La trova protagoniza regreso del Patio de Baldovina
La trova llegó este miércoles a la Casa del Alba Cultural en la guitarra de Fidel Díaz Castro. Retomar el espacio El Patio de Baldovina —que por años ha sido un punto de encuentro entre la literatura, las artes plásticas y la música— era una deuda de la Revista Cultural La Jiribilla, y qué mejor manera de reiniciar esta “descarga” que durante los festejos por la Jornada de la Cultura Cubana.
El anuncio de posible lluvia trasladó el escenario del patio hasta el portal de la institución cultural. El público y el trovador. El trovador y el público. Allí estaban sus más fieles, los que tararean sus canciones de memoria como si fueran lectura de cabecera. Fidel Díaz agradece y canta. Recorre en alrededor de una hora aquellos temas que le han marcado y son parte del cómo se define el también periodista y poeta.
Y qué mejor manera de reiniciar esta “descarga” que durante los festejos por la Jornada de la Cultura Cubana.
Hace poco lo decía en una entrevista: “La trova es un elemento raigal en la nacionalidad cubana, que viene desde mediados del siglo XIX en ese entretejido cultural que nos da la identidad. Dolores y sueños, Patria y amor, pequeños y grandes sucesos de la vida de los cubanos están registrados en su cancionero”.
“Fidel Díaz agradece y canta”.
Y como no es solo música, no es solo trova, en el Patio de Baldovina se presentó El diablo ilustrado, un libro que vio la luz en abril de 1998 en la revista Somos Jóvenes, de la Casa Editora Abril y teoriza sobre la vida, la filosofía y, en gran medida, teje con palabras la realidad que vio entonces Díaz Castro y que hoy, en pleno 2024 difiere en muchos puntos, y concuerda en otros.
La tarde del miércoles fue un acierto, como lo definiera uno de los seguidores del trovador en un mensaje que compartió en sus redes sociales: “Fue una tarde mágica a pesar de esos pesares… Mágica porque donde están tu música y tu voz de seguro hay magia. Y hoy nos hiciste viajar con Santi de timonel, Silvio marcando la ruta, Serrat de tu garganta a mi odio como un guiño cómplice a mí y a todos los que te compartimos hoy. Tanta fue la magia, que los pesares se hicieron pequeñitos e invisibles”.