La traición de Ramírez

Jorge Ángel Hernández
18/1/2019

El New York Times ha decidido “conmemorar” (es su palabra) el sesenta aniversario de la revolución cubana, con una serie de “ensayos” (su palabra también) que permitan “discutir su papel en el desarrollo histórico de América Latina y sus relaciones con Estados Unidos en los últimos sesenta años”.[1] El escritor y político Sergio Ramírez Mercado aporta el primer texto. Como su propia hoja de vida lo demuestra, Ramírez ha estado implicado en compromisos políticos con la revolución cubana y sus ideales, incluido el premio José María Arguedas, de la Casa de las Américas, por su novela Margarita, está linda la mar. Para él, hoy día, “las escogencias han cambiado,” debido a que “ya no es posible hablar de intelectuales comprometidos como sinónimo de intelectuales de izquierda.”

Los propios ejemplos de los que se vale, en su intento de desacreditación, han sido reconocidos
y rectificados por la institucionalidad rectora de la Revolución cubana. Foto: Caricatura de Ares

 

No es usual, como él mismo lo dice, llevar en su vida dos revoluciones, menos aún declararse, a posteriori, una especie de vidente supremo de la democracia por el insignificante hecho de haberlas traicionado. Resulta que, según el ex camarada Sergio, el largo periplo de antiimperialismo militante y revolucionario de América Latina respondía a fórmulas retóricas, a “encandilamiento” (es su palabra) mítico y emocionalidad juvenil. Su memoria conserva solo errores, desviaciones y carencias en tanto omite, o se obnubila, ante cifras incuestionables de salud, nivel educacional, resultados deportivos y desarrollo cultural, para atenerme solo a paradigmas que son derechos básicos universalmente expandidos a la ciudadanía cubana. Ignora incluso que, los propios ejemplos de los que se vale, en su intento de desacreditación, han sido reconocidos y rectificados por la institucionalidad rectora de la Revolución cubana, sobre la cual se siguen lanzando culpas ya vencidas, sin que importe el envejecimiento de tales argumentaciones.

Al renegar de sus “encandilamientos revolucionarios”, la ecuación de perspectiva social ha variado radicalmente para Ramírez Mercado, aunque no logra aún desprenderse de la demagogia pública para declararse en la norma de la izquierda política. Cuando su fórmula queda reducida a cuatro términos binarios que se sustituyen (no elegir “entre revolución o imperialismo, sino entre autoritarismo y democracia”), disfraza el nombre de sus leales servicios al imperialismo con el del llamado a una “izquierda democrática”. El objetivo, más preciso que su definición, es dividir la izquierda para debilitar la resistencia antiimperialista que aun sostienen países como Cuba, Bolivia, Venezuela y, más no faltaba, Nicaragua.

Por tanto, ¿no es la retórica de quienes han sometido su norma de escogencias lo que realmente ha cambiado? El sofisma es tan claro, que es imposible no advertir la maniobra de suplantación de términos.

Para el Sr. Ramírez, siempre a propósito de la Revolución cubana, es obsoleto el socialismo y su lucha por las transformaciones sociales desde abajo, desde la cultura y la propia dignidad ciudadana. La obsolescencia se extiende, por supuesto, a Venezuela y Nicaragua, escenarios directos del más crudo intervencionismo político, económico y mediático por parte del imperialismo; concepto que ha dejado de ser condenable para él, porque lo ha transformado en democracia. El intervencionismo imperialista de las dictaduras del siglo XX que él mismo declara como tales, sería, en esta nueva perspectiva de escogencia, un sano ejercicio de facilitación para la izquierda democrática que dice predicar. La dictadura del mercado, que el imperialismo representa, Ramírez la percibe difusa al paso de la moda retro, es decir, en el acto de legitimar a quienes generan las dominaciones más ignominiosas del Planeta. Así, mientras condona la deuda de secuestradores y asesinos aupados por el imperialismo, eterniza las culpas de tránsito de las revoluciones. Sicoanalíticamente es comprensible: “consultas” como la que propone este ensayo le harán mucha falta.

 

Notas:
 
[1] V. https://www.nytimes.com/es/2019/01/01/revolucion-cuba-sergio-ramirez/. La frase corresponde al perfil editorial del New York Times en la sección. Las citas siguientes pertenecen al autor del artículo “Cuba sí, yanquis no”.