La Sociedad Pro-Arte Musical: espacio de asociacionismo entre las mujeres cubanas y europeas
“Cuando sea abolida la esclavitud de la mitad de la humanidad y todo el sistema de hipocresía que implica, esta ‘sección’ de la humanidad revelará su auténtico significado y la palabra humana encontrará su verdadera figura”.
Simone de Beauvouir
Las mujeres europeas y cubanas, con su capacidad creadora, atravesaron los escenarios de las luchas por la autonomía social y transitaron un bregar lleno de incertidumbres, pasiones, deseos, motivaciones, aspiraciones, afectos y compromisos. Si se emplea el lente de género para analizar el desempeño de las mujeres europeas y cubanas en las artes, la autora de este apartado puede declarar que ha abrazado los derroteros teóricos de las ciencias sobre arte con corte feminista, la cual se inició como corriente a finales de los años 60 y 70 del siglo XX.
Esta línea teórica-metodológica es partidaria de desaparecer la discriminación de género en la historia de las artes, la interpretación artística y las disciplinas artísticas tradicionales. Se reconoce, por tanto, la importancia de la recuperación fidedigna de las mujeres artistas, donde se reevalúan las experiencias y prácticas culturales como modelos femeninos en el arte que crean y recrean, personas con cuerpo y sexualidad vinculadas a su entorno social, político y económico.
El contexto político-sociocultural de Europa y Cuba en el siglo XX
Si la economía del mundo del siglo XIX se formó principalmente bajo la influencia de la Revolución industrial inglesa, su política e ideología se desarrollaron con los imaginarios de la Revolución francesa. Inglaterra proporcionó el modelo para sus ferrocarriles y fábricas y el explosivo financiero que hizo estallar las tradicionales estructuras económicas y sociales del mundo no europeo.
La ideología del mundo moderno penetró por primera vez en las antiguas civilizaciones, que hasta entonces se habían resistido a las ideas europeas, a través de la influencia francesa. El siglo XX se caracteriza por sus espectaculares avances tecnológicos, gran crecimiento demográfico —muy violento en su primera mitad— y dos guerras mundiales. Este es el contexto en el que vemos el auge y caída de algunos regímenes totalitarios, y las prácticas de los nacionalismos como modelo de racionalidad moderna. Se produjeron progresos y avances sociales significativos como la liberación de la mujer y su acceso al voto.
En Cuba, el entorno es propicio porque los temas discutidos por hombres y mujeres de fines del siglo XIX pasaron a ser legislados, y los sueños de más de una activista se convirtieron en realidad. En 1917 y 1918 se aprobaron las leyes de la Patria Potestad y del Divorcio, respectivamente, muy significativas para la incorporación de las mujeres a la modernidad. El Primer Congreso Nacional de Mujeres, que sesionó en 1923, permitió a las militantes feministas y sufragistas tener espacios públicos de discusión e involucrar a gran parte de la sociedad en sus luchas, pero también propició alianzas entre las organizaciones femeninas y el resto de las fuerzas políticas.
El sufragio, concedido de manera definitiva en 1934, fue uno de los grandes triunfos del movimiento feminista cubano —bastante activo en toda la primera mitad del siglo XX—, movimiento que alcanzó su momento culminante en el Tercer Congreso Nacional de Mujeres en 1939, y con la aprobación del derecho al voto a partir de la Constitución de 1940, en la que se recogía la mayor parte de sus demandas.
Espacios de asociacionismos entre las mujeres europeas y cubanas en la Sociedad Pro-Arte Musical
El asociacionismo femenino de la República, en Cuba, promovió una actitud de empatía entre las mujeres que se sumaron a estos proyectos por una legitimación de la equidad social y como vía para desarrollar estrategias culturales.
El universo de actuación fue abierto desde el 2 de diciembre de 1918 por la Sociedad Pro-Arte Musical (1918-1967) para las mujeres cubanas y europeas, que dinamizaron el campo cultural cubano y convirtieron a La Habana en una plaza atractiva de primer nivel en América.
Mujeres presidentas de las diversas directivas de la institución —como María Teresa García Montes (fundadora y primera presidenta, 1918-1930); Oria Varela (1930-1934); Laura Rayneri (1934-1948); Natalia Aróstegui, directora de la revista Pro-Arte Musical (1932-1940) y delegada de Pro-Arte en Nueva York; María Teresa Velasco (1948-1952); Dulce María Blanco (1952-1956; 1960-1967) y Conchita Giberga (1956-1960)— rectoraron en buena medida la vida cultural del mundo capitalino en la República, gracias a la presentación de virtuosas y virtuosos de la gran escena, así como con la divulgación de las actividades de la institución en las dos épocas de la revista Pro-Arte Musical: 1923-1940 y 1949-1961.
“El asociacionismo femenino de la República, en Cuba, promovió una actitud de empatía entre las mujeres que se sumaron a estos proyectos por una legitimación de la equidad social y como vía para desarrollar estrategias culturales”.
Son notorios los lazos de amistad de las mujeres de la Sociedad Pro-Arte Musical con la paradigmática maestra gallega María Muñoz quien, a raíz de la inauguración del Teatro Auditórium, en diciembre de 1928,[1] publicó en la revista Musicalia, que ella fundó, un comentario bajo el título de Sociedad Pro-Arte Musical, el cual revela los sentimientos de admiración de la gaditana hacia las mujeres proartinas.
María Muñoz fue una asidua colaboradora a través de la crítica musical y de las conferencias que dictó en el seno de la Sociedad Pro-Arte Musical desde 1925, y del papel destacado que tuvo en la revista Pro-Arte Musical y en el universo de la pedagogía musical cubana con la corriente de la Escuela Nueva.
Tina Farelli (Roma, 1897-La Habana, 1966) es otra de las mujeres europeas destacadas. Su estreno operístico tuvo lugar en Milán y a Cuba llegó por primera vez en 1901 con la Compañía de Ópera Sien-Pizzorni-López. Después volvió a Cuba en 1906, en una gira que comprendió además las ciudades de México y Caracas. El director musical de esta empresa era Arturo Bovi, con quien contrajo matrimonio en Milán, y en 1912 se establecieron en la habanera calle Águila y fundaron la Academia Filarmónica de Canto conocida con los apellidos del matrimonio Academia Bovi-Farelli. De allí salieron una inmensa cantidad de valiosos artistas líricos cubanos de las décadas siguientes. Tina Farelli abandonó la actuación en teatros.
El éxito de su labor pedagógica es juzgado por el resultado de sus discípulas, entre las que figuraron Josefina Zoila Gálvez Pérez, Alice Dana Plasencia, Luisa Morales Ruiz, Edelmira de Zayas y otras destacadas voces del lírico cubano. La profesora fue además una teórica notable. En 1948 publicó un pequeño volumen titulado Nociones y consejos para el estudio del canto y la educación de la voz, con orientaciones para el canto italiano, consideraciones fonéticas y sugerencias producto de una larga experiencia. Poco antes de fallecer en La Habana, en 1966, ya muy anciana, se hizo cargo de la Academia una de sus alumnas más destacadas, la soprano María Fantoli.
Zoila Gálvez, era una fervorosa socia de la Sociedad Pro-Arte Musical. Sus maestros italianos le enseñaron cuanto era posible aprender en La Habana y le aconsejaron que realizara un viaje a Italia para que su voz lograse el dominio perfecto. Estudió en Milán bajo la dirección del profesor Cavaliere Giacomo Marino, quien al presentarse ella como profesional una vez terminados sus estudios, la incluyó en el Registro de Artistas Profesionales de la Agencia de Contrataciones Artísticas. Zoila Gálvez es considerada la primera cantante lírica negra cubana con éxito.[2]
“Una de las artistas de mayor arraigo en nuestro pueblo, y que también tuvo espacios en el Teatro Auditórium de la Sociedad Pro-Arte Musical, fue Rita Montaner”.
Luisa María Morales Ruiz fue una cantante lírica de origen cubano cuya voz es conocida como Tiple o Soprano. Ingresó en el Conservatorio de Música Filarmónica de La Habana, dirigido por Tina Farelli y Arturo Bovi, quienes a su vez fueron sus profesores de canto. Completó su formación académica en el Conservatorio Hubert de Blanck, bajo cuya orientación concluyó sus estudios en 1927. El 26 de junio de 1925, Luisa María Morales participó en el homenaje ofrecido a Hubert de Blanck con motivo de cumplirse el cuadragésimo aniversario de la fundación de su conservatorio, efectuado en el Teatro Nacional, ocasión en la que interpreta “La fuga de la tórtola”, de Hubert de Blanck, acompañada al piano por Lizzie Morales, quien era la secretaria de actas de la Sociedad Pro-Arte Musical. Posteriormente volvió a presentarse en el mismo escenario, esta vez con la Orquesta Sinfónica de La Habana dirigida por Gonzalo Roig, con la que cantó obras del repertorio operístico italiano y la Plegaria del “Oratorio Navidad”, de Eduardo Sánchez de Fuentes, quien además era crítico de la Sociedad Pro-Arte Musical.
Una de las artistas de mayor arraigo en nuestro pueblo, y que también tuvo espacios en el Teatro Auditórium de la Sociedad Pro-Arte Musical, fue Rita Montaner (Rita Aurelia Fulceda Montaner Facenda), soprano cubana que interpretó la obra del maestro Sánchez de Fuentes. Fue una artista del teatro, la radio, el cine y la televisión y constituye uno de los exponentes más universales de las artistas cubanas. El 16 de marzo de 1922, participó en los Conciertos de Música Típica Cubana, en la Sociedad Pro-Arte Musical, organizados por el compositor Eduardo Sánchez de Fuentes y acompañada por la Orquesta Sinfónica de La Habana, dirigida por el compositor Gonzalo Roig.
Otros ejemplos que revelan el asociacionismo entre mujeres europeas y cubanas del arte lírico en la Sociedad Pro-Arte Musical, son voces como Edelmira de Zayas (soprano cubana) y Renata Tebaldi (soprano italiana), quien junto al maestro de coros Paul Csonka lideró la escuela lírica de Pro-Arte Musical, al incidir en la formación de artistas cubanas, como Iris Burguet,[3] Marta Pérez, Gladys Puig,[4] Pura Ortiz, Olga Díaz y Ana Menéndez. La Sociedad Pro-Arte Musical también se vistió de gala con la presentación de Luisa Vela, soprano española y maestra de las zarzuelas; María Barrientos, cantante de ópera española, soprano de coloratura/ligera, una de las más destacadas de su época; Amelita Galli Curci, soprano italiana; Renata Scotto, soprano italiana; Giulietta Simionato, cantante mezzosoprano italiana; Margarita Horruitiner, destacada soprano cubana, que tuvo en sus haberes diferentes interpretaciones de obras afamadas y contribuyó como pedagoga a formar varias generaciones del canto en Cuba, entre cuyas figuras sobresalen: las sopranos Lucy Provedo, Emelina López, María Esther Pérez, Hilda del Castillo y Amalia Arriaza.
No puede olvidarse en este entramado a la maestra española Hilda Ruiz Castañeda, con una de sus fundaciones vitales, para la pedagogía musical cubana: el Grupo Madrigal de La Habana, agrupación artística que constituyó un estímulo para los jóvenes talentos que se consolidaron en el camino de la música.
La referida maestra, preparó a disímiles alumnas y alumnos con el Conjunto Polifónico que dirigía en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Hilda Ruiz Castañeda, era socia de la Sociedad Pro-Arte Musical, y les daba a los estudiantes interesados alrededor de diez entradas para ir a las funciones de la Sociedad Pro-Arte Musical, lo cual era muy formativo para la sensibilidad artística de la juventud que estaba en formación.
Tras el análisis realizado, a través del asociacionismo entre las mujeres artistas europeas y cubanas en La Sociedad Pro-Arte Musical (1918-1967) puede afirmarse que hemos contribuido a resaltar destacadas figuras femeninas de la historia del arte en el siglo XX, quienes fueron silenciadas y olvidadas debido a una visión androcentrista vinculada a cómo se relata la historia de mujeres que plasmaron una honda impronta como artífices y protagonistas en la historia del arte cubano y universal.
Las propuestas de asociacionismo de las mujeres europeas y cubanas en la Sociedad Pro-Arte Musical y en las confluencias con las diversas instituciones que se fundaron en este período de la Cuba republicana demuestran la dinámica femenina en busca de la cohesión social, que dibujó un imaginario sociocultural de valores y significados compartidos, cooperación, acceso a bienes, vínculos, inclusión, legitimidad de las instituciones femeninas, mecanismos efectivos de solución de conflictos y activa participación cívica, por una legitimación de la equidad social.
Bibliografía
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Castellanos, Gerardo: Panorama histórico. Ensayo de cronología, Tomo III, UCAR, García y CIA, La Habana, 1934.
Cruz, Dania de la (comp.): Movimiento feminista cubano, Editora Política, La Habana, 1980.
Díaz, Clara (1987): Luisa María Morales (1912-1987), Museo Nacional de la Música, La Habana, 1987.
Díaz-Ayala, Cristóbal: Cuando salí de La Habana, Fundación Musicalia, San Juan, 1999.
Giro, Radamés: Diccionario enciclopédico de la música en Cuba, (4 t.), Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2007.
González Pagés, Julio César: En busca de un espacio: Historia de las mujeres en Cuba, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2003.
Lagarde, Marcela: “Cautiverios de las mujeres: madres-esposas, monjas, putas, presas y locas”, Coordinación General de Estudios de Postgrado-Universidad Nacional Autónoma de México, D.F., 1990.
Montero, Susana: Los huecos negros del discurso patriarcal, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
Orovio, Helio: Diccionario de la música cubana. Biográfico y técnico, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1981.
Pacheco Valera, Irina: “Las mujeres cubanas en el imaginario de la República”, en Imaginarios socioculturales cubanos, Editorial José Martí, La Habana, 2015.
_________________________ La revista Pro-Arte Musical en su primera época (1923-1940), Editorial Extramuros, La Habana, 2016.
________________________ La Sociedad Pro-Arte Musical. Testimonio de su tiempo, (Premio Memoria 2007), (Prólogo de la doctora Graziella Pogolotti), Ediciones La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2011.
Valdés Cantero, Alicia: Con música, textos y presencia de mujer. Diccionario de mujeres notables en la música cubana, Ediciones Unión, La Habana, 2005.
* Texto presentado por la autora en el V Coloquio de Presencias Europeas, en el Palacio del Segundo Cabo, noviembre, La Habana, 2022.
Notas:
[1] El “Auditórium” fue premiado con el primer lugar en el concurso de las mejores fachadas, establecidas por el Club Rotario. Véase Diario de la Marina, La Habana, diciembre de 1928. Ver además: “Un premio al Auditórium”, en revista Pro-Arte Musical, La Habana, año VII, No.1, 15 de enero de 1929, p. 5.
[2] Fue fundadora de la Sociedad de Estudios Afrocubanos dirigida por Fernando Ortiz y acreedora de importantes reconocimientos, entre estos: la Condecoración de Mérito Carlos Manuel de Céspedes con el grado de Dama; la Orden Nacional de Mérito Mambí, en rango y grado oficial, la distinción por la cultura nacional, y el título de Hija Predilecta, que le fue conferido por el Ayuntamiento de Guanajay, donde nació el 19 de marzo de1899, para convertirse en una gloria de la música y de la cultura cubana de todos los tiempos.
[3] Iris Burguet, en 1937, con solo quince años de edad debutó como concertista vocal con la Orquesta Sinfónica dirigida por el maestro Gonzalo Roig en el Teatro Auditórium de la Sociedad Pro-Arte Musical y con ello inició un periplo nacional e internacional que solo truncó la muerte.
[4] Estudió en el Conservatorio Municipal de La Habana, hoy Conservatorio Amadeo Roldán, y sus primeras clases de canto fueron con la maestra Zoila Gálvez, con la cual conformó su técnica vocal y guio sus primeros pasos. Posteriormente viajó a Italia para perfeccionar su técnica, con el maestro Napoleone Annovazzi.