La herencia vasca por el Ballet Español de Cuba
15/4/2019
La presencia del Ballet Español de Cuba, dirigido por el primer bailarín y coreógrafo cubano Eduardo Veitía, era ineludible en el Festival La Huella de España. La afamada compañía se dio cita este 12 de abril en el teatro Mella, donde una vez más se aludió con marcado orgullo al impacto de la cultura ibérica en Cuba.
Con más de tres décadas de trayectoria, la agrupación cubana, es fundadora de la primera academia de danzas españolas en América. El colorido, la emoción y la danza, entremezclados armónicamente resaltaron los valores musicales y danzarios del folclor vasco latentes en esta región caribeña.
La bienvenida fue sellada por el aurresku de honor, una danza vasca que se baila a modo de reverencia. Es un baile muy popular en bodas, homenajes y actos públicos en los territorios españoles y franceses que conforman el País Vasco. Es un baile solemne y elegante por excelencia, constituye así, una de las expresiones más conocidas de la cultura tradicional vasca, una elección ideal para la apertura de la gala.
La velada continuó con títulos como Zintadantza (danza de cintas), donde para la ejecución del baile los dantzaris se colocaron en círculo alrededor del mástil o palo de cintas y se repitió el baile dos veces, primero hacia una dirección entrecruzando las cintas y luego a la inversa a modo de un juego.
Se presenciaron otras piezas interpretadas con similar maestría, entre ellas: Soleá, El Toro y el torero (inspirado en la tradicional fiesta de San Fermín, de Pamplona), Fandangoa, Arkudantza, Dantzazatibatldiazabalen y Tamborrada. Estas son danzas tradicionales vascas que han sido montadas por la compañía, especialmente para esta edición del festival.
Todo esto bajo la dirección de lujo de Veitía, reconocido bailarín y coreógrafo que pasó a integrar el elenco del B.E.C. en abril de 1987, bajo la dirección de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso hasta el año 1993, quien es hoy la presidenta de honor de esa compañía. El actual director ha optado en todo momento por conservar y desarrollar la mejor expresión de las tradiciones hispánicas, desde la riqueza y la pasión de las danzas regionales hasta el refinamiento del baile clásico español. De manera que logra, exitosamente, poner a dialogar la cultura danzaria de la península con la cubana.
Fue un espectáculo determinado por la elegancia, donde las tradiciones vascas ocuparon el primer plano. Las influencias españolas no han perdido fuerza, sino que son manifestaciones de una proximidad mostrada, en esta ocasión, con dominio y elegancia sobre el escenario.