Vendré es la ópera prima de la cantante Liudmila Pardillo, que se da a conocer en el mundo discográfico como un “producto” cien por ciento camagüeyano. Este es, además, el primer fonograma de una solista grabado en el Estudio Caonao de la Egrem en Camagüey, durante la pandemia de la COVID-19, en diciembre de 2021.
Ocho temas integran este álbum que demuestra las cualidades vocales e interpretativas de Liudmila, a partir de un interesante repertorio. En las obras incluidas en el volumen sobresale la presencia de la canción, rodeada de una notable variedad genérica que alcanza la balada-pop, el bolero, el danzón, el jazz, el son y hasta la rumba, al estilo de la ciudad de los tinajones.
Especialmente revelador resulta el desempeño de Liudmila Pardillo en este primer volumen en solitario, donde se valida como exponente de la canción cubana, capaz de hacernos vibrar con canciones que confirman la madurez conceptual de su propuesta.
Todo ello devela una voz de exquisita afinación, con matices interpretativos amplios que son explorados por Liudmila de la mano de Joaquín Betancourt, quien en este disco destaca como principal arreglista, tecladista y productor musical de todos los temas, excepto en “Tula”, donde el arreglista e intérprete de varios instrumentos de percusión fue Wilmer Ferrán, director de Rumbatá.
Vendré es una producción fonográfica con temas bien acoplados y equilibrados que comienza con el que da título al disco, de la autoría de Vicente Rojas. Resulta significativo el tributo que se rinde a dos figuras femeninas que han dejado su huella en la cultura cubana: Gertrudis Gómez de Avellaneda y Candita Batista.
En esta ocasión se incluye “Angelitos negros”, uno de los temas emblemáticos de Candita Batista, la vedette negra de Cuba. En este arreglo destaca la superposición del elemento español con la guitarra y el estilo vocal del cante jondo, mezclado con la percusión afrocubana, que refiere a lo criollo de nuestra cultura. Otro buen propósito del proyecto es rendirle homenaje a La Avellaneda, con “Tula”, una canción de la autoría del compositor ya desaparecido Rafael (Papito) García y versionada al estilo de la rumba camagüeyana de Rumbatá.
Liudmila aborda la canción en su amplitud de espectros, con un repertorio diverso en el que alternan y combinan sonoridades de cuerdas, teclados con tintes de jazz, guitarra eléctrica y concepto cameral como parte de los arreglos; todo ello con progresiones armónicas no convencionales, en las que las disonancias empastan con la tímbrica elegida para cada tema.
Vendré, a su vez, es todo un regalo sonoro para los amantes de las buenas canciones de la década de los 80, entre ellas “Fe”, de Alberto Tosca; así como de compositores que han marcado pauta en la cancionística cubana, tales como Isolina Carrillo, Salvador Adams y Alberto Vera. En todos los casos se revisitan estos temas con arreglos interesantes, novedosos y contemporáneos.
Consecuente con su título, el tema “Amigos” le permitió a Liudmila hacer gala de su calidad y virtuosismo vocal, haciendo suyo este hermoso título de uno de los representantes de la novísima trova cubana: Gerardo Alfonso. Este tema constituye el centro del disco, poseedor de una orquestación que recrea la sonoridad de jazz band. Para ello utiliza flauta, saxofón, trombón y trompeta, interpretados por músicos invitados de Camagüey; este hecho enriquece el colorido tímbrico-sonoro de la pieza. También es novedoso el coro final a cuatro voces que la cantante creó e interpretó en la propia grabación y que realza, al máximo, el clima dramatúrgico de la pieza.
Su versatilidad y talento se perpetuaron también en un making of realizado por un joven equipo audiovisual, dirigido por Pepe Fornet, el cual resultó nominado en la presente edición del Premio Cubadisco 2023.
Resulta evidente la experiencia de esta solista egresada del Instituto Superior de Arte —filial de Camagüey— en la carrera de guitarra y fundadora de la orquesta de guitarras Santa María Excorde de esa ciudad. Desde los 19 años comenzó como cantante principal de la agrupación Musicora, en la que permaneció durante ocho años; más tarde inició su carrera como solista, luego de resultar ganadora, por varias ocasiones, en el Festival Boleros de Oro en Camagüey.
Especialmente revelador resulta el desempeño de Liudmila Pardillo en este primer volumen en solitario, donde se valida como exponente de la canción cubana, capaz de improvisar al estilo rumbero; cantar un buen son, un canto flamenco y, además, hacernos vibrar con canciones que confirman la madurez conceptual de su propuesta. Su versatilidad y talento se perpetuaron también en un making of realizado por un joven equipo audiovisual, dirigido por Pepe Fornet, el cual resultó nominado en la presente edición del Premio Cubadisco 2023.
Este disco, en primer lugar, “paga” una deuda con la ganadora del Cubadisco 2005, de poder grabar un álbum y, en segundo lugar, demuestra que desde un estudio de grabación situado en el centro del país se pueden generar “productos” de alta calidad, con músicos como la cantante que Joaquín describe en las palabras del disco: “(…) una intérprete abarcadora, de recursos vocales que denotan una formación sólida como músico, que le permiten no dejar sin espacio musical creativo, cada segundo de canción”.