto de inflexión, un antes y un después…
Sin duda. La gente nos asociaba con Pedazo de cielo y con aquella sonoridad que presentamos en Bellas Artes, pero hemos cambiado. Este tipo de creación pondera el mensaje, y el resultado musical es mucho más propositivo, con marcada tendencia al divertimento de la audiencia.
Llevamos la música a muchos lugares. Interpretamos las canciones de El velorio de la bobería en muchas plazas. Algunas han cambiado, y el efecto nos ha sorprendido. Ahora comenzaremos a hacer llegar nuestra música e implementaremos una estrategia de dosificación para que cada contenido sea valorado.
Sobre el DVD, bajo el amparo de la casa discográfica BisMusic, y los códigos que hoy defiende La Cruzada, también conversé con Neris González.
¿Qué le aporta La Cruzada al panorama musical cubano?
La necesidad actual de ofrecer, dentro de la música urbana, resultados que sean avalados por un trabajo musical de envergadura; arreglos y orquestaciones que denoten un conocimiento vasto de los referentes sonoros del país y de otras naciones.
Voces autorizadas han hablado de la marcada cubanía de cada tema de esta producción. Incidí en ello desde que empecé a trabajar en el proyecto, no solo porque soy amante de la música cubana, sino porque considero que es válido que los jóvenes de hoy puedan expresarse a través de otros géneros relocalizados en Cuba, pero lo que nos distingue, justamente, es nuestra esencia.
“Hablamos de sentencias de vida y buscamos la filosofía popular con una mirada más universal”.
¿Cómo hacer coincidir y cómo conciliar musicalmente esos elementos que provienen de uno y de otro género en el mismo universo sonoro? Es ese el reto. Insistimos mucho en el contenido lírico, en las letras, incluso desde la primera etapa, la de la estética del hip hop pura. No es posible negociar, no podemos hacer concesiones con tal de ganar público. Nosotros vamos por la línea del rescate de valores. Hablamos de sentencias de vida y buscamos la filosofía popular con una mirada más universal. Temas que evocan, que son crónicas de lo que sucede actualmente a nivel global. Es una fortaleza, claro está, porque el mensaje puede ser empático en muchas latitudes, y es algo en lo que nos interesa seguir trabajando.
Me quedo entonces con uno de los temas del disco: “Lo bueno es bueno”, y no se tuerce con nada. La Cruzada lo reafirma.