El Premio Nacional de Música Joaquín Betancourt es ante todo un ser humano excepcional. Días antes de su concierto Amada Música, previsto para inaugurar el Jazz Plaza 2024 en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, lo entrevisté y no solo compartió todos sus detalles sino que se mostró sencillo y humilde, como solo puede serlo quien ha fundado una obra, deja huellas en otros artistas y anhela, sobre todo, defender el arte en Cuba.
Este concierto, más allá de la celebración o inauguración del evento, fue un encuentro justo de emociones y lealtad.
Cincuenta años de vida artística celebra Betancourt durante esta edición 39 del Festival Internacional de Jazz y 15 velas sopla para festejar, además, el aniversario de la joven Jazz Band, concebida como escuela viva y de la que han “egresado”, hacia proyectos propios, muchos talentosos músicos.
Por todos estos motivos, y también para confirmar que la música une las almas, vengan de donde vengan, y que la libertad que emana del jazz se comparte mejor desde casa, el Maestro dio rienda suelta a sus afectos e invitó a cantantes e instrumentistas reconocidos del país y de otras latitudes para sumarse al jolgorio.
Junto a su Jazz Banda estuvo Lázaro Dagoberto González con la orquesta Cuerdas Profundas del Conservatorio Amadeo Roldán, y fueron llegando…
El flautista Orlando “Valle” Maraca, el saxofonista Michel Herrera, el bajista Jorge Reyes, el brasileño Pablo Fagundes en la armónica, el propio Lázaro Dagoberto en el violín, Rodrigo García en el piano y José Luis García en las tumbadoras… Y colocando su voz en temas escogidos con toda intención se presentaron Alain Pérez, Armando “Mandy” Cantero, Zunilda Remigio, Kiko Ruiz, María Alejandra Scut, Jorge Sanz, la italiana Tania Di Giorgio y, para muchos, la revelación de la noche, Theonita Valentin. Como valor adicional, los muchachos de Oralitura Habana, que siempre aportan un genuino sabor cubano a los espectáculos.
El público bailó mucho, coreó los temas, tomó fotos, esparció energía positiva. En el escenario sudaban todos, mientras que afuera se aglomeraban los deseosos de entrar pero no había asientos vacíos. Fue muy bonito vivir ese momento de homenaje entre los afectos.
Temas de la autoría del maestro Betancourt como “Cocinando con manteca”, “Ana Elena”, “La danza del güije” y “La Rumba que no bailó mi abuelo”, integraron el repertorio junto a clásicos como “Silent Night”, “Obsesion”, “What are you doing with the rest of your life?”, “Moundance” y “Volare”, y no faltó el viaje a lo tradicional con “Lágrimas negras” junto a “Yo bailo de todo”, de Enrique Lazaga y “Un tipo como yo”, de Sergio Esquivel.
Fue placentero vivir ese momento. El Jazz Plaza 2024 tiene muchas oportunidades para disfrutar de buena música y del carisma de sus artistas, pero este concierto, más allá de la celebración o inauguración del evento, fue un encuentro justo de emociones y lealtad.