La historia que viví
29/10/2020
A propósito del aniversario 25 de la Sociedad Cultural José Martí, uno de sus fundadores, Enrique Ubieta Gómez, actual director de la revista Cuba Socialista, comparte algunos de sus recuerdos.
Si la sociedad se creó hace veinticinco años, usted era mucho más joven entonces. Cuéntenos como fue ser una de las personas más jóvenes en el momento de la creación de la Sociedad Cultural.
Sigo siendo el más joven. Hemos envejecido todos, pero sigo siendo el más joven. (Se ríe)
¿Cómo fue ese momento, el haber participado de la fundación de la Sociedad y cómo cree que ha evolucionado?
En ese momento yo era director del Centro de Estudios Martianos (CEM), y tuve el privilegio de acompañar a grandes personalidades de la cultura, algunas de ellas ya no nos acompañan físicamente. Para mí fue un gran honor. Cuando veo mi nombre entre los fundadores, me sobrecoge esa responsabilidad histórica, el estar junto a Armando Hart, una persona con tal capacidad de creación, más bien de revolución, pues todo lo que él tocaba se transformaba de inmediato. Eso también nos permitió, desde el inicio, proyectar la Sociedad como un brazo indispensable de la Oficina del Programa Martiano.
Yo ya era director del CEM en el momento en que se funda la Oficina del Programa Martiano, y nos integramos a ella, así que esta ya tenía el brazo académico, pero la Sociedad Cultural era la manera de llegar a otro público, de convencer, de aunar voluntades en torno a proyectos sociales y también políticos, por qué no, con el estandarte de Martí.
Hay que decir que, al inicio, muy al inicio, la Sociedad Cultural José Martí se volcó a una idea que tenía Armando Hart que no pudo realmente materializarse tal como la concibió en los inicios, que era la de crear clubes al modo que se creaban en los Estados Unidos en la etapa martiana, aquellos clubes del Partido Revolucionario Cubano. La idea era crearlos en diferentes países del mundo, de manera que se agrupasen los intelectuales cubanos más jóvenes que no viviesen en el país. Estamos hablando de 1995, del periodo especial, del periodo especial duro. Es decir, de un momento definitorio de la historia del país, de la Revolución.
Así comenzó la Sociedad, abriendo los brazos para acoger a un grupo grande de intelectuales jóvenes y no tan jóvenes, aunque en un primer momento pensábamos sobre todo en esos más jóvenes que no estaban en el país.
Unir a todos es algo a lo que siempre aspiró la Revolución, algo que Fidel siempre hizo, es decir, era una enseñanza de Fidel y, desde luego, Martí servía como nadie para eso. Pero la Sociedad Cultural alcanzó una dimensión mayor, porque se hicieron clubes en el exterior, pero esos clubes no solo agrupaban a jóvenes artistas, sino también a personas solidarias con la Revolución cubana, a estudiosos de Martí, y también a grupos de cubanos que ya vivían en el exterior.
Es decir que esa idea inicial de lo que debía y podía ser la Sociedad Cultural José Martí fue creciendo y enriqueciéndose, y aunque la idea original no fue desechada, se incorporó a un concepto todavía más amplio, que ha sido realmente exitoso, tanto a lo interno del país como a lo externo.
Hacia el interior del país, la Sociedad estableció una red que ha ido creciendo con el tiempo desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. Hoy la Sociedad es uno de los espacios con que cuenta la población para recordar la historia en sentido amplio, tanto los intelectuales como los vecinos del barrio, para homenajear a los héroes del pasado, para conversar y aprender sobre esos episodios en un contexto comunitario.
Y bueno, esa es la historia, la historia que viví en sus comienzos. Sigo siendo miembro de la Sociedad, espero seguir siendo miembro de la Sociedad en lo que me quede de vida. Espero que sea mucha vida, para seguir aportando algo a esa gran obra que nos legara Armando Hart.
* Transcripción: Grupo de Comunicación de la Oficina del Programa Martiano