El evento Cubadisco, fundado por el visionario Ciro Benemelis en 1997, celebra este mes de mayo su vigésimo cuarto aniversario. En medio de una situación difícil para el mundo, la música se abre paso para consolar, consentir y ofrecer a los hombres los más bellos y profundos sentimientos de humanidad. La música nos une, nos solidariza con el dolor de nuestros semejantes; igualmente reconforta y ofrece la alegría y fuerza para vivir y superar estos duros tiempos.
Cuba, la Isla de la Música, se siente honrada de poder ofrecer un abanico musical de alto vuelo estético durante la trasmisión online de su Feria Internacional de la Música Cubadisco. Como es habitual durante el evento, se presentan al premio las producciones fonográficas y audiovisuales más destacadas realizadas durante el año en curso; en esta ocasión incluye el 2020 también por las situaciones ocasionadas por la pandemia.
El número de obras presentadas asciende a 360, de las cuales se nominaron un total de 233 títulos; 159 corresponden a fonogramas y 39 son audiovisuales, comprendidos en 42 categorías. En ese sentido es importante resaltar que dentro de los fonogramas, un total de 19 títulos tienen incorporados algún tipo de obra audiovisual (CD/DVD).
A pesar de las carencias económicas y la aguda situación epidemiológica, las casas discográficas cubanas se han mantenido activas y sus artistas se han desdoblado para ofrecer una obra comprometida con estos tiempos. No obstante, las posibilidades de acceso de la población a estas, en sentido general, así como al mercado internacional, siguen siendo muy limitadas, máxime cuando la distribución del producto físico en la Isla es casi nula y la vía digital recién comienza a desarrollarse para beneplácito de los gestores de la industria cubana, y creo que también para el público amante de la música.
En la actualidad, la fortaleza de comercialización de la industria musical está en la esfera digital, pero en Cuba las características del consumo siguen mostrando disparidad. Hay un público que necesita el acceso físico a la producción por el soporte que puede adquirir y otro que ya está en línea con las plataformas de acceso digital que operan en el país y a nivel internacional.
Las estadísticas revelan que hoy el nivel de comercialización desde la vía digital se ha elevado significativamente: según cifras del informe anual del año 2019 de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), el 89 % de la escucha de música en el mundo se realiza a través de streaming, y cada vez se eleva el uso de este servicio en consumidores entre 35 y 64 años. En el 2019, este grupo etario representó el 54 % del consumo, y creció en el 8 % en relación con el 2018.[1]
Esto indica que no solo los jóvenes consumen música por vía digital y Cuba no está exenta de seguir ese camino.
Las tecnologías asociadas al mundo digital han trasformado de forma radical el modo en que los bienes y servicios culturales son creados, producidos, distribuidos, promocionados y consumidos. La nueva era de aparatos multimedia interconectados ha condicionado el surgimiento de otros modelos de comercio y negocios en línea —plenamente dominados por las grandes transnacionales de la comunicación—; estos contribuyen a diseminar por el mundo aquellos contenidos culturales cuya discriminación no siempre se corresponde con los intereses culturales y/o patrimoniales que promueven las políticas públicas (especialmente en algunos países del tercer mundo); de esa manera provocan que estas últimas sean fuertemente impactadas.[2]
En un artículo publicado por Cubadebate en octubre del 2018, el especialista en comercio digital Rafael de la Osa exponía con preocupación el estado en que la industria de la música en Cuba se encontraba, con respecto al desarrollo de las tecnologías digitales:
Mientras no potenciemos los mecanismos de promoción internacional disponibles en el mundo digital de cara a incrementar la comercialización de la música cubana y sus intérpretes, será difícil incrementar la presencia de estos en el mundo y sobre todo hacerlo según nuestra propia estrategia. O hacemos nuestras las herramientas digitales disponibles para estos fines o seguiremos retrocediendo en el tiempo.
Este tema ha sido una constante para el trabajo de especialistas, investigadores y gestores de la industria discográfica cubana. Hoy, después de haber arribado a una apertura digital en el 2016 con las zonas wifi, el desarrollo de los datos móviles y el acceso a internet a través de la Empresa de Telecomunicaciones cubana ETECSA, podemos decir que Cuba realmente se incorpora al camino digital, y es la música, en este caso la sección de industria fonográfica, la que va a la vanguardia junto al trabajo personalizado que vienen desarrollando nuestros creadores, desde sus propios sitios.
Para la industria musical cubana resulta prioritario ampliar todos los campos de realización de la cadena productiva. El producto musical tiene diferentes caminos de desarrollo que van desde la presentación en vivo: fonográfica, audiovisual, hasta la sincronización (musicalización de cine, documentales, audiovisuales, etc.), así como variados campos para su utilización y comercialización. Hasta la fecha, la limitada capacidad tecnológica para desarrollar estrategias productivas en todos los campos (soportes físicos, digitales y condiciones técnicas para la presentación en vivo) ha generado para la industria musical cubana intermediarios que limitan el acceso directo al mercado mundial.
Desarrollar el producto musical cubano y sus mercados desde los procesos endógenos, es decir, desde el contexto de la vida musical del país en su estado más natural, es una de las premisas para fortalecer el mercado nacional y desplegar estrategias que permitan el acceso al mercado internacional. Para ello la prioridad está en desarrollar capacidades para la gestión especializada de los actores en el proceso de negociación y promoción del producto a cada nivel: desde la política, pasando por los creadores, hasta llegar a la industria.
Fortalecer las capacidades productivas, de promoción y distribución en cada provincia, revertir la obsolescencia tecnológica, y ampliar el acceso a las TIC, son premisas indispensables para que la industria musical cubana se desarrolle.
Es una realidad que contamos con una base de datos digital que nos representa como suministrador de contenidos musicales cubanos, elemento que amplía las posibilidades de acceso a la información sobre nuestra música, que siempre ha sido parcialmente excluida de los algoritmos utilizados por las empresas de la comunicación mundial (aun cuando existen algunas excepciones); habitualmente, los géneros cubanos se generalizan en categorías amorfas tales como música tropical o latina.
La plataforma Sandunga da la bienvenida de Cuba y su música al mundo digital. Durante el Cubadisco 2021 las instituciones de la cultura, en un esfuerzo unido con la Empresa de Telecomunicaciones ETECSA, se han propuesto lanzar online la primera versión beta de esta plataforma digital.
Sandunga partió de una experiencia primaria de la empresa EGREM con la aplicación Ritmo para telefonía móvil, y a partir de la misma se ha trabajado por perfeccionar, desarrollar y diversificar las posibilidades de acceso a la comunicación, promoción, escucha y visualización de los catálogos de nuestras casas discográficas, así como las creaciones independientes de los artistas del patio.
En una primera etapa la plataforma cuenta con la gestión de los contenidos musicales, el marketing y la comunicación, cuyo funcionamiento será evaluado durante este período. Para la segunda etapa se pretende incorporar productos culturales asociados a la música para su comercialización online. Posteriormente, se incorporará la cartelera de la programación en el territorio nacional y, por último, el elemento de retroalimentación e información a partir de las opiniones de los usuarios: tanto artistas como público en general. Por el momento la plataforma solo se hará activa en territorio nacional. Los desarrolladores y especialistas pretenden optimizar su funcionamiento para poder dirigir su alcance al mercado internacional.
Fortalecer las capacidades productivas, de promoción y distribución en cada provincia; revertir la obsolescencia tecnológica existente, y ampliar el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones, son premisas indispensables para que la industria musical cubana se desarrolle y responda a las potencialidades y el valor que posee la obra de sus creadores. Aún nos queda mucho camino por andar, pero ya es una realidad que la industria musical cubana arriba al siglo XXI.