Virgilio López Lemus (Fomento, Sancti Spíritus, 1946) entrega al lector en Cuadriga (Ediciones Matanzas, 2022) un libro de “fascinación” por la poesía. Fascinación en el sentido etimológico de la palabra: del latín fascinatio, que significa “atracción irresistible”, la misma que podemos rastrear en el resto de su obra ensayística, dedicada mayormente a la poesía como género literario; arborescente obra ensayística que él prefiere llamar “prosa analítica” y que suma más de treinta y cinco títulos.

Particularmente en Cuadriga, López Lemus ofrece su fascinación por la obra de cuatro poetas esenciales, pues cada escritor —y Virgilio es, además, un poeta— forja su coraza de autores que, como escapularios, le guardarán los días y en este caso, motivarán a lo largo de los años disímiles aproximaciones, búsquedas y formas de escritura para desentrañar sus arcanos.

Estos autores son Arthur Rimbaud, Fernando Pessoa, Luis Cernuda y Octavio Paz. Ellos “forman un encadenamiento poético de altísimas calidades de obras, aunque no siempre fácil de relacionar, tal vez porque los dos últimos admiraron al primero y dejaron textos escritos sobre él, en tanto el segundo pareciera una bandera sola desde el panorama del idioma portugués de su tiempo”.

Virgilio López Lemus entrega al lector en Cuadriga, publicado por Ediciones Matanzas, un libro de “fascinación” por la poesía.

Aunque pudo —siguiendo las “persistencias poéticas” que le acompañan— haber seleccionado otros tan cercanos como los escogidos, pensando en el marco del idioma español en Martí, Bécquer, Rubén Darío, Julián del Casal, César Vallejo, Machado, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Lezama, Roberto Juarroz… y fuera de este, por ejemplo en Whitman y Rilke (a quien dedicó el libro Umbral para una era imaginaria. Acercamiento a Rainer María Rilke). Pero seleccionó —y leer este libro es también encontrar las pistas de por qué lo hizo, aunque el propio Virgilio nos diga que, más allá de las marcas que le han dejado como lector e investigador, hay algo de “misterioso” en por qué eligió estos y no otros— al adolescente francés Arthur Rimbaud, que a fuerza de imágenes, originalidad y alucinaciones, zanjó en dos, con un golpe en pleno rostro, tambaleante y feroz, la literatura francesa para después, sobre los 19 años, “olvidarse” de todo eso y partir al mundo, como si nada hubiera sucedido, a errar por “ríos impasibles”. Esos golpes viscerales son Una temporada en el Infierno e Iluminaciones y el furor y las visiones de su poesía confirman, añade Virgilio, que “ella es otra. Y como otra debe ser leída”.  

Asimismo, escogió para este volumen, comandado por “cuatro poetas-aurigas que no han de tirar cada uno por su rumbo, sino por el de la poesía”, la obra del portugués que ha traducido y en cuyos versos la palabra toma “connotaciones oceánicas” lanzándose “al ruedo de lo oculto, del espesor marino, del seno trascendente de las mareas”, donde la poesía “resulta ser también un horizonte”.

“Estos ensayos, en el goce, en la mirada íntima y reflexiva, buscan el placer de la lectura, por eso se entrecruzan disímiles tópicos que no evaden ni la cosmología”.

A través de heterónimos —que supone pensar y sentir como otra persona lo haría—, Pessoa “trazó en su vasta y fragmentaria obra poética la epopeya del alma, del ser, del hombre ligado a la vida efímera a la eternidad”. Mientras que Cernuda, el poeta andaluz, una de las mayores voces líricas del idioma español del siglo XX, “tiende a la luz y por eso mucho lo impresiona la noche”. La noche, como sabemos, “representa temor, encierro en el hogar o ‘aventura’ fuera de sus muros, oscuridad, sombras, incluso tinieblas y lo demoníaco que se hallaría detrás de tal palabra”. Por eso Luis Cernuda “desde la noche, siente la nostalgia de la luz”.

Finaliza el libro un ensayo sobre Octavio Paz: “La palabra como olvido y como sombra”. Y justamente de Paz tomó la idea del título y del número de poetas incluidos: en Cuadrivio de 1965, el gran mexicano incluye textos sobre Rubén Darío, Ramón López Velarde, Pessoa y Cernuda. Ahora Virgilio López Lemus, en un acto de agradecimiento poético, añade a su mirada ensayística, además de Rimbaud, Pessoa y Cernuda, la obra del autor de Libertad bajo palabra. “Paz colocó a la Poesía, bajo la metonimia de ‘la Palabra’, en el centro de su orbe creativo”, asegura. En su obra lírica las palabras “ayudan a salvarnos del olvido”. 

“Virgilio —como Martí— cree que ‘sin poesía no hay ser’. Rimbaud, Pessoa, Cernuda y Paz alimentan la savia espiritual y abrazarlos en este libro es ‘tratar de comprender mejor sus vidas apasionadas y apasionantes y sus poemas, llenos y plenos de temas y tópicos de la especie humana’”.

Sería el propio Octavio Paz, en su ensayo sobre Pessoa, el que escribió que “los poetas no tienen biografía. Su obra es su biografía, porque, precisamente, “escriben para ser lo que somos o para ser aquello que no somos”. Virgilio lo sabe, incluso subraya la idea en este libro, por eso su prosa analítica tiene mucho de especulación. “El ensayista no investiga, sino solo explora”, escribió el rumano Adrian Marino y esa exploración, podríamos añadir, parte de la especulación literaria, pues “todo misterio es de raíz poética”.

Estos ensayos, en el goce, en la mirada íntima y reflexiva, buscan el placer de la lectura, por eso se entrecruzan disímiles tópicos que no evaden ni la cosmología, pues “ciencias y técnicas y religiones y credos de todo tipo, incluso los políticos, encierran dosis elevadísimas a veces (véase las utopías) de poiesis”, ha dicho Virgilio. Él sabe que una especulación científica puede contener tanta poesía como Los elementales de Paracelso y “una maquinación técnica puede ser tan poética como las Centurias de Nostradamus”.

Virgilio —como Martí— cree que “sin poesía no hay ser”. Rimbaud, Pessoa, Cernuda y Paz alimentan la savia espiritual y abrazarlos en este libro es “tratar de comprender mejor sus vidas apasionadas y apasionantes y sus poemas, llenos y plenos de temas y tópicos de la especie humana”. Rimbaud, el peregrino; Pessoa, el múltiple; Cernuda el sensible; y Paz, el intelecto en plenitud: todos son colosos de la poesía, poetas-aurigas que Virgilio López Lemus en su “pasión crítica” —frase de Paz— rinde homenaje, razón y memoria desde la utilidad de la virtud y la fascinación por la poesía.