La raíz más tropical de Yoyo Ibarra
Yoyo Ibarra sale de su zona de confort y apuesta por descubrir sonoridades más contemporáneas a partir de la mezcla de ritmos y géneros emblemáticos de Latinoamérica y el Caribe. Tropical, su más reciente álbum, licenciado bajo el sello de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem), muestra a un Yoyo más maduro, capaz de coquetear con la música tradicional, y a su vez, otorgar un broche de oro al producto final con composiciones que resaltan la simbiosis estética, el concepto de esos ritmos autóctonos y el sonido de la producción musical, a cargo del multipremiado Roniel Alfonso.
Diez temas musicales hacen un recorrido por el bolero, la cumbia, el merengue, el son, la salsa, la bachata y la rumba, en las voces de María Victoria, Mayito Rivera, Waldo Mendoza, Vania Borges, Wil Campa y el propio Ibarra, además de la maestría de Pancho Amat en el tres y de Manolito Simonet en el piano. “Candela pa’ la vela”, “Busco una salida”, “Con tu sonrisa”, “Rumba”, “Entrégame”, “Para amar”, “Sin ti, sin mí”, “Horas”, “Yo quiero bailar” y “Olvídame” son las canciones que integran el fonograma, nominado en la pasada edición de los Premios Cubadisco en la categoría de Música Tropical Variada.
Sobre esta evolución el artista explica a La Jiribilla que, en el año 2015, la agrupación mantenía un estilo marcado por lo trovadoresco y el pop, con un toque íntimo y minimalista. Hasta que Manolito Simonet le dio la oportunidad de colaborar con él y quedó absorbido por la música bailable. “Me abrió un espectro tropical que tenía en pausa y decidí sacar a la luz muchas de esas canciones que guardaba en la gaveta con géneros musicales que no me había atrevido a cantar”, expresó.
Yoyo empezó su carrera con una guitarra y pasó de un grupo de pop a una orquesta de más de 15 músicos con una manera de crear totalmente diferente. A partir de ahí surge la idea de este fonograma: contar con una especie de bandera que la orquesta utilizara para adentrarse en el panorama de la música popular con un estilo más tropical.
El disco debe su nombre ―según explica el artista― al interés de atrapar todas las matrices modélicas latinoamericanas; a ese viaje por la rumba, el son, el bolero y la bachata. “Intentamos plasmar un pedacito de cada rincón del continente. Por supuesto, faltaron muchos géneros, pero quisimos abarcar los más populares, desde un punto de vista juvenil, para conectar a las viejas y nuevas generaciones”.
Roniel Alfonso, por su parte, agrega que el mayor desafío en la producción del disco fue el tiempo que tardó. Comenzó su proceso de grabación el 31 enero de 2016. “Fue complicado mantener el hilo conductor hasta 2022 sin perder la coherencia y el camino trazado desde la concepción y diseño sonoro del álbum. El resultado final ―y esa nominación al certamen― se logró porque estuvimos enfocados y concentrados en lo que estábamos haciendo”. Además, destaca en Tropical la entrega de reconocidos instrumentistas cubanos como Alejandro Falcón, Roberto Vázquez Ley, Andrés Cuayo, Adel González, Tomás Ramos, El Panga, José Julián Morejón, Eduardo Ramos, Robin Martínez, Eduardo Sandoval, Amaury Pérez, Víctor Guzmán, Yuniet Lombida, Marcos Alonso, José Ernesto Caballero y Marcos Alonso.
“La nominación al Cubadisco le dio un camino más hermoso a este fonograma, que echará a andar a partir de ahora. Dos temas del álbum fueron muy radiados y bien recibidos por el público: ‘Candela pa’ la vela’ y ‘Rumba’. Espero que el resto del disco corra la misma suerte, pues trabajamos con muchos deseos. El público es quien decide si le gusta o no lo que escucha”, afirmó Alfonso.
“En la música no existen límites”.
Yoyo asegura que esta producción fonográfica le mostró que en la música no existen límites y que a veces los artistas se encierran en sus propios conceptos. “Hay que echar a volar la imaginación y las musas. Está permitido experimentar, conocer nuevos sonidos y maneras de hacer”, exhorta Yoyo al tiempo que analiza su crecimiento como artista a partir del álbum. Tropical es eso: evolución, coqueteo con otros ritmos; no quedarse detenidos e ir dos pasos más allá; una apuesta colectiva por un bien mayor; explotar los universos creativos.