“La trova es un elemento raigal en la nacionalidad cubana”
Desde un torrente donde la confluencia de ideas antihegemónicas disputa a conciencia una lucha velada contra el capitalismo y la profusión de sus defensores, Fidel Díaz Castro, escritor, periodista, trovador y cubano, emprende la búsqueda de esos fragmentos raigales en las causas que vale la pena defender y por las cuales nunca ha perdido el sueño.
Contra el olvido y los mensajes desterrados en la ignominia sacramental del tiempo, contra la desesperanza, la miseria y el elitismo, Fidel impone una resolución dialógica asentada en el reconocimiento de lo mejor del ser humano, en el cultivo del amor y la poesía, en el trabajo diario por un mañana rejuvenecido y un presente más fértil.
¿Qué representa para usted la trova a título personal y profesional?
La trova es un elemento raigal en la nacionalidad cubana, que viene desde mediados del siglo XIX en ese entretejido cultural que nos da la identidad. Dolores y sueños, Patria y amor, pequeños y grandes sucesos de la vida de los cubanos están registrados en su cancionero. La más completa e integral historia de Cuba está contada y expresada en la trova.
El trovador es un ser que va, guitarra en mano (aunque no tiene que ser únicamente con ese instrumento) apresando los días, interpretándolos, buscando en los seres humanos, en un ser amado, en la sociedad, en el mundo, una esencia poética para devolverla hecha canción. Es una manera de existir, bohemia, desinteresada, honesta, soñadora, encarnada en Sindo Garay que existió durante un siglo para dejarnos el paradigma de trovador. Nos evita explicaciones:
¿Qué es un trovador?
Sindo.
¿Considera la música una vía para escapar de la realidad o para interpretarla? ¿Por qué?
La música en sentido general —la genuina— nos sacude, nos abraza y lleva los sentimientos y estados de ánimo a los más apartados parajes del espíritu. Dentro de ella, la canción trovadoresca nos ayuda a ver, a vernos, desde la experiencia de ese otro que es el creador, y llevó ese raptus de mirada a un estado poético.
El cantor popular es afín a casi todos los pueblos, de ahí que la trova cubana sea parte interactuante de un fenómeno universal. Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, Pete Seeger, Paco Ibáñez entre otros muchos, son puntales de un proceso que en los años 60 fue llamado la Nueva Canción (Latinoamérica y España), Canción Protesta (en Estados Unidos), Nueva Trova en Cuba que se entrelazan y se puede narrar desde sus cancioneros nuestro tiempo.
¿Escapar o interpretar la realidad con esas canciones? Ambas y más. Es difícil que no encuentres para una situación vital que te marque, una canción o un puñado de ellas, que te lleve a comprender que hubo otros seres pasando por ese mismo trance. Y eso te ayuda a ensanchar tu mirada sobre un determinado problema personal o social.
Se puede conocer países, procesos históricos, con un puñado de canciones. Escoges, por ejemplo, tres discos de Joan Manuel Serrat, el llamado disco rojo, con poemas de Antonio Machado, el negro con poemas de Miguel Hernández y el Mediterráneo con sus propias canciones y te adentras —como no hay otra manera posible— en la España que va desde la República y la Guerra Civil española hasta los años 70 de la dictadura de Franco. Y ese viaje va con intensidad a los sucesos, a los seres humanos, las tradiciones, los más profundos sentimientos y valores humanos en torno a ese país, ese proceso, esa época.
“Se puede conocer países, procesos históricos, con un puñado de canciones”.
Tienes una ruptura amorosa y te tiras melancólicamente en la cama a escuchar Es más te perdono, de Noel Nicola, Para vivir de Pablo Milanés, Las amargas verdades de Sindo Garay, Eres nada de Gerardo Alfonso, Carta y Suerte de tener a Gunila de Santiago Feliú, o el Réquiem de Silvio. Si quieres rebelarte sobre tu estado lacrimógeno por esa separación echas mano al propio Silvio de Óleo de mujer con sombrero: “Pero entonces lloraba por mí…”; Hoy la vi de Pablito en que pasa un tiempito de la ruptura “Y heme aquí ¡qué destino!/ que ni el nombre tuyo pude recordar”; o escuchas a Elena Burke diciendo con cierta guapería: “De lo que te has perdido/ La noche de anoche/ Por no estar conmigo/ De lo que te has perdido/ Yo con tanto fuego y tú pasando frío”.
¿Escapar o interpretar la realidad con esas canciones? Ambas y más.
Igual, te encabronas con un burócrata y vas a Silvio con Resumen de noticias, Oda a mi generación, o Vicente Feliú con No es fácil, o Noel con Reza el cartel o Con la adarga al brazo de Frank Delgado.
¿Escapar o interpretar la realidad con esas canciones? Ambas y más: Adentrarte, rebelarte, retroceder o anticiparte a ella.
¿Qué asideros sostienen a la trova en la actualidad? ¿Cómo usted vislumbra su futuro?
La trova siempre ha ido contra viento y marea, hay una excelente canción de la trovadora Yamira Díaz, que dice:
… Luchar así, contracorriente,
Puede lucir poco inteligente, pero
Quien salva al corazón
De caer en la tentación
De no hacerlo otra vez…
Y es que el trovador (cabe generalizar: el cantor) es voz popular, como tal es de los de abajo o sea de los que no le interesa al mercado global, que filtra las expresiones auténticas de los pueblos para imponer a los que se pliegan a un discurso mecánico, plagado de lugares comunes, pegajosos e insustanciales, lo cual favorece a los dueños de los medios, los grandes mercaderes.
“La trova siempre ha ido contra viento y marea”.
Para eso se ha desarrollado una gran industria mediática, que es uno de los poderes más importantes a nivel mundial, en manos de megamagnates, que se encarga de imponer —sin que nos demos cuenta— sus patrones. Disfrazados de complacientes imponen una cultura masiva despoetizada, con un sistema de códigos invisibles una especie de “canalita”, por la que van y caen los cantantes para vender sueños fatuos.
Así hay toda una cultura del no decir nada, y un público cada vez más acostumbrado a ese sonido elemental de repeticiones en nivel primario de interpretación, lo cual crea un hábito, una vagancia y rechazo a lo poético, terminando de asentar que pensar, es negativo, que la vida se reduce a repetirte, a dejarte llevar por efectos especiales o moverte automáticamente. Cada vez en grado mayor la cabeza entra en desuso.
Las calles de este tiempo van a dar a una pecera.
Las manos ya no palpan, las miradas son de cera.
La gente va a adaptándose a nadar
Y hace maromas por entrar a las vidrieras.
El nuevo dios un maniquí dentro de un reino de Babel
Donde el idioma universal es de papel.
La gente se retracta de la mar.
Van a la iglesia a des-orar
Y en el altar dejan la piel.
Esta canción la escribí en 1997, aun los medios que nos amoldaban eran los tradicionales, eran los tradicionales, de ahí para acá el proceso tecnológico con énfasis desmovilizador es mayor. Ojo, el Internet y todo su entramado es fabuloso; la manera en que se descerebra a las masas con ellos es lo triste.
No hay que reír
No hay que llorar
No hay que decir
Ni que escuchar
Ni maldecir
Ni que adorar
Ni descubrir
Ni que inventar:
La vida viene hecha
En una caja de cristal.
La trova tiene hoy una gran fuerza y diversidad como nunca antes, y siguen estando en upside mediáticamente como siempre, o casi siempre. Salvo la segunda mitad de la década de los 80 en que la trova —y especialmente Silvio y Pablo— estuvieron liderando nuestros medios masivos. Aun así, por esos mismos años emergían los de la segunda camada de la Nueva Trova que fueron llamados la Generación de los topos, porque estaban por debajo de la tierra mediática.
El trovador en su ADN lleva el ignorar esos procesos mediáticos, porque se dedica a decir lo que piensa, le duele y sueña, con la carga poética mayor de que sea capaz, más allá de que lo promuevan y divulguen o no. Lo cual no quiere decir que no nos guste la promoción porque implica en primer lugar llegar a más personas.
Ahora es realmente muy amplio ese abanico de estéticas y poéticas y sonoridades que hay en el panorama trovadoresco, tanto que hay zonas nubladas que llevan a meditar si equis manera de asumir la canción es trova o no. Que no es un género, es una manera de asumir como un acto poético la canción y que siempre ha echado mano a todas las sonoridades cubanas y del mundo. Hay trova roquera, con sabor sudamericano, sonera desde los Matamoros y los Sextetos y Septetos en los años 20 y 30, la bolerística que llega a su clímax en el filin (sin que acabe allí)… en fin, que el trovador es también un fusionador por naturaleza.
De tal manera que la trova es más fuerte y diversa que nunca antes, lamentablemente queda más bien arrinconada a pequeños espacios, no favorecidos en cuanto a condiciones, pues como se dice no da, económicamente hablando. Lo cual no es incierto, pero ¿por qué no da? Se ha impuesto una manera más simplificada (simplona, mejor decir) de apreciar el arte, incluso de no tener la canción en tal categoría. Como que el arte es otra cosa.
“Ahora es realmente muy amplio ese abanico de estéticas y poéticas y sonoridades que hay en el panorama trovadoresco, tanto que hay zonas nubladas que llevan a meditar si equis manera de asumir la canción es trova o no”.
Yo siempre digo, en tanto promotor, que yo no lucho por divulgar la trova por los trovadores —aunque también— si no por la gente. El trovador tiene su modus vivendi, en las malas y en las buenas, y ha demostrado que sobrevive y se desarrolla, en más de un siglo y medio de existencia. Ahora, trova que no se escucha es un vacío espiritual, es un cosmos vivencial que la gente se está perdiendo, y lo suplen con expresiones globalizadas con el fin de reducir el circulo vital, de limitar las capacidades al punto de hacernos actuar miméticamente, despoetizados.
Tras un período bastante largo regresan las funciones del Patio de Baldovina y usted tiene el honor de inaugurar tal encuentro. ¿Qué significa para usted dicha oportunidad y qué importancia le otorga al Patio?
El Patio del Baldovina fue legendario, uno de esos espacios de confluencia de las artes y La Jiribilla, con sus seguidores. Casi que lamento que sea yo quien retome, o inicie esta nueva etapa. Me habría gustado ir a vivirlo desde el público y no acudir con las tensiones que conllevan ser, digamos, el protagonista. Es realmente una condecoración que asumo quizás por aquello de ser jiribillero desde su génesis, allá en el Instituto Cubano del Libro, cuando tenía su cuartel general en el Palacio del Segundo Cabo.
Reinventarnos El Patio de Baldovina es un reto. En la memoria de muchos están encuentros con Santiaguito Feliú, Ariel Barreiros, David Torrens, Ariel Díaz, trovadores de la Trovuntivitis, jazzistas.
“La trova es una manera poética de asumir la canción, y no solo en el sentido directo de que sus textos puedan tener una carga poética”.
Lo asumiré buscándome, en algo que no hago casi nunca, plantearme un concierto. Soy más dado a las peñas, en las que invito a quien aparece y me fundo con poetas y cantores, y hago canciones de todos. Lo cual no excluyo esta vez, aunque trataré de hacer un repaso de 40 años de canciones, acudiendo especialmente a las historias de El Diablo Ilustrado en las que confluyen historias narradas con las canciones. De paso adelanto que estarán, para quien quiera copiarlos en memorias, los discos La voz del Diablo Ilustrado y Los amores del Diablo Ilustrado. La Casa Editora Abril pondrá a la venta el libro El Diablo Ilustrado.
A ver cómo logro tamaña tarea y gustazo.
Trova y poesía han convivido juntas de forma indistinguible, como una pareja ideal. ¿Cuánta de esa trova y de esa poesía permean su labor profesional en publicaciones como Somos Jóvenes, El Caimán Barbudo o La Jiribilla?
Trova y poesía… la trova es una manera poética de asumir la canción, y no solo en el sentido directo de que sus textos puedan tener una carga poética, los poetas no son únicamente seres que tejen versos, son seres que calan profundo en la vida, en el espíritu humano y tratan de sintetizar esas experiencias, de objetivarlas en un texto.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto, no es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
Y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos
Sintiendo como nuestras y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo y en la tierra son actos.
Son estrofas de uno de mis poemas preferidos, La poesía es un arma cargada de futuro, de Gabriel Celaya, que me parece cardinal para entender que un poema no es adorno, no es rima, es calar hondo, es algo que encierra ideas, dolores, sueños, una vivencia, una mirada, de manera fragmentada, por lo cual siempre va a decir mucho más que lo que el propio autor quiso decir, porque cada cual, desde su experiencia le aporta. Hay una manera poética de vivir, que parte en principio de las cargas poéticas que hayas ido acumulando en tu ser para mirar de ella. O sea que con la poesía se puede crecer, afilar la mirada, los valores, los sentimientos, hasta hacerla esencia tuya para ir caminando por los días con ese “don” que te otorga la búsqueda constante.
José Zacarías Tallet, gran poeta cubano medio olvidado, decía que hay poesía en… y hace un largo listado, del que entresaco, como: la mirada serenísima de Edison, en la espalda de los estibadores, la frente de Lenin, una trompetilla, las proclamas de Sandino, en el drama grotesco de un tarrudo, en la caricia de una madre puta, en los libros mayores y en los diarios, en las blasfemias de un carretonero…
Nos está diciendo que hay poesía en todo y el último verso dice: ¡Mas la cuestión es dar con ella!
O sea que es la carga de espíritu condensando en ese acopio escudriñador y crítico de las artes en interacción con la realidad quien te da la visión para interpretar la vida con mayor agudeza.
Así que todo lo que he hecho y hago viene inevitablemente con esa carga. Vuelvo a Celaya:
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
Y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho.
Vivimos en tiempos despoetizados, los poderosos han creado un sistema cultural expandido globalmente para despoetizarnos, porque la poesía (que está en todas las artes auténticas) es peligrosa, otorga identidad, compromiso, libera, lleva a romper moldes y eso no conviene a una sociedad consumista que tejen esos “vendedores” de ahí que a la par del desarrollo capitalista se haya ido tejiendo la llamada mass culture esa feria de ilusiones que nos reduce la capacidad analítica, nos simplifica, moldea y suplanta las artes por otras expresiones apócrifas, insustanciales, epidérmicas, que nos van creando el hábito de no pensar. Esa vagancia decodificadora que se va tornando incapacidad para asimilar procesos culturales auténticos, que van siendo arrinconados, aniquilados, para que se imponga esa cultura evasiva, des socializada, que nos va tornando autómatas, que actúan por reflejo condicionado, o sea, precisamente, despoetizados.
“Es la carga de espíritu condensando en ese acopio escudriñador y crítico de las artes en interacción con la realidad quien te da la visión para interpretar la vida con mayor agudeza”.
Escribió José Martí: “La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquella les da el deseo y la fuerza de la vida”.
Con respecto a La Jiribilla, usted es uno de los integrantes del núcleo fundacional de esa revista. ¿Qué recuerdos y anécdotas atesora de aquel momento, de sus integrantes y de las iniciativas que desarrollaron?
Aquello era como un juego de herejes, un taller de creación incesante, en un cuarto con un puñado de computadoras aledaño a la oficina de Iroel, que era el presidente del Instituto Cubano del Libro y creador de esta idea, como muchas otras, para “poetizar”. Es el primer acto de debate periodístico, de enfrentamiento directo a toda una añeja campaña de tergiversación y difamación de la Revolución Cubana, de la historia, de la cultura, tejida por el gobierno de los Estados Unidos utilizando a la ultraderecha particularmente de Miami, aunque no únicamente. La Jiribilla es la primera contraguerrilla en las redes para enfrentar ese bombardeo distorsionador.
Se iban acumulando piezas y temas, ideas, durante la semana; se iba pidiendo colaboraciones a escritores, poetas, artistas plásticos, y los jueves y viernes entraba el piquete armador a la cueva sin límite de horario, al que lo vencía el cansancio se tiraba sobre una mesa, en una euforia de entusiasmo y debate que iba a la sutileza de una palabra, o qué foto colocar y dónde o un título o frase que pudo llevar discusiones hasta enconadas por una palabra. En esos creativos tránsitos hacia el amanecer, se aparecía cualquier resonante creador o periodista a ver cómo iba la edición o para compartir un rato con la pandilla de forajidos, que no cobrábamos un centavo por aquello, de lo cual se jactaba Iroel mientras nos mirábamos de reojo, digamos que no orgullosos de eso, pero convencidos.
¿Qué significación le otorga al periodismo cultural para la promoción de debates y el acercamiento a la intelectualidad contemporánea en la Cuba de hoy?
De manera que la cultura es la vida de la nación, es cardinal. Desde hace décadas ya se ha planteado la necesidad de un salto en ese sentido que nunca llega. La realidad es dura, cargada de contradicciones y urge esa interacción analítica que conecte pueblo con ideas, que convoque, que sea su voz. La evasión y la cultura light, a la que me refería hace un rato, esa despoetización consumista, se funde a las carencias materiales, a una expansión del dinero como centro existencial, incluso de propuestas culturales que llevan implícita esa mirada colonizadora. Repetimos el lema de hacer una “cultura descolonizadora”, y apenas explicamos, debatimos para siquiera saber qué encierra la frase, ante un fenómeno que nos viene minando globalmente, y al país durante décadas. Y en estos tiempos de barreras económicas, se torna más acelerado ese proceso de asumir y ya exhibir esa mass culture para decirnos en términos tradicionales que corroe los espíritus, nos banaliza, nos roba identidad y espiritualidad.
Cultura y economía van entrelazadas; sin una visión crítica nos vamos ahogando. Los capitalistas han ido desbordando la cultura de su economía consumista que es algo que tiene más de un siglo; no por gusto medios masivos, cine, música, forman parte prioritaria en los mega monopolios globales en las grandes potencias, en las que se invierten cifras de dinero inimaginables.
La revolución de Fidel (del pueblo encabezado por Fidel) empezó ese proceso descolonizador desde el mismo 1959. La creación de Casa de las Américas, el Icaic, la Campaña de Alfabetización (1961) son tres elementos iniciáticos de ese proceso, que luego se ensancharía con todo un sistema integrado educacional y cultural por todo el país. Con la Casa de Haydee se teje una red de creadores del Tercer Mundo, alternativos que defienden la cultura de sus pueblos, la arrinconada, despreciada, marginada de los grandes circuitos del arte y mediáticos en los que circula ese llamado “arte comercial” que es precisamente el colonizador. Alfredo Guevara es uno de los pensadores que más claro tenía eso desde los años 50, y por ello convoca a hacer un cine enraizado en la historia, en el continente, que saque la luz de los pobres de la tierra.
“No es solo guitarra y lápiz, hago también bastante radio, desde mis 20 años, y televisión, por dónde comencé como boom man en 1979 con 18 años y en estas últimas dos décadas que he sido guionista de Entre Manos y de La Pupila Asombrada”.
Y eso fueron luego los Festivales del Nuevo Cine Latinoamericano, una manera de proteger, aupar, interrelacionar las creaciones alternativas a las fórmulas del mercado, de defender una identidad de los pueblos, integracionista. Una Cuba en revolución, descolonizada, que tiene su declaración pública en el antológico discurso en la segunda Asamblea del pueblo en la Plaza de la Revolución el 4 de febrero de 1962, conocido como la Segunda Declaración de La Habana en que Fidel hace la historia de Cuba y del Tercer Mundo y proclama el carácter latinoamericanista; un discurso que comienza con la llamada carta inconclusa de José Martí: “(…) Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber… de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…”
Si tuviera que elegir entre guitarra y lápiz, ¿cuál trinchera define mejor el trabajo de Fidel Díaz Castro? ¿Desde cuál otra le hubiese gustado disertar?
No es solo guitarra y lápiz, hago también bastante radio, desde mis 20 años, y televisión, por dónde comencé como boom man en 1979 con 18 años y en estas últimas dos décadas que he sido guionista de Entre Manos y de La Pupila Asombrada. Siempre he pensado que escribir, trovar, o los medios masivos, son vías de expresión, me habría gustado hacer otras cosas como incluso actuar, pintar, hacer cine (que es lo que estudié, soy graduado de la Famca). Se trata de tener armas para comunicar, para sacar lo que se tiene adentro o una mirada a lo que sucede alrededor. Hay ideas que dan para un poema, otras para una canción, o un texto más periodístico. Mientras más habilidades y más diversas tengas se te facilita encontrar una manera más adecuada de ser y serte útil.
El ritmo en el que se vive la contemporaneidad nos priva en muchas ocasiones de experiencias gratas y enriquecedoras. ¿Qué no debemos perder en este mundo? ¿Qué debemos cultivar por encima de cualquier otra cosa?
El espíritu, la capacidad indagadora, de abrazar a los demás en pensamiento y obra. Para eso está toda la historia del arte, para apropiarte de las esencias de esos fantasmas de otros tiempos y espacios que dejaron su huella para ti, para acortarte caminos por los cuales transitar los días. Eso que podría resumirse en amar, profunda y limpiamente amar.
Soy el guardián de la ilusión,
Soy el amante, soy la fe,
Canto rodado de fantasmas.
Soy el guardián de la ilusión
No tengo nada que ofrecer:
Solo la vida que te falta.