Las Antillas
24/2/2017
Fue Sergio Cuevas Zequeira el fundador, en abril de 1920, de la revista mensual Las Antillas. Nacido en Puerto Rico en 1863, se graduó de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana (1897), de la cual fue profesor de Psicología, Moral y Sociología en 1913. De regreso a su país de nacimiento, fundó varios periódicos: El Territorio, Diario de Puerto Rico, y al regresar a Cuba en 1898, se dedicó igualmente al periodismo.
En Las Antillas se publicaron, fundamentalmente, trabajos sobre historia y literatura antillanas. Estudios críticos, poemas, cuentos y reseñas de actos relacionados con esta área geográfica, estuvieron entre los temas más abordados.
Contó con una amplia nómina de colaboradores: Enrique José Varona, Rubén Martínez Villena, Juan Miguel Dihigo, Alfredo M. Aguayo, Salvador Salazar, Regino E. Boti, Agustín Acosta, Gustavo Sánchez Galarraga, Carlos M. Trelles, Aurelia Castillo de González, Juan Marinello y Andrés Núñez Olano, entre otros, además de escritores puertorriqueños y dominicanos. No pocos de los trabajos incluidos se pronunciaron en contra de la presencia del gobierno norteamericano en las islas del área, con especial énfasis en Puerto Rico y República Dominicana.
Al parecer, la revista desapareció con el número de abril-mayo de 1922.
Con una dedicatoria a Sergio Cuevas Zequeira, Regino E. Boti publicó en Las Antillas su poema “Crepuscular”, que si bien no maneja temas antillanos, es representativo de su quehacer en ese momento. Escojo algunos fragmentos:
La copa del árbol parece de plata,
Su pompa gallarda preside el jardín;
Mas sobre su pompa la luna desata
Nácares lucientes cuajados de esplín.
Y en el cuadrilongo que mira hacia el cielo
Predomina un grato bienestar visual,
Porque los frondajes tienen como un velo
Misterioso y casto, divo y fantasmal.
[…]
Oh, cuánto me encantan las horas lunares,
Las horas lunares mirando al jardín!
Me enseñan las claves de los avatares
Con sus taciturnas calmas del confín!
Y en el cuadrilongo que mira hacia el cielo
Predomina un grato bienestar visual,
Porque los frondajes tienen como un velo
Misterioso y casto, divo y fantasmal.