Liudmila Pérez: “El arte no puede esperar”
La soprano y maestra Liudmila Pérez López, una de las primeras figuras y directora del Teatro Lírico Rodrigo Prats de Holguín, institución insigne del arte escénico, sabe que sin infravalorar otros géneros musicales, quizá sea el lírico el más exigente con la voz, pues requiere de un proceso de aprendizaje más largo y difícil. Eso lo fue aprendiendo sobre la marcha: estudiando, probando, intentando, tropezando y volviendo a empezar.
A los grandes maestros que tuvo le debe lo que es hoy; al legado de Raúl Camayd, a la constancia de Concepción (Conchita) Casals y a los sueños de María Dolores Rodríguez. “Ahora lo más importante para mí es defender la herencia de esas grandes voces líricas de Holguín”.
El Lírico holguinero tiene hoy su líder en ella, con la alta responsabilidad de guiar a las nuevas generaciones en el camino del bel canto, mostrando las posibilidades de la voz humana como instrumento perfecto, dotado de un abanico infinito de tonos y colores, esa misteriosa alquimia que aporta determinado timbre de voz, que se convierte, en cada espectáculo, en artífice de un fenómeno mágico proyectado en el propio artista y en los demás.
Obras como Los gavilanes, La leyenda del beso, Las Leandras y Amalia Batista dan fe de las interpretaciones de Liudmila, para quien la ópera es el género más difícil.
Nacida en el municipio Jesús Menéndez, en Las Tunas, Liudmila suma más de 30 años de vida artística, la mayoría desplegados con el Teatro Lírico Rodrigo Prats en Holguín, ciudad que en su 41 Semana de la Cultura la distingue con una de las dedicatorias de la jornada.
Obras como Los gavilanes, La leyenda del beso, Las Leandras y Amalia Batista dan fe de las interpretaciones de Liudmila, para quien la ópera es el género más difícil, “porque no me formé con ella”, dijo; y subrayó: “en mi corazón llevo el teatro musical, fue mi especialidad, aunque reconozco que es una disciplina difícil porque exige cantar, bailar y actuar”.
Nunca ha esperado reconocimientos, pero entre otros lauros obtuvo el Primer Premio en la novena edición del Concurso de Jóvenes Cantantes Líricos Rodrigo Prats, así como el Grand Prix Absoluto en el Mariana de Gonitch en 2007, año en el que se alzó, además, con otros siete galardones colaterales; sin embargo, comenta que su mejor premio es el público, ese que en cada presentación aplaude con el alma, sigue su arte y acompañan su carrera junto al Teatro Lírico de Holguín: su casa y primera y mayor escuela.
“Llevo el orgullo inmenso de pertenecer a la última generación que conoció a nuestros grandes maestros: Camayd, Náyade Proenza, María Luisa Clark, mis profesores. Todo se lo debo a ellos, lo que aprendí de disciplina y exigencia para lograr buenos resultados”.
Junto al Lírico y como artista se ha presentado en varios escenarios nacionales e internacionales, como Perú, México y España, lugares en los que recibió, afirma, las más grandes ovaciones del público y el respeto de los colegas de la escena lírica. Hoy se encarga de llevar la enseñanza y sus conocimientos a las aulas de la Escuela Profesional de Música José María Ochoa y a la carrera de Canto Lírico de la filial holguinera de la Universidad de las Artes (ISA), siendo reflejo, a la vez, de sus grandes ídolos y maestros.
Liudmila cree en los sentimientos, la belleza, la dedicación y el esfuerzo para alcanzar las más grandes metas; le gusta la disciplina y el respeto
Hace dos años se desempeña como directora de la compañía madre de las artes escénicas en Holguín, asume el legado de sus anteriores directores, pero de manera especial el de María Dolores Rodríguez, quien le antecedió: “Lola es esa estrella que nos falta hoy, pero dejó un montón de alumnos y amigos dispuestos a pelear por su luz”, añade.
Subraya además el interés de esta nueva generación por contemporizar los espectáculos, desde el respeto a los códigos escenográficos. “Las voces jóvenes le imprimen frescura a la compañía y eso se revertirá en grandes propuestas de zarzuelas, óperas y teatro musical”.
Liudmila cree en los sentimientos, la belleza, la dedicación y el esfuerzo para alcanzar las más grandes metas; le gusta la disciplina y el respeto, y también se estremece con los problemas de sus compañeros, llevando siempre como premisa que el arte es lo primero. “El arte no puede esperar”, dijo con la convicción de quien lo da todo desde la primera vez.