La labor del Instructor de Arte supone un compromiso cotidiano con la Revolución
Cuando con solo 19 años la joven instructora de arte de La Habana, Olga Alonso, fue a las montañas del municipio espirituano de Fomento a cumplir su servicio social, sin pretenderlo se convertía en un símbolo para su generación y para las que vendrían después.
Un accidente de tránsito puso fin a su vida, pero no al ejemplo de su obra que se multiplica en todos los territorios del país por lejanos que estén. La labor del Instructor de Arte supone un compromiso cotidiano con la Revolución.
“Tienen los instructores de arte la responsabilidad de enseñar las expresiones más autóctonas, aquellas que nos identifican como nación”.
El sistema institucional de la cultura necesita profesionales comprometidos que aporten a la construcción de un mejor país. Que lo hagan desde ese espacio cercano que es el barrio, la escuela, como centro cultural más importante de la comunidad y obviamente en las instituciones.
Desde los primeros años de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro sintió la necesidad de formar instructores de arte que pudieran contribuir a la necesaria transformación del país. En Cuba la enseñanza, el disfrute de la cultura y la enseñanza del arte son conquistas ganadas por la Revolución para el pueblo, de eso se trata el sentido democratizador de la cultura.
Es crucial que todos los días nos replanteemos cuánto hemos logrado, que seamos eternos inconformes y que enseñemos desde las prácticas martianas, porque el conocimiento nos hace libres.
En “Sembrar ideas, sembrar conciencia”, programa para enfrentar la colonización cultural, están las pautas para que no seamos ingenuos. Tienen los instructores de arte la responsabilidad de enseñar las expresiones más autóctonas, aquellas que nos identifican como nación.
A través de nuestras expresiones artísticas, tradiciones, costumbres, literatura, música, danza y otras manifestaciones culturales, se transmiten y promueven valores como la solidaridad, la justicia social y la igualdad.
Las expresiones culturales pueden servir como herramientas para fomentar la empatía, el entendimiento intercultural y la cohesión social. Un instructor de arte preparado mucho puede lograr a favor del bien colectivo.
El Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República Miguel Díaz Canel Bermúdez ha pedido a los cubanos que desarrollemos las fuerzas productivas, y también las fuerzas espirituales de la Revolución, porque esos son los caminos que permiten fortalecer el orgullo de ser cubanas y cubanos. En esa colosal tarea los instructores de arte tienen una hermosa y humana misión.
“El conocimiento nos hace libres”.
20 años ya pasaron del surgimiento de la brigada de instructores José Martí, “médicos del alma” nos llamó Fidel.
Con nuestra obra damos continuidad a la labor de los jóvenes que como Olga Alonso se formaron en los primeros años de la Revolución y fueron hasta los lugares más apartados a sembrar esperanzas.
El mundo vive una profunda crisis económica de la que Cuba no escapa, el criminal y genocida Bloqueo de los Estados Unidos nos limita en todos los órdenes y, obviamente, también a la cultura. Faltan los recursos para impartir talleres y crear unidades artísticas; sin embargo, conmueve cuando en medio de las carencias nuestros instructores buscan alternativas porque saben que están haciendo realidad el sueño de una persona al brindarle la oportunidad de expresarse a través del arte.
En nombre del Ministerio de Cultura, reafirmo nuestro profundo reconocimiento por la labor que realizan y los exhortamos a, con los sueños de todos, construir desde la cultura una Cuba mejor.
*Palabras pronunciadas por la viceministra de Cultura, Lizette Martínez Luzardo, en el Acto Central por el Día del Instructor de Arte efectuado en el Proyecto Comunitario Casa Yeti, ubicado en el Municipio Playa, La Habana.