“¡La explotación de los países pobres por los países ricos debe cesar!”

Astrid Barnet
15/12/2020

Derechos Humanos: Dos vocablos muy llevados y traídos en estos últimos días de diciembre, al cumplirse el pasado diez de diciembre 72 años de su proclamación por la Organización de Naciones Unidas.

Derechos Humanos: dos vocablos inmensos/intensos si se conceptualizan y se focaliza su representatividad para la humanidad entera y, en especial, para sus culturas, organizaciones sociales y políticas, formas de vida, necesidades concretas, seguridad y protección al medio ambiente para la supervivencia del hombre en general.

“Se habla con frecuencia de los Derechos Humanos, pero hay que hablar también de los derechos de la humanidad”. Foto: Internet
 

Promulgada como Declaración de Derechos Humanos por dicha organización internacional, fundada tres años después de concluir una de las más nefastas páginas de crímenes de lesa humanidad en la Europa invadida por el fascismo capitalista, su texto aún deja muy poco que desear, porque desde su propio título esta fue engañosa y pretenciosa, sin ánimo alguno de ser universal, al negarse a considerar y denunciar la igualdad entre las naciones, el colonialismo y el neocolonialismo, llagas mundiales de la modernidad capitalista que para desarrollar su sistema y multiplicar sus avances saqueó a fondos, aplastó culturas, esclavizó a decenas de millones de personas, destrozó formas de vida y de producción, explotó sin tasa el trabajo, prostituyó organizaciones sociales y erosionó el medio ambiente a escala universal.[1]

Derechos Humanos: dos vocablos que podrían atesorar un concepto único para ser llevado a la práctica social —léase socialización—, si no estuviese enmarcado tan solo en las individualidades; en las necesidades, objetivos, supervivencia del individuo como tal, mas nunca teniendo en cuenta su posición como ser social, sus principios, necesidades y aspiraciones dentro de una comunidad.

Asimismo, ¿de qué derechos humanos hablamos según plantea la Declaración “(…) considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión?[2]

En la actualidad, ¿dicho planteamiento no se olvida —o se mantiene hasta sepultado—, en países como Chile, Siria y Palestina; este último, con una población invadida y masacrada en su territorio por el neo fascismo israelí desde hace más de cinco décadas?

Tan solo por incluir dos ejemplos de los muchos que hoy caracterizan la finalidad por la cual fueron creados los Derechos Humanos, sobre la base “de la dignidad y el valor de la persona humana.

En relación con los derechos civiles y políticos promulgados en Cuba, hay que resaltar que nunca en nuestro país ha existido un gobierno que avanzara tanto en estos derechos como el que llegó al poder en enero de 1959, con su Generación del Centenario liderada por el nuestro eterno Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Como bien plantease el recordado escritor y poeta Cintio Vitier, el desafío mayor para la Cuba revolucionaria siempre ha estado en construir un parlamento en una trinchera y no puede desconocerse que esa trinchera ha estado ubicada a solo noventa millas de la potencia más poderosa del orbe, que aún persiste en su estrategia de destruir el proyecto socialista cubano y regir los destinos de la nación cubana.

Aspiraciones imperiales que continúan pretendiendo la reimplantación de un modelo o llamada democracia representativa harto conocida durante décadas por el pueblo de la Mayor de las Antillas. Y es que el proyecto socialista cubano jamás ha estado ni estará supeditado a las dádivas de dinero o de chantaje por parte de una potencia imperial, o en las conclusiones de un proceso electoral sino, y en lo fundamental, en llevar a vías de hecho lo acontecido durante dichas elecciones a partir de los lineamientos de la política económica y social de la Revolución, y de su infinita observancia, respeto y protección de los Derechos Humanos, al mantenimiento de la paz, de la solidaridad, y a la ayuda desinteresada y apoyo a los pueblos que luchan por su legítima soberanía e independencia como así lo ha demostrado a partir de su llegada al poder, como Revolución popular, martiana y fidelista hace 62 años.

A continuación, y por su incalculable vigencia, transcribimos fragmentos del discurso del Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, ante el XXXIV Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, efectuado en Nueva York, el 12 de octubre de 1979.

“(…) Más de una vez se ha dicho que nosotros hemos sido forzados al subdesarrollo por la colonización y la neocolonización imperialista. La tarea de ayudarnos a salir del subdesarrollo es, pues, en primer término, una obligación histórica y moral de aquellos que se beneficiaron con el saqueo de nuestras riquezas y la explotación de nuestros hombres y mujeres durante décadas y siglos. Pero, es, a la vez, tarea de la humanidad en su conjunto.

“(…) Cuba, que no habla aquí en nombre de sus intereses y no defiende un objetivo nacional, está dispuesta a contribuir en la medida de sus fuerzas con miles o decenas de miles de técnicos, médicos, educadores, ingenieros agrónomos, ingenieros hidráulicos, ingenieros mecánicos, economistas, técnicos medios, obreros calificados, etcétera.

“(…) Es, por ello, la hora de que todos nos unamos en la tarea de sacar a pueblos enteros y a cientos de millones de seres humanos del retraso, la miseria, la desnutrición, la enfermedad, el analfabetismo, que les hace imposible disfrutar a plenitud de la dignidad y el orgullo de llamarse hombres. Hay que organizar, pues, los recursos para el desarrollo, y esa es nuestra obligación conjunta.

“(…) Se habla con frecuencia de los Derechos Humanos, pero hay que hablar también de los derechos de la humanidad. ¿Por qué unos pueblos han de andar descalzos para que otros viajen en lujosos automóviles? ¿Por qué unos han de vivir 35 años para que otros vivan 70? ¿Por qué unos han de ser míseramente pobres para que otros sean exageradamente ricos?

“Hablo en nombre de los niños que en el mundo no tienen un pedazo de pan; hablo en nombre de los enfermos que no tienen medicinas; hablo en nombre de aquellos a los que se les ha negado el derecho a la vida y la dignidad humana.

“Unos países tienen mar, otros no; unos tienen recursos energéticos, otros no; unos poseen tierras abundantes para producir alimentos, otros no; unos están saturados de máquinas y fábricas están, que ni respirar se puede el aire de sus atmósferas envenenadas; otros, no poseen más que sus escuálidos brazos para ganarse el pan.

“Unos países poseen, en fin, abundantes recursos, otros no poseen nada. ¿Cuál es el destino de estos? ¿Morirse de hambre? ¿Ser eternamente pobres? ¿Para qué sirve entonces la civilización? ¿Para qué sirve la conciencia del hombre? “¿Para qué sirven las Naciones Unidas? ¿Para qué sirve el mundo? No se puede hablar de paz en nombre de las decenas de millones de seres humanos que mueren cada año de hambre o enfermedades curables en todo el mundo. No se puede hablar de paz en nombre de 900 millones de analfabetos. ¡La explotación de los países pobres por los países ricos debe cesar! (…)”.

 

Notas:
[1] Martínez Heredia, Fernando. A la mitad del camino. Derechos Humanos, resistencias, y luchas populares. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2015.
[2] Declaración Universal de Derechos Humanos. Naciones Unidas, New York, 2007.