No es la primera vez que escribo sobre un libro de Margarita Sánchez Gallinal. Ya antes me habían resultado sumamente atractivas sus novelas Gloria Isla (2003) y Madera Antigua (2015). Pero la que hoy nos convoca, La fuga del carrusel, con velo de media ficción o ficción completa, pone al descubierto la sagrada memoria de varias generaciones de cubanos. ¿Acaso una bien pensada trilogía que tiene a la mujer como protagonista? Si primero fue Gloria y después Gúdula, ahora es Mariana la que lleva sobre sus hombros los rasgos sicológicos dominantes. Y una vez más: buen gusto, elegancia de estilo, refinamiento supremo, fértil imaginación y exquisito manejo del idioma. 

Hago énfasis en un aspecto que considero de suma importancia: combinación sincrónica de tiempos verbales, tiempos de la acción y tiempos de la historia, algo que la autora logra fusionar sin ruidos de ningún tipo; para entonces, evitando inútiles extravagancias, perfilar la fisonomía sicológica de cada personaje, hasta convertirlos en seres humanos alegres y tristes, valientes y frágiles, naturales y creíbles, familiares y contemporáneos; siendo Mariana un nítido ejemplo de cómo una narradora (o narrador), desde la originalidad, y también desde la maestría, puede caracterizar al personaje protagónico, alguien que primero identifica su problema, luego lo analiza, más tarde toma una decisión y finalmente la ejecuta, asumiendo con ello las posibles consecuencias.

La fuga del carrusel, con velo de media ficción o ficción completa, pone al descubierto la sagrada memoria de varias generaciones de cubanos”.

Esa combinación sincrónica, ejecutada a veces desde un “el” y a veces desde un “yo”, permite un sólido fluir de la novela, no resultando determinante el plano temporal-espacial-situacional donde nos encontremos: una cama, una calle, una ciudad o la sala de una casa. ¡Qué maravilla! Si analizamos los tiempos verbales: pasado, presente y futuro. Si analizamos los tiempos de la acción: específicos y circulares. Y si analizamos los tiempos de la historia: cronológico y sicológico; lográndose entonces que la novela se mueva, avance y transite, en finísimo vuelo, por diferentes épocas. ¿Cuál es el resultado final? Aquí les va: queda ante nosotros el nítido tic-tac del sobresalto, es decir, el arte de mantener la intensidad a través del movimiento, la misma energía que cualquier lector podría encontrar en obras que hoy reciben el apellido de clásicas.  

“…Si ahora decidiera no volar, viajar mañana, el lunes próximo, la última semana de este marzo… y si no regresara…”. ¡Bien por Margarita! Revela el conflicto en el mismísimo primer párrafo, obviando el uso de anzuelos narrativos que intenten ocultar el “qué” de una historia donde, sin estereotipos, sofismas o monotonías, se unen tres palabras esenciales: memoria, imaginación y verdad. Es decir, el interés de esta novela, la ley del interés de esta novela, viaja siempre sobre los raíles del “cómo”, demostrándose así que los laberintos emocionales, ante la fuga del carrusel, son murallas de vida que detienen el peligroso avance de esa foto-fija que alguien llamó realidad implacable.

La novela como tal, entretejida con la misma fuerza subjetiva que regalan los atardeceres, está llena de parábolas, hechizos e incertidumbres. Sin embargo, aquí no hay nada ambiguo o evasivo, nada predecible o forzado, nada que pueda relacionarse con fórmulas o frívolas peripecias. Aquí lo que se siente, visto a través del corpus discursivo de su protagonista, es la rebeldía de un pensamiento que no acepta la resignación, que no acepta la mecedora de la esquina ante la inminente fuga del carrusel. ¿Acaso porque este carrusel es una metáfora de los sueños?, ¿una metáfora de las motivaciones?, ¿una metáfora de miradas que nunca lograrán definirle el rostro al porvenir? Respuestas que el lector podrá ir encontrando si a través de mudas, resúmenes, saltos cualitativos, datos ocultos, vasos comunicantes, patrones de cambios y diálogos (discursivos, narrativos o telescópicos), logra caminar junto a la diégesis; entrelazados todos estos recursos con cartas, soliloquios, monólogos y monólogos interiores, algo así como un muestrario de la condición humana, de los misterios de la condición humana, pero misterios que en el caso de la Cuba actual vienen acompañados de un aforismo imprescindible: dos y dos son siete.

“Margarita Sánchez Gallinal asume el acto de creación con una belleza de lenguaje que la hace marcar la diferencia”.

La fuga del carrusel es una novela de estos tiempos y de los tiempos que están por venir. Lo singular se vuelve múltiple, y lo múltiple se vuelve íntimo, visualizándose, además, una atractiva mixtura que pasa de lo doméstico a lo filosófico, de lo filosófico a lo histórico, de lo histórico a lo personal, y de lo personal a un fascinante mundo anímico, donde la música asume roles de suma importancia como parte de la trama. Recomiendo entonces que el lector cabalgue sobre las líneas que comienzan en la página “61”, pues allí la autora incorpora o juega con textos de Silvio Rodríguez, quien para miles de cubanos fue, durante varias décadas, una banda sonora imprescindible.   

“…Solo sé que estoy harta de tanto vaivén, de no encajar, de sentirme ajena…”. Esas palabras de Mariana son una síntesis de la obra. Ahora bien, ¿por qué dice esas palabras?, ¿será porque nacer en Cuba era una fiesta innombrable?, ¿será porque lleva la Isla en peso?, ¿será por la maldita circunstancia del agua por todas partes?, ¿será por haber esperado lo que nunca llegó?, ¿será porque la esperanza se le convirtió en una maltrecha palabra sin sentido? Son muchas las preguntas, dagas de la vida que hacen más profundo el calado dramático y referencial de una historia donde se entrelazan disímiles conceptos: magia, utopía, asombro, luces, abrazos, horizontes… Pero también guerra, muerte, migración, sequía, ausencias, desilusiones… Lo dije al inicio: La fuga del carrusel, con velo de media ficción o ficción completa, pone al descubierto la sagrada memoria de varias generaciones de cubanos.

La novela que hoy presentamos, publicada en 2025 por la Universidad “Juárez” Autónoma de Tabasco, compendia todo un universo de vivencias y estigmas. De ahí que su autora jamás se permita practicar la cultura del “envés”, o la cultura de la “elipsis”, o la tramposa cultura de las “insinuaciones”. ¡Imposible! La memoria de la esperanza es algo muy serio. Por eso en este libro no caben los laberintos del reverso ni los temblores de la supresión, unidos a la malsana ironía de construir oraciones indirectas. Repito dos palabras: imaginación y verdad, dígase el impulso desgarrador de un carrusel que gira al desnudo, que gira sin anestesia, ante la fuga de años que tuvieron como cielo un Sol Mayor Sostenido.   

Presentación del libro en la Universidad “Juárez” Autónoma de Tabasco, México.

Deseo concluir citándome a mí mismo:

“…Margarita Sánchez Gallinal asume el acto de creación con una belleza de lenguaje que la hace marcar la diferencia, siendo una escritora que aborda lo originario desde una dimensión de la realidad que rechaza de plano abaratar la cubanía… Ella tiene el don de interpretar y versionar lo nacional dándole vuelo a un pensamiento que revela, a través de personajes entrañables, el perfil determinante de nuestra identidad… Con Margarita Sánchez Gallinal queda demostrada la existencia de una teología insular, o lo que es lo mismo, la ínsula distinta en el Cosmos, que será siempre una forma profunda y perdurable de continuar dignificando la cultura cubana”.

* Texto leído en la Universidad “Juárez” Autónoma de Tabasco, México, el 14 de noviembre de 2025.

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