La Habana, desde los lejanos tiempos de la Colonia, se sitúa como la meca de la música popular. Desde el siglo XVII ya exportaba música a través de los barcos que hacían escala en los puertos de todo el Caribe y América Latina.

Muchas de las músicas del continente se alimentan de la música cubana, especialmente de la habanera (tango, samba, merengue, danza mexicana, jazz). Sin embargo, diferentes ciudades ahora quieren autoproclamarse como patrimonio de la salsa: Nueva York, Puerto Rico, Cali, Bogotá y Lima.

Al respecto, estas son las opiniones del venezolano César Miguel Rondón, autor de El libro de la salsa:

En la década de 1950, Cuba seguía siendo el centro de la música caribeña, el toque último seguía estando en la Isla grande: el Norte único era emular el sonido y sabor cubanos, y la meta definitiva, superarlos; cualquier otra alternativa se descartaba de antemano. Y es que Cuba, viviendo de la farra, permitía el cultivo de las más diversas manifestaciones y estilos… El mambo, el chachachá, las colosales orquestas de charanga: Melodías del 40, Arcaño y sus Maravillas, Ideal, Belisario López, América, Jorrín, Fajardo y sus Estrellas, Aragón, Sensación, Neno González;la rumba estrepitosa, las grandes orquestas de jazz band como Casino de la Playa (Miguelito Valdés), Lecuona Cuban Boys (Armando Oréfiche), Pérez Prado, Benny Moré.

Y no es cuestión de afirmar que solo Cuba poseía ritmos de valía o de interés entre los diversos países de la región, se trata simplemente de entender que Cuba logró reunir todas las condiciones necesarias para convertirse en el centro musical del Caribe. Sería muy difícil desarrollar e imponer internacionalmente ritmos que no tuvieran la marca del son. Las bombas de Ismael Rivera, de Puerto Rico, fueron rematadas con montunos cubanos. La cumbia colombiana quedó reducida al folklore, lo mismo pasaría con muchos de los ritmos negros de la costa venezolana. Las fabulosas orquestas cubanas condenaron a una virtual muerte prematura a esos ritmos. La presencia de la sonoridad cubana, por lo tanto, ya era inevitable.

En los últimos años, la pandemia y el fallecimiento de algunos capo scuola (cabeza de escuela) de la salsa cubana: Juan Formell, Adalberto Álvarez, César “Pupy” Pedroso y José Luis Cortés, debilitaron el mundo salsero cubano.

Pero este año 2023 ha comenzado sensacionalmente: el fin de semana del 18 y 19 de marzo se organizó, en el Centro Cultural Plaza de 31 y 2 (Casa de la Música de Plaza), el Primer Encuentro de la Timba Nueva en Cuba, con la participación de Yasser Ramos y su Tumbao Mayombe, Ogbeché, Papucho y Manana Club, y Carlos y la Novena.

“Eso es lo que mejor podemos ofrecer al mundo: la alegría musical”.

El pasado 2 de marzo concluyó la Fiesta del Son Miguelito Cuní in Memoriam, que se inició el 28 de febrero en el capitalino Centro Cultural de Plaza, para homenajear a este músico cubano por su amplia trayectoria en uno de los géneros más relevantes de la Isla. El evento contó con la presencia de agrupaciones como el Quinteto Típico Oriental, el Septeto Santiaguero y la orquesta Bamboleo, así como la compañía de danza tradicional JJ, bajo la dirección del maestro Johannes García.

La séptima edición del Festival de la Salsa —presidida por Maykel Blanco y cuya sede principal fue el Club 500 de la capital cubana (calle 12 entre Calzada y 3ra)—, se celebró del 22 al 26 de febrero con la participación de las principales orquestas de música popular bailable de Cuba.

Entre las orquestas que amenizaron las jornadas se encuentran Los Van Van, Pupy y Los que son son, Alexander Abreu y Havana D’ Primera, Maykel Blanco y su Salsa Mayor, Paulo FG y su Élite, Issac Delgado, Lazarito Valdés y Bamboleo, Elito Revé y su Charangón, NG La Banda, Manolito Simonet y su Trabuco, Adalberto Álvarez y su Son, y Anacaona. También se presentaron otros grupos de la nueva generación como El Niño y la Verdad, El Noro y Primera Clase, Yasser Ramos y su Tumbao, Mónika Mesa, Cristian y Rey, y reconocidos DJs del patio y foráneos.

La séptima edición del Festival de la Salsa contó con la participación de las principales orquestas de música popular bailable de Cuba. Imagen: Tomada de Prensa Latina

Del 2 al 5 de marzo, tuvo lugar la Fiesta del Tambor Guillermo Barreto In Memoriam. Los tambores sonaron por toda la capital con este evento de la percusión.

Un verdadero torbellino musical se desató en estos días con todo este ajiaco de ritmos, que permitió reconocer que la salsa cubana (el son, la guaracha, el mambo, la rumba), la llamada timba, no tiene igual en todo el continente. Hubiera valido la pena que los periodistas asistentes entrevistaran a los visitantes que vinieron desde otros países sabiendo que la capital cubana estallaría en música durante estas jornadas de inicios del año.

Había que estar en los conciertos, en los bailes trepidantes, y escuchar los coros y estribillos, conocidos por los visitantes, para percibir que hay una legión de admiradores de la música cubana por todo el mundo y a veces ni lo sabemos. El jueves 23 de febrero los coros del público apoyando a Manolín, el Médico de la salsa, fueron asombrosos. El sábado 25 y el domingo 26 fue el plato fuerte; el sábado con Havana D´Primera y Los Van Van, quedaron filas enteras sin poder entrar, a pesar de tratarse de un Estadio entero. El orden público funcionó, como nunca, a las mil maravillas.

El concierto de Havana D´Primera el domingo 4 de marzo, en La Piragua, también fue espectacular; el Malecón a lleno completo. La orquesta de Alexander Abreu demostró que es la banda líder del momento; la orquestación de “Mi salsa tiene sandunga”, de Revé, no tiene igual.

Los tambores sonaron por toda la capital con este evento de la percusión. Imagen: Tomada de Juventud Rebelde

Debiera organizarse todos los años una gran fiesta en La Habana para que se den cita los grandes líderes de la salsa o la música bailable del Caribe y América Latina. Esta es una iniciativa que le transmitimos a la Dirección del Carnaval, al amigo Efraín Sabá. Hay que unificar la alegría del Caribe, como dice un musicólogo de Puerto Rico, Ángel Quintero. Eso es lo que mejor podemos ofrecer al mundo: la alegría musical.

Ya lo dijo el gran Fernando Ortiz:

“Los cubanos hemos exportado con nuestra música más ensoñaciones y deleites que con el tabaco y más dulzuras y energías que con el azúcar. La música afrocubana es fuego, sabrosura y humo. Es almíbar, sandunga y alivio como un ron sonoro que se bebe por los oídos, que en el trato iguala a las gentes y en los sentidos dinamiza la vida. No se puede negar la intensa musicalidad del pueblo cubano, que, al igual que los africanos, saca los ritmos de la naturaleza”.

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