La patria y el hombre primitivo
1/3/2021
Ya escuché la canción “Patria y Vida”. De la letra no diré nada. Hace años, quizás décadas, escucho canciones que anuncian el fin de la Revolución cubana. Sus autores, en verdad, han sido pésimos visionarios. Es más práctico entonces escribir sobre los gestos de quienes la cantan; o sea, más que escuchar la canción, vi el video. Me detuve, sobre todo, en los gestos de quienes interpretan.
Y es que los ademanes —alharacas es una mejor palabra— de Yotuel Romero, Descemer Bueno, Maykel Osorbo y el Funki, están llenos de exagerados aspavientos con las manos, con la boca, con el dedo índice y lo que no falta: los reiterados golpes en el pecho. Recordemos, además, que hay uno de ellos sin camisa.
¿Por qué ocurre esto? ¿Es una canción o acaso una discusión en un manigüero juego de pelota? ¿Son guapos? Ni más ni menos: para quienes cantan —o sea, para ellos mismos— son conductas viriles. Sin embargo, para quienes saben —o sea, para los especialistas— son estereotipos machistas.
Para Timanfaya Hernández, doctora en Psicología Clínica, y además vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, los micromachismos, son pequeños estereotipos que en un género se permiten y en el otro no, y lo único que hacen es acentuar las diferencias. De ahí entonces que Yotuel, Osorbo, Descemer y el Funki, una y otra vez muestren sus “masculinas” posturas. Necesitan hacer la diferencia, necesitan ser “machos” de esa forma.
Pero hay más análisis sobre estos temas: Enrique García Huete, psicólogo clínico y profesor de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, señala: “Cuando tú estás seguro de ti mismo, funcionas sin depender de las condiciones del entorno. Cuando tienes cierta inseguridad y necesitas demostrar cosas, es cuando adquieres todos esos signos y gestos”.
Hablando de inseguridad y de vacilaciones, hace algunos años, en Madrid, Yotuel Romero dijo al periodista Dennys Matos: “Cuando se hace crítica social siempre se tiene un vínculo con la política, pero en ningún momento nosotros queremos encasillarnos como un grupo de protesta o anticastrista. Nosotros somos procastristas, somos un grupo procastrista. Nosotros estamos de acuerdo, porque todo el mundo sabe lo que pasaba en Cuba hace 40 años, y ahora podemos decir que, desde hace 40 años, Cuba es de nosotros. Antes lo que había eran gobiernos títeres. ¿Que hay problemas? Desde luego que hay problemas. ¿Que hay que subsanarlos? Está claro que queremos subsanarlos”. Eso dijo Yotuel.
Ahora ya lo vimos: se golpea el pecho para decir lo contrario. ¿Qué llevó a Yotuel Romero a decir en España: “somos emigrantes privilegiados y tenemos la oportunidad de decir lo que pasa en la Isla para que no se manipule la información sobre Cuba, que, por cierto, se manipula muchísimo”? ¿Por qué ahora se golpea el pecho y mueve las manos desorbitadamente para decir lo contrario? ¿Qué lo llevó a decir: “Cuando me digo procastrista es que yo estoy de acuerdo con Fidel”?
Volvamos mejor a los gestos y dejemos la inseguridad y las vacilaciones de Yotuel —creo que oportunismo es, en este caso, una mejor palabra que vacilación—.
¿De dónde vienen esas posturas, esos brincos, ese golpearse continuamente el pecho y mostrar fuerza mediante de los brazos?
En primer lugar, pienso que de las indudables carencias en la letra de la canción; en segundo lugar, del machismo que subyace como telón de fondo en todo el video y, en tercer lugar, de lo que refiere García Huete: “Hay muchos vestigios ancestrales que, dependiendo del contexto o el medio, pueden reproducirse en mayor o menor medida”. Ni más ni menos, el profesor de la Universidad Complutense de Madrid es concluyente: “Esto lo hemos heredado del hombre primitivo”.
De esta forma podemos entender mejor la canción: hay ocasiones en que algunos hombres, al parecer según las circunstancias, necesitan mostrarse primitivos.