Lam y Fidel: Aproximaciones y semejanzas

En una de sus últimas entrevistas Wifredo Lam evoca sus recuerdos del triunfo de la Revolución Cubana: “El 1ro. de enero de 1959 iba yo en un tren a Zúrich, en el momento en que dieron por radio la sensacional noticia: ¡Cayó Batista! ¡Fidel Castro ha vencido!” Hace una pausa y a continuación reflexiona con admiración: “Pretender medir la dimensión de Fidel es imposible”. De esta manera se inicia la conexión espiritual del artista con el genio político de Fidel.

“Pretender medir la dimensión de Fidel es imposible”.

Precisamente en ese año pinta “La Sierra Maestra”, que constituye un homenaje a la lucha armada en la montaña oriental y marca un momento clave en su pintura, prefigurando la obra que realizará en los años sesenta.

Toda la obra de Lam es simbólica, no narrativa, pero el describe “La Sierra Maestra” de la manera siguiente: “Mi cuadro representa a un personaje largo, tirado en el suelo, al que están levantando, y otras figuras a su lado lo miran. De la cabeza de una de ellas sale como una paloma”.

Los dos hombres se conocieron finalmente en 1966, en el Palacio Presidencial. La impresión que tuvo Lam de Fidel en aquel memorable encuentro fue relatada con emotivas palabras: “Fidel me pareció un hombre eminentemente bello, un héroe griego con sus barbas negras y su nariz recta”. En aquel momento se encontraba pintando “El Tercer Mundo” en el Museo Nacional de Bellas Artes, calificado por Lam como “homenaje plástico a la Revolución Cubana”.

“Respeto, simpatía y devoción es lo que sentía Lam por Fidel”.

La admiración entre Lam y Fidel fue mutua y se mantuvo durante toda la vida del pintor. Se vieron por última vez en el Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América, celebrado en La Habana en septiembre de 1981.

Respeto, simpatía y devoción es lo que sentía Lam por Fidel. No dudamos que el gran líder sintiera lo mismo por el artista más universal que ha dado nuestra Isla, orgullo de América.