Detrás de una guitarra hay un tipo

ni bueno ni malo

que cuando llueve observa con calma

su patio mojado,

pendiente de guerras, sediento de años.

“Este 2 de diciembre trovadores y trovadictos estuvimos en el parque de Manzanillo, (…) donde hace 50 años se fundó como movimiento la Nueva Trova por quienes nos antecedieron”.

Esto hemos sido desde siempre: viajantes por las almas, testigos de nuestro tiempo, poetizantes que sueñan atrapar en unos minutos ―que llamamos canción― amores y dolores de su pueblo; como parte de él, en un café, un parque, un teatro, una escuela, en un taller, o una esquina cualquiera, porque… en fin, como dijo Noel

Detrás de una caja con cuerdas

hay siempre un ser humano.

Hace 50 años estuvieron aquí, en Manzanillo; nosotros ahora pasamos a saludar al Padre de la Patria en su Demajagua, porque Carlos, con José y Pancho comenzaron todo, incluso mucho antes de la guerra, para pedir el perdón de una mujer. Había que inventarse la canción cubana para ganarse por siempre el amor.

Ven y asoma a tu reja sonriendo,

ven y escucha amorosa mi canto,

ven, no duermas, acude a mi llanto.

Pon alivio a mi negro dolor.

Y Luz Vázquez se asomó a bendecir el parto, y luego fue con ellos a hacer patria, a cumplir con las canciones que vendrían en la manigua, porque trova, amor y libertad eran lo mismo.

Ella es sensible, le brinda al hombre

virtudes todas y el corazón

pero si siente de la Patria el grito,

todo lo deja, todo lo quema,

ese es su lema, su religión.

¿Habrá sido por esa “religión” que aquel niño correo de los mambises, Gumersindo, quiso, más de cien años después, que lo enterraran en Bayamo?

Aunque las cosas cambien de color,

no importa pase el tiempo.

Las cosas suelen transformarse

siempre, al caminar.

Pero tras la guitarra siempre habrá una voz,

más vista o más perdida

por la incomprensión de ser uno que siente,

como en otro tiempo fue también.

Por eso tal vez, hace hoy 50 años, estaban ―y están aquí― Silvio, Pablo, Sara, Noel, Vicente, Lázaro, Augusto… aquellos que a mediados de los años sesenta dieron un nuevo giro a la trova, que siempre está evolucionando de acuerdo con los tiempos. Aquella genésica de fines del XIX que entró al siglo XX con Pepe Sánchez, Sindo, luego Corona, Villalón… que luego comenzó a sonearse por los años 20 con Matamoros, o aquellos sextetos como el Occidente (en el que deslumbraba María Teresa Vera) y septetos como el Habanero y el Nacional de Ignacio Piñeiro. La misma que en los años 40 tuvo su filin con José Antonio Méndez, Angelito Díaz, César Portillo, Las DˊAida, Ñico Rojas, entre otros… La trova de siempre y todavía.

Canción,

un nuevo trovador vendrá y te alzará en su voz

y nuevamente yo estaré

vibrando en su guitarra trovadora y en su voz

canción.

Así lo expresa Portillo de la Luz, porque somos el mismo, el Trovador con la guitarra de trasmano para salvar el alma. Y no únicamente una guitarra, pues ya sabemos que con cualquier instrumento o formato puede estar presente el trovador. Vicente Feliú dijo en sus versos

Yo soy de todas partes

y hacia todas partes llevo mi canción

porque ese canto que nació del batallar

ha sido un parto de los que han echado a andar.

Sabíamos que era necesario venir a la Demajagua a encontrarnos con los Padres de esta patria trova, y que había que atravesar el mangle de Las Coloradas, rumbo al revés de la Alegría, porque era esa condensación del tiempo la que autorizaba a ponerle el apellido Nueva a esa Trova de siempre, compañera.

Comenzamos un día,

en los tiempos

de siempre y todavía.

Comenzamos felices

a juntar cicatrices,

como buenas señales

de los años.

La Nueva Trova de la nueva Revolución, había que fundarla aquí, y hoy acaso la refundamos, porque somos ―historia y canción― un proceso de constante creación que acompaña al pueblo; inseparables.

Por eso había que visitar a Carlos Puebla, el cantor de la Revolución, el cronista de las luchas del pueblo, en su tumba, y escuchar allí a Abelardo cantando uno de esos boleros que merecen ser más conocidos… Quiero hablar contigo antes que te vayas…

La Nueva Trova de la nueva Revolución, había que fundarla aquí, y hoy acaso la refundamos, porque somos ―historia y canción― un proceso de constante creación que acompaña al pueblo; inseparables.

Y estuvimos en las escuelas, y en las fábricas, y en la Casa de la Trova donde rezuma todo ese tiempo desde el inicio hasta hoy en intercambio de generaciones; puedo asegurar que todas las canciones, vengan de la época que vengan, son de ahora mismo, y con ellas amamos y bailamos en estos días de gloria.

Quiero una canción para que camine junto a ti,

para que te arrulle cuando yo no esté.

Quiero una canción que me sustituya

que respire de tu aliento cuando tú la cantes.

También bayamés, más por causalidad que por casualidad, era, es “el santo beodo de la trova”, que hoy descansa ―tampoco por azar, digamos que por amor, porque se lo ganó― en la tumba colindante a la de Sindo: el Blado Zamora, sentenció:

“Siempre he pensado que, si un absurdo natural hiciera que el suelo de la Isla se hundiera de momento bajo las aguas antillanas, bastaría con que los cubanos cantáramos a coro interminable el grueso enjambre de temas trovadorescos que han nacido aquí para ver resurgir a Cuba intacta por encima del mar”.

Y Pablito, siempre será Pablito; nuestro Milanés, también nacido en Bayamo, ¿será por azar concurrente un 24 de febrero?, nos dictó en su canción el primer mandamiento:

Pobre del cantor de nuestros días

que no arriesgue su cuerda

por no arriesgar su vida.

Pobre del cantor que nunca sepa

que fuimos la semilla

y hoy somos esta vida.

Este 2 de diciembre trovadores y trovadictos estuvimos en el parque de Manzanillo, frente a la sede del gobierno, donde hace 50 años se fundó como movimiento la Nueva Trova por quienes nos antecedieron: Sara González, Noel Nicola, Vicente Feliú, Augusto Blanca, Lázaro García… y hasta nos dimos el lujo de que nos acompañaran esta vez Andrés Pedroso y Jorge Gómez, de los ya legendarios grupos Manguaré y Moncada, y el periodista Pedro Vera. Así que revivimos aquellos días fundacionales con algunos de los que fueron protagonistas entonces.

Brindamos por ese momento que cumple medio siglo, el de la Nueva, pero más, en ese mismo parque asistimos a la declaración de la Trova toda, como Patrimonio Cultural de la Nación.

¡Viva esa canción compañera, la que viene tallando el alma de la nación desde mediados del siglo XIX hasta hoy!

¡Vivan la trova y la Revolución de siempre y todavía!

Y peldaño a peldaño

levantamos paisaje

sin excusa, sin ruego

y sin ultraje.

¿Quién se atreve a decirme

que debo arrepentirme

de la esperma quemante

que me trajo?

Porque sangra de abajo

yo no vendo ni rajo

mi pasión.

Silvio Rodríguez

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