La guerra de Ucrania es el resultado de un largo proceso de contradicciones difíciles de explicar en poco espacio, por su diversidad de dimensiones: históricas, culturales, económicas, políticas, militares, legales, geoestratégicas… No siempre se hacen notar ciertos actores muy significativos en el desencadenamiento de la guerra. Algunos han desaparecido en la Historia, pero otros están a nuestra vista. Uno de estos es la OTAN: la Organización del Tratado del Atlántico Norte ─NATO por su sigla en inglés─, también llamada Alianza del Atlántico, Alianza del Atlántico Norte o Alianza Atlántica, un pacto militar entre gobiernos, firmado en Washington, que tuvo su cuartel general en París, el centro de Europa Occidental y, desde hace algún tiempo radica, en Bruselas, Bélgica. Los países constituyentes lo fundaron en una singular época y lo conforman Estados Unidos, Canadá y un grupo de países europeos. Su historia es tenebrosa y el gasto militar de todos esos gobiernos juntos supera el 70% del programado por el resto del mundo. Cualquier ciudadano no especializado en cuestiones internacionales o militares, como yo, puede hacerse una serie de preguntas que intentaré responderme siguiendo la lógica común e informaciones públicas.
¿Cuándo surge la Alianza y por qué no antes? ¿Cuál es su propósito verdadero?
En los inicios de la II Guerra Mundial Estados Unidos permaneció al margen de la contienda. Tenían razones económicas y, también, políticas. El Departamento de Estado argumentó en 1937 que el fascismo europeo podía ser compatible con los intereses estratégicos de EE.UU.; sin embargo, cuando comenzó el ataque alemán a Polonia el 1ro. de septiembre de 1939, y después, cuando las propias tropas hitlerianas agredieron a la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, Inglaterra y Estados Unidos declararon que apoyarían a los soviéticos. Dos días después, el entonces senador Harry Truman, quien cuatro años más tarde llegaría a la presidencia, afirmó: “Si vemos que gana Alemania debemos ayudar a Rusia, pero si vemos que gana Rusia, debemos ayudar a Alemania. Así, que se maten lo más que puedan”.
En realidad, la mayoría de los políticos estadounidenses veían en las potencias europeas a rivales que debían ser desgastados, aunque la más incómoda era la Unión Soviética, que ellos seguían llamando Rusia. El combustible de los vehículos militares de Hitler que llegaron a las puertas de Moscú, provenía de los pozos de petróleo de los magnates texanos; si no hubiera sido así, difícilmente los alemanes hubieran avanzado tanto. Casi todos los congresistas norteamericanos pensaban que se debía esperar más antes emprender acciones en la guerra. Inglaterra, Francia y Estados Unidos habían invertido miles de millones de dólares en la restauración de la eficiente industria pesada alemana después de su destrucción en la I Guerra Mundial, lo que facilitó el desarrollo de su poderosa maquinaria militar.
Después del ataque a Pearl Harbor, el 7 diciembre de 1941, Estados Unidos entró en el conflicto con una declaración de guerra a Japón al día siguiente. Como el imperio japonés formaba parte del eje fascista, Alemania le declaró la guerra a la nación norteña tres días más tarde. Estados Unidos había extendido su influencia por el océano Pacífico en busca de mercados para sus exportaciones y fuentes de materia prima y mano de obra barata. El imperio japonés se oponía, y la China de Chiang Kai-shek fue el escenario de la crisis. Entre el 22 y el 26 de noviembre de 1943 se produjo la Conferencia de El Cairo, entre Chiang Kai-shek por la República de China, Winston Churchill ─primer ministro del Reino Unido─ y Franklin Roosevelt, presidente de EE.UU.; allí se acordó luchar contra Japón hasta el final, apoyar la liberación de los territorios chinos ocupados y, en su momento, Corea se integraría a estos planes.
La sucesión de ofensivas y victorias del Ejército Rojo a partir de julio de 1943 hizo que su avance hacia Occidente preocupara al Pentágono. El 2 de febrero de ese año los soviéticos celebraban la victoria de Stalingrado, luego de una de las batallas más grandes de la historia militar de todos los tiempos, y en el último trimestre sus tropas se acercaban velozmente a Berlín. Entre el 28 de noviembre y el 1ro. de diciembre de ese año sesionó la famosa conferencia de Teherán entre Iósif Stalin por la URSS, Roosevelt por Estados Unidos y Churchill por el Reino Unido; fue el momento culminante para concretar una gran acción armada de los aliados contra el fascismo y se decidió, no sin presiones de Stalin, la apertura del Segundo Frente contra Alemania en Europa. La Conferencia de Yalta, entre Stalin, Churchill y Roosevelt, en febrero de 1945, presagiaba el final de la guerra y al mismo tiempo las contradicciones irreconciliables que llevarían a la Guerra Fría. El conflicto bélico terminó con la ocupación de Berlín por las tropas soviéticas y la rendición incondicional de Alemania nazi el 8 de mayo. La Armada Imperial japonesa fue derrotada por las tropas de Estados Unidos; el archipiélago se encontraba rodeado de buques de guerra estadounidenses y solo quedaba la rendición después de la caída de Berlín y Roma, y del ultimátum dado por los países vencedores; entonces, el gobierno de Truman autorizó el bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki, una de las masacres civiles más salvajes de la Historia y la única vez que se ha usado el arma nuclear, una demostración de fuerza.
En la Conferencia de Potsdam, entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, los aliados vencedores de la guerra acordaron la administración de la Alemania derrotada en cuatro zonas de ocupación y una división similar en Berlín y Viena, la devolución original de los territorios anexados por Alemania y la separación de Austria; además, se discutió la desmilitarización y desnazificación ─este compromiso implicaba la depuración social, cultural, comunicativa y en la justicia y la política, de toda influencia de la ideología nazi, tanto en Alemania y Austria como en el resto de Europa y del mundo, junto a la persecución de los criminales de guerra─, el reordenamiento del mapa de Europa, y especialmente de las fronteras entre Polonia y Alemania, y de esta y Austria; el reasentamiento de las minorías alemanas en países como Polonia, Hungría y la entonces Checoslovaquia, y la reconstrucción ─los aliados calcularon pérdidas por 200 000 millones de dólares, pero Alemania solo fue obligada a pagar el 10%, aunque ni siquiera esto se cumplió. En Potsdam, Stalin no pudo imponer la ruptura con el gobierno español de Francisco Franco, colaboracionista de Hitler; sin embargo, se acordó la oposición de la entrada de ese país a la ONU. ¿Acaso no era el momento de inaugurar un pacto militar entre potencias para combatir la ideología fascista? Nunca ocurrió: a Estados Unidos no le interesaba esa alianza estratégica con la Unión Soviética.
“…a Estados Unidos no le interesaba esa alianza estratégica con la Unión Soviética”.
Al finalizar la guerra algunos países de Europa se declararon socialistas dentro de la órbita soviética y ello puso en alerta a EE.UU. La OTAN nació el 4 de abril de 1949, en pleno inicio de la Guerra Fría, incluso meses antes de que en Kazajistán la Unión Soviética detonara su primera bomba atómica, el 29 de agosto del mismo año. En Asia, Estados Unidos declaró el 15 de agosto de 1948 la República de Corea del Sur, y Corea del Norte se proclamó socialista el 9 de septiembre con el apoyo de la Unión Soviética; esto ocasionó un conflicto militar de grandes proporciones hasta que el 27 de julio de 1953, se firmó un armisticio en Panmunjom para restaurar la frontera de las dos Coreas a ambos lados del paralelo 38, armisticio nunca concluido en un tratado definitivo de paz. La República Popular China, que se había fundado el 1ro. de octubre de 1949, también participó en esta guerra defendiendo las posiciones de Corea del Norte. Este es, a grandes rasgos, el entorno de la OTAN, una organización militar para la política de Estados Unidos que sirviera para todo el Atlántico Norte. Su propósito verdadero en ese inicio era constituirse en instrumento militar para la “contención del comunismo”, aunque en Asia no lo logró.
“Este es, a grandes rasgos, el entorno de la OTAN, una organización militar para la política de Estados Unidos que sirviera para todo el Atlántico Norte. Su propósito verdadero en ese inicio era constituirse en instrumento militar para la ‘contención del comunismo’”.
¿Dónde se instaló la Alianza y por qué no en otro lugar? ¿Quiénes son los miembros? ¿Han existido contradicciones entre ellos?
Al momento de su fundación la Alianza quiso pasar como una “asociación política”, pero después de la guerra de Corea Estados Unidos tuvo la justificación para desplegarse con una estructura militar bajo la dirección de comandantes norteamericanos. La existencia del Pacto de Varsovia (14 de mayo de 1955) constituyó la otra justificación para afianzar el carácter militar y contrarrestar la influencia soviética en Europa oriental y central. El lugar natural para la sede de la OTAN tenía que ser Europa, cerca de la URSS, la potencia militar que se oponía a EE.UU. Los países fundadores, junto a su promotor, fueron: Reino Unido, entusiasta colaborador de su excolonia; Canadá, Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Italia y Portugal. Francia, que estuvo entre los miembros fundadores, bajo el mandato de Charles de Gaulle retiró en 1966 sus fuerzas armadas del comando integrado de la OTAN ─solo se volvieron a incorporar en 2009, durante la presidencia de Nicolás Sarkozy─, inconforme ya desde antes con el papel hegemónico de EE.UU. y la negativa a su pretensión de involucrar a la Alianza en su conflicto colonial en Argelia; debieron salir del país todas las tropas que no fueran nacionales, y en 1967 se trasladó de Francia hacia Bélgica el Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa. También fue miembro fundador Islandia, pero como no tenía fuerza militar propia, puso como condición no verse forzada a participar en ningún acontecimiento bélico. Estados Unidos empujó a los países europeos de Occidente a ser fieles servidores de su propia política contra la URSS.
El 18 febrero de 1952 la OTAN amplió el asedio contra la URSS conquistando la entrada de algunos países como Turquía y Grecia ─este último retiró sus tropas de la Alianza entre 1974 y 1980, precisamente por conflictos con el primero. En 1954 la URSS propuso su inclusión en la OTAN con el propósito de mantener la paz en Europa; sin embargo, los países de la Alianza rechazaron la propuesta y cuando el 9 de mayo de 1955 la República Federal de Alemania tuvo la posibilidad de recobrar su ejército y entró en la OTAN, cinco días más tarde fue creado el Pacto de Varsovia por la URSS; posiblemente este haya sido uno de los momentos más agudos y decisivos de la Guerra Fría. El 30 de mayo de 1982 España ingresó en la Alianza; después de hacerlo, el 12 de marzo de 1986 se celebró un referéndum para consultar a los ciudadanos si estaban a favor de la permanencia en el bloque; según me han contado algunos amigos, la boleta para marcar sí o no tenía una introducción manipuladora que hacía quedar como un miserable a quien contestara negativamente. Se trataba de un sainete.
¿Por qué se mantiene la Alianza después de la extinción de la URSS?
No puede haber respuesta lógica a esta pregunta, si se ha aceptado que el verdadero propósito de su creación fue la “contención del comunismo”. Sin embargo, la Alianza no solo siguió existiendo, sino que se amplió y reforzó. Estados Unidos, en su política belicista, la necesitaba para la “intervención encubierta”. Es en este momento cuando a le asigna a Europa el papel más triste de su historia: servir de “punta de lanza” de una política extracontinental. Como Rusia, por su poderío militar, continuaba siendo el enemigo principal de EE.UU., necesitaba más países próximos al poderoso Estado euroasiático. El 12 de marzo de 1999 ingresaron a la Alianza Hungría, Polonia y la República Checa; el 29 de marzo de 2004 lo hicieron Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía, y el 1ro. de abril de 2009 se afiliaron Croacia y Albania.
Después de la desintegración de la URSS, “la Alianza no solo siguió existiendo, sino que se amplió y reforzó”.
Luego del ataque a las Torres Gemelas y la denominada “lucha contra el terrorismo”, la OTAN, con autorización de la ONU o sin ella, ha actuado como una “fuerza internacional de seguridad”, al involucrarse en cuanta guerra convenga a Estados Unidos. Ha surgido alguna oposición de Alemania en el registro económico, y de Francia en el político, pero en sentido general, las guerras libradas en Irak, Afganistán, Yugoeslavia, Libia… involucran a los países de la Alianza con la participación ridícula de ejércitos como el de España, para servir de cocinero, e incluso, un invitado patético: Colombia. La estructura burocrática y organización de secretarías, consejos, asamblea parlamentaria, comité militar, comandos regionales y cooperación con Estados no miembros, ha crecido descomunalmente y se reformulan sus bases para lograr nuevas adhesiones y ampliaciones. En 2017 se incorporó Montenegro, y en 2020, Macedonia del Norte; en diversos momentos han manifestado interés en la adhesión Bosnia y Herzegovina, Georgia, Azerbaiyán, Armenia, Kazajistán, Moldavia, Serbia, Ucrania, Suecia, Finlandia… y Colombia.
¿Qué papel desempeña hoy la Alianza?
Desde la crisis de Ucrania en 2014 después de la caída de Víktor Yanukóvich, las relaciones entre la Alianza y la Federación Rusa entraron en momentos de alta tensión, como en los años más agudos de la Guerra Fría, motivados por los planes desestabilizadores de Estados Unidos de instalar armamento muy cerca de Rusia, que esta considera inaceptables para su seguridad nacional. La guerra civil en Ucrania, la autoproclamación de las repúblicas del Donetsk y Lugansk, las tensiones en el mar Báltico y la crisis en Crimea, han sido aprovechados por la Alianza en su empeño de aislar y acosar a Rusia, tanto en la representación mediática como en el terreno militar. Miles de muertos y millones de refugiados ha costado esta crisis silenciada por los medios occidentales, durante la cual se ha promovido la rusofobia y se ha intensificado la nazificación de Ucrania, rearmada por la OTAN. Estados Unidos, utilizando a la extensión de su ejército, apuesta por la guerra en Ucrania, recrudecida por la controversial entrada de las tropas rusas a territorios en disputa. A finales de noviembre de 2021 el secretario de Estado Antony Blinken y el secretario general de la Alianza, el noruego Jens Stoltenberg, en Riga, la capital de Letonia, debatieron sobre la posibilidad de instalar misiles de largo alcance en Ucrania contra Rusia.
¿Cuáles son los planes futuros de la Alianza?
La OTAN es hoy la fuerza más agresiva y peligrosa del planeta. Su actual política de expansión hacia el este de Europa es un factor de avivamiento en la actual guerra de Rusia con Ucrania ante la inacción de Europa para detenerla. La Alianza no tiene geografía ya, se expande hacia cualquier sitio. Los planes de Estados Unidos de fabricar submarinos nucleares con el Reino Unido y Australia ─Aukus─, y crear otras organizaciones belicistas como el Quad, diálogo de seguridad cuadrilateral integrado por Estados Unidos, Japón, Australia e India, en ambos casos para hostigar a China, constituyen peligros inmediatos para generar otras guerras fuera de Europa, pues el decadente imperio estadounidense teme el estrechamiento de la alianza militar de Rusia con China. América está pendiente, y Colombia aspira a expandirse también hacia nuestras latitudes más próximas, a pesar del compromiso de América Latina como zona de paz, concertado en la Celac. Estados Unidos tiene en la Alianza un ejército, como Roma, para sus guerras de conquista. ¿Para qué existe la OTAN?