El 2024 es un año representativo para la danza cubana. Estamos celebrando el aniversario 65 de la fundación del Movimiento de la Danza Moderna o Contemporánea en Cuba. Más que una Compañía, Ramiro Guerra y sus seguidores fundaron un movimiento.

Y como si fuera poco, son los aniversarios 60 y 55 de Técnica de un bailarín, de Elena Noriega, y Ceremonial de la danza de Ramiro Guerra, respectivamente. Ambas obras como un “círculo de tiza caucasiano” validan las aspiraciones de Ramiro Guerra en su búsqueda de una técnica identitaria.

Danza Contemporánea de Cuba (1987) ha abierto sus salones, ha llevado a escena y a las redes “la clase” para que el público de cualquier latitud pueda apreciar su entrenamiento diario, que es una construcción colectiva, una invitación, un wemilere, un convite al disfrute del cuerpo y del espíritu, una invocación, un tributo, una dinámica reconocida internacionalmente como Técnica de la Danza Moderna Cubana.

La práctica diaria es un homenaje a sus artífices, a casi cuatrocientos hombres y mujeres que han integrado la compañía en estos sesenta y cinco años de fundada, a Ramiro Guerra, Lorna Burdsall, Elfriede Malher, Manuel Hiram, Elena Noriega, Miriam Pandor, Muriel Manings, Eduardo Rivero, Arnaldo Patterson, Gerardo Lastra, Isidro Rolando, Cira Linares, Ernestina Quintana, Nereida Doncel, Luz María Collazo, y la directora de coros Dolores Torres, entre tantos otros que harían esta lista interminable.

“La clase”, el entrenamiento diario, es una construcción colectiva, una invitación, un wemilere, un convite al disfrute del cuerpo y del espíritu, una invocación, un tributo, una dinámica reconocida internacionalmente como Técnica de la Danza Moderna Cubana.

Los primigenios Nieves Fresneda, Luisa Barroso, Nancy Rodríguez, Inés González, Inés María Carbonell, Marcelo Miró; y músicos tocadores de batá entre los que se encontraban Jesús Pérez, Ricardo Carballo, Eustaquio Xiques, Orestes Suárez, y Trinidad Torregosa. Con la continuidad de Manolo Vázquez, Dulce María Vale, Luis Roblejo, Esteban Delgado, acompañados por las voces de Ricardo Gómez (Santa Cruz), Ciro Colás, y los toques de Regino Jiménez, Orestes Berrio y Ángel Bolaño, destacados maestros de la segunda mitad del siglo XX; hasta llegar a una nueva generación liderada por Luisa Santiesteban, Yoerlis Brunet, Yaday Ponce, y acompañando sus clases, Raúl Alapón.

En el año 1963 suben a escena tres puestas significativas como resultado de las inquietudes técnicas, estéticas y didácticas de los padres fundadores de la danza cubana.

En Danza para los trabajadores, con coreografía de Ramiro Guerra y una duración de treinta minutos, inspirada en versos de Nicolás Guillén, se hacían pequeñas danzas que se entrelazaban. Era un pequeño programa que se representaba en fábricas y talleres con el fin de presentar la danza de una forma amena, fácil de entender y con un mensaje político. Fue estrenada el 28 de marzo de 1963. Este trabajo guarda relación con el desarrollado por Ramiro en las Misiones Culturales a principio de los años 50, y posteriormente con las funciones didácticas para becados en el Teatro Miramar a mediado de los años sesenta, ambos de la pasada centuria.

Hoy nos proponemos hablarles de un elemento de gran importancia en la danza, como es el ritmo. Aunque no sepamos cuál es su definición, todos tenemos una idea práctica de lo que es el ritmo, y así decimos que tal orquesta tiene gran ritmo, que el cubano posee mucho ritmo; que no hemos logrado el ritmo de la clase del nuevo profesor, o que esta semana logramos el ritmo adecuado en nuestras actividades.[1]

Estudios de danza, con coreografía de Lorna Burdsall, fue reseñada así por la prensa de la época:

Estudios de danza es un estreno que abre el programa, demostrando con los ejercicios de la danza moderna, entre otras cosas, el desarrollo de la técnica que va logrando el conjunto…[2]

Pocos meses después, en diciembre, Ramiro Guerra crea Invención para cinco con música de percusión popular cubana, que es el sello en las obras del maestro para el Conjunto Nacional de Danza Moderna (CNDM). Ramiro se enfocó en el relajamiento y tensión, en el ritmo respiratorio, aislamiento de partes del cuerpo, progresión del movimiento, forma canon, los cuales conjuga en una danza abstracta, como bien se señala en el programa, es un estudio de las posibilidades del movimiento con espíritu nacional.[3]

“Más que una Compañía, Ramiro Guerra y sus seguidores fundaron un movimiento”.

Por una danza nacional

El Conjunto de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba ya era una agrupación danzaria consolidada, cuando se funda el Consejo Nacional de Cultura como institución rectora, por lo que todos estaban de acuerdo con la nueva denominación de Conjunto Nacional de Danza Moderna desde 1962; le correspondía por derecho propio, lo cual se hace efectivo en abril de 1963. Junto a Ramiro, quien insistía en la búsqueda de una danza nacional, se destacan Lorna Burdsall, Elfriede Mahler y Manuel Hiram, este último recomienda al maestro Raúl Flores Canelo, y luego a Elena Noriega, ambas figuras destacadas de la danza mexicana. Al final invitan a Cuba a “la China Noriega” por su danza de acentos nacionalista, y durante varios años transmite sus conocimientos en el CNDM, en otras compañías y en la Escuela Nacional de Danza Moderna (ENDM).

Tierra, coreografía de Elena Noriega, destacada figura de la danza mexicana, se estrena en 1963.

Elena, de vasta experiencia como bailarina, maestra y coreógrafa, monta para la compañía por interés de Ramiro Tierra, en 1963, de marcado acento nacionalista, y es invitada a regresar al año siguiente; según Ramiro, le es encomendada “la enseñanza del personal técnico del Conjunto”[4] y así surge Técnica de un bailarín (22 de julio de 1964), que es una tabla técnica para el entrenamiento de la compañía, y después para la enseñanza en las escuelas del país, la cual se enriquece con los aportes correspondientes de otros bailarines, coreógrafos y maestros a lo largo de estos años. Elena se yergue como figura imprescindible para la consolidación de la compañía y del desarrollo de la danza en Cuba. Técnica de un bailarín marca un antes y un después en la danza moderna cubana.

Haciendo un recuento de los primeros “15 años de Danza Moderna Cubana”,[5] Lorna señala que en los años posteriores al estreno de Técnica de un bailarín se trabajó en la formación de profesores y de nuevos coreógrafos; desplegaron un amplio trabajo didáctico con funciones para estudiantes y trabajadores, y en 1965 aportaron los primeros profesores a la recién fundada Escuela de Arte de Danza Moderna de Cubanacán, bajo la dirección de Waldeen de Valencia “con el objetivo de impulsar una forma nacional contemporánea de la danza, basada en la vida y tradiciones sociales de Cuba”.  

Técnica de un bailarín marca un antes y un después en la danza moderna cubana”.

En el año 1967 inician en la televisión un Programa de Danza Moderna “de marcada orientación didáctica”.[6]

De esa primera hornada de maestros y coreógrafos hay que mencionar a Eduardo Rivero, Arnaldo Patterson, de quienes la escuela incorpora a su programa de estudios, años más tarde, los aportes realizados por ellos “en su búsqueda por desarrollar una técnica moderna cubana, con énfasis especial, como hemos dicho, en movimientos parciales del cuerpo”;[7] a Víctor Cuéllar. A Ernestina Quintana y Gerardo Lastra, quienes se habían dedicado antes del triunfo de la Revolución al magisterio, y los aportes de Isidro Rolando como un bailarín de condiciones excepcionales; él recuerda que los domingos iba a casa de Patterson, y que su cuerpo fue el instrumento sobre el cual ellos experimentaban las nuevas formas y movimientos.[8]

Hay que destacar la figura de Santiago Alfonso como director del Conjunto Folclórico Nacional, como maestro y coreógrafo. Santiago es quien introduce en esa institución los entrenamientos de las técnicas de danza moderna y ballet, y el uso de la ropa adecuada para el entrenamiento.

Ramiro, a sugerencia de Maurice Bejart en su segunda visita a Cuba, en 1968, estrena Ceremonial de la danza (14 de marzo de 1969) con música aleatoria de Jorge Berroa. “Este espectáculo abre las paredes del salón de clases para ofrecer al profano el ceremonial diario de la vida de un bailarín. […] De este trabajo técnico dijo Maurice Béjart, en su reciente visita a Cuba: ‘La danza moderna cubana, aunque tiene algunos elementos de otros países, es esencialmente cubana, típica y original. En su búsqueda por encontrar una forma de expresión, ha encontrado un camino’”.[9]

El 25 de marzo de 1976 se estrena Elaboración técnica —con coreografía de Arnaldo Patterson, música de Carlos Malcolm y la Orquesta de percusión de Danza Nacional de Cuba (DNC)—, que junto a Okantomí y Sulkary de Eduardo Rivero, y Panorama de la música y la danza cubanas, de Víctor Cuéllar, conformaron casi todos los programas de DNC por más de 10 años. Sobre estos tres profesores y coreógrafos recayó la responsabilidad de mantener la compañía, una vez que sus líderes, Ramiro y Lorna, por justificados motivos se marcharon.

Según la nota del programa, Elaboración Técnica es una“exposición de la danza moderna cubana que como arte contemporáneo se hace eco del dinamismo de la vida del siglo XX. Una obra que funde las técnicas contemporáneas y el caudal de nuestra riqueza danzaria”.[10]

La primera parte no necesita mostrar su título Elaboración técnica porque uno se siente situado frente a una convincente demostración de escuela. Una escuela de escuelas en verdad, donde un espectador habitual puede reconocer, sin que se manifiesten con la menor ostentación, las influencias técnicas moderna, académica y étnica; eso proporciona cuerpos dinámicos, sensibles, inteligentes, preparados para una danza sin etiqueta, que yo imaginaba tan bien entre las manos de un Balanchine como de un Cunningham o en una fiesta folclórica.[11]  

Otros coreógrafos se han inspirado en la clase, como es el caso de Manuel Vázquez “en el quehacer diario del bailarín de danza moderna, su dinamismo, su expresión y su proyección danzaria, características de la contemporaneidad de nuestro siglo”, en su sugerente Rito de la danza, con música de Sergio Vitier y de la Orquesta de percusión de DNC, con un inusual estreno fuera de La Habana, en Camagüey.[12]

Las numerosas giras de Danza Nacional de Cuba (1974), a países de África y América Latina trajeron como consecuencia la solicitud de asesorías técnicas en países como Guyana, México, Costa Rica, Jamaica y Angola, a cargo de los ya reconocidos profesores Eduardo Rivero, Gerardo Lastra, Víctor Cuéllar y Eddy Veitía.

A finales del siglo XX nos llegan, quizás con ciertos retrasos, nuevas propuestas técnicas y estéticas, desde el postmodernismo, en el cual ya Ramiro Guerra había incursionado desde su Improntu galante, hasta el defenestrado, traído, llevado y especulado Decálogo del apocalipsis. Estas tendencias llegaron fundamentalmente desde el mundo occidental, han ido en crescendo en los albores del XXI como el contact–improvisation, con sus principios de caer, rodar, volar, deslizar, etc.; el método de aprendizaje orgánico a través del movimiento (feldenkrais); voz-danza-improvisación y contacto, Yoga, Butoh, Caporeira, acrobacia —danza aérea—, modern jazz, y tantos otros en dependencia de las decisiones que asuma cada quien (según sus habilidades) para sus entrenamientos, en su gran mayoría, todas han sido asimiladas, reelaboradas y reinterpretadas, enriqueciendo la dinámica de desarrollo de la Técnica de la Danza Moderna Cubana, abierta a todas las tendencias y estilos, sin perder su esencia de cubanía.


Notas:

[1] Fragmento de la clase didáctica para becados en el Teatro Miramar.

[2] “Danza Moderna en el Teatro Mella” en “Arte, comentarios, crítica o literatura”, en revista Mella, noviembre 1963.

[3] Tomado del Programa de mano, 8 de diciembre de 1963. Archivos de Danza Contemporánea de Cuba.

[4] Guerra, Ramiro. “Elena Noriega en Cuba”. Centro de Desarrollo de la Danza, 1996. La Habana.

[5] Lorna Burdsall. “15 años de Danza Moderna Cubana” en revista Bohemia, 10 de enero de 1975, No.2 A. 67, pp. 12-13

[6] Lorna Burdsall. “Hacia una escuela cubana de Danza Moderna”, en Bohemia 5 de enero de 1979, No. 1 A.71 P. 12

[7] Lorna Burdsall. “Hacia una escuela cubana de Danza Moderna”, en Bohemia 5 de enero de 1979, No. 1 A.71 P. 12-13

[8] Isidro Rolando. Comunicación personal 2024.

[9] Tomado del Programa de mano, 14 de marzo de 1969. Archivos de Danza Contemporánea de Cuba.

[10] Tomado del Programa de mano, 25 de marzo de 1976. Archivos de Danza Contemporánea de Cuba.

[11] Maggie, Dinah. “Le Quotidien de Paris”, noviembre 16, 1977. Archivos de DCC.

[12] Tomado del Programa de mano, 12 de septiembre de 1984. Archivos de Danza Contemporánea de Cuba.