Con sobrada razón la danza escénica cubana ha sido comparada con un árbol de sólido tronco y ramas plurales. La noche del domingo 11 de febrero, lo pude comprobar al ver la función que marcó el debut escénico de la novel compañía Acosta Danza Yunior. Esa afirmación es válida no sólo porque en nuestro país coinciden formas tan diversas como el ballet, con su entrenamiento académico; la danza moderna y contemporánea, el folclore y los espectáculos de variedades, sino porque cada una de ellas se manifiesta profesionalmente en compañías de las más diversas formaciones técnicas y estilísticas.
“Regocija ver cuán valioso ha sido el fruto de la Escuela, paralela a la Compañía, ideada por Carlos Acosta”.
Con orgullo tenemos en nuestra escena nacional instituciones tan prestigiosas como el Ballet Nacional de Cuba (1948), el Ballet de Camagüey (1967), el Ballet del Centro Pro Danza (1983), el Ballet de Santiago de Cuba (1991) y Acosta Danza creado tres lustros atrás, entidades que tienen como patrón formativo el entrenamiento con la técnica académica.
La danza moderna y contemporánea, con su compañía madre, fundada en 1959 por el maestro Ramiro Guerra y hoy llamada Danza Contemporánea de Cuba, ha cumplido una valiosa labor en las expresiones del hacer contemporáneo, conjunto del que han surgido otros con plural credo estético y en materia de folclore, desde su fundación en 1962 el Conjunto Folclórico Nacional ha sido expresión y fiel guardián de nuestras raíces más autóctonas de origen litúrgico y del baile popular.
Esta riqueza tan plural he podido comprobarla durante la temporada debut de la Compañía Acosta Danza Yunior. Regocija ver cuán valioso ha sido el fruto de la Escuela, paralela a la Compañía, ideada por Carlos Acosta, como garantía de futuros elencos para su quehacer creativo. Maestros de sólida valía, encabezados ahora por Aymara Vasallo, ex solista del BNC, tuvieron a su cargo la formación artístico-técnica de los noveles bailarines. En este debut sobre la escena del histórico Teatro Martí han dado muestras de indiscutible talento y pasional entrega, en un programa hermoso y dinámico, integrado por tres obras de estéticas y formatos disímiles.
Fueron ellas el estreno mundial de Fuga, de la coreógrafa española Susana Pous, también autora del diseño del espacio escénico y el vestuario, y Nosotros, complejo dúo creado años atrás por Beatriz Garcia y Raúl Reynoso, con música también de Pepe Gavilondo. Este último concebido como un viaje al interior de la pareja, en el que los creadores liberan sus experiencias para reflexionar sobre las intermitencias de las relaciones amorosas, esbozando los desencuentros y los puntos coincidentes en una pareja de amantes.
Como cierre del programa se presentó Híbrido, de Norge Cedeño y Thais Suárez, con música de Jenny Peña y Randy Araujo y diseños de Yaron Abulafia y Celia Ledón, un acercamiento a realidades e imaginarios sensibles de una nación y de su gente, contada desde la fuerza de su cultura y de su danza. El reflejo de una isla que devela sus misterios en un camino que transita de la oscuridad a la luz.
Hermosa e histórica noche.