Con la presentación de Carnaval conceptual, liderada por el artista visual espirituano Álvaro José Brunet, Sancti Spíritus se integra por vez primera a la extensión de la XIV Bienal de La Habana. Un conjunto de acciones y de intervención pública fueron desplegadas por el grupo de artistas espirituanos identificados como Los 14avo —por el número de integrantes iniciales— para mostrar durante más de dos horas al público curioso el acontecer artístico presentado en el parque Honorato del centro histórico, frente a la Iglesia Parroquial Mayor. Con una propuesta de carácter lúdico, pero a la vez reflexiva, se revivieron algunos elementos que conformaban el tradicional Santiago Espirituano, especie de carnaval popular sui géneris.
Recuerdo esos días festivos anuales donde los barrios y espacios públicos de la ciudad se transformaban en lugares para escuchar la rica tradición musical espirituana (punto espirituano, repentismo, trova, rumbas y pasacalles), participar en torneos a caballo, ascender al palo encebado, asistir a bailes de salón con la vestimenta de la guayabera, salir a las calles con disfraces típicos, apreciar las carrozas artísticas, recorrer las calles engalanadas con motivos tradicionales, adquirir juguetes artesanales en carritos de madera diseñados para esos festejos, participar en competencias como las carreras de bicicletas siendo el último el ganador, así como degustar la tradicional comida lugareña que se expandía por diversas fondas y restaurantes de la localidad.
Consciente Álvaro de que la tradición santiaguera no se rescata, solo tomó como posible remake aquellas acciones que se integrarían el corpus teórico referente al concepto de diversión popular desde una nueva perspectiva performática, que permitiese interactuar al público con elementos constitutivos de la identidad local. Para ello se revivieron composiciones musicales autóctonas, se exhibió y discursó sobre la guayabera como prenda de vestir originaria de Sancti Spíritus, se hicieron grabados in situ con su carácter multiplicador de imágenes icónicas, retomó las antiguas competencias de bicicletas y dio a conocer, en miniatura, obras de artistas espirituanos.
Un encuentro relevante fue la actuación del Coro de Clave de Sancti Spíritus —único de su género en el país— con la presentación de siete obras originales diseñadas para el Carnaval conceptual. Bajo la identificación de “La clave la tiene el coro”, idea del artista José Alberto Rodríguez, quien grabó sonidos callejeros para llevarlos al pentagrama, Daneisy Venegas escribió “Un rico puro”, “Pregonero”, “Jujú te traigo”y “Caballo”, con apoyo del músico y compositor Manuel Borroto, autor de “La clave la tiene el coro”. A ellos se unieron los poetas Rigoberto Rodríguez y Gustavo Ramos con las letras de las canciones respectivas “La rumba de Eleguá”y “Las campanas de la Mayor”. Tales propuestas constituyeron una vía de retomar el formato de las rumbas, claves y pasacalles que otrora interpretaban los distintos coros de barrios que competían entre sí con temas del terruño.
El espacio sonoro que cultivara el Coro de Clave serviría de acicate conceptual al proyecto al multiplicarse las acciones a su alrededor tal como “Tremenda prenda”, presentada por el joven Álvaro Moisés Brunet, consistente en un encuentro de conocimientos con preguntas y respuestas sobre la guayabera, luego de haberse desplegado la mega guayabera de varios metros de largo al frente del hostal del Rijo. Su padre, Álvaro José Brunet, retomaba a su vez la tradición santiaguera de las carreras en bicicletas, pero en marcha atrás, bajo el título de “Adilas-atem (Salida-meta)”. El ganador obtuvo una de las bicicletas en competencia voluntariamente de color rojo.
“Se revivieron composiciones musicales autóctonas, se exhibió y discursó sobre la guayabera como prenda de vestir originaria de Sancti Spíritus…”.
Muy próximo a los portales de la antigua casona colonial donde actuaba el Coro de Clave, el artista gráfico Omar Fernández Galí (Cuti), con la identificación de “Grabando tu memoria”, imprimía ante el público cartulinas referentes a dibujos identitarios a partir de las técnicas del linóleo y la colagrafía que obsequiaba a quienes descubrían en los alrededores del parque Honorato fichas ocultas con el símbolo del taller. De igual modo se procedió a entregar, a quienes lo solicitaran, las letras de las canciones interpretadas por el Coro de Clave con la firma autobiográfica de sus autores.
Con el nombre de “Eclipse”, Brian Pereda, lanzó desde lo alto del hostal del Rijo 200 pequeños paracaídas que contenían reproducción en miniatura de obras de artistas locales. Los asistentes, debajo, esperaban “cazar” aquellos artefactos voladores antes de tocar el suelo. Despertó también el interés colectivo la acción “Mundos paralelos”, de Nelvis Jacomino, quien con un manufacturado catalejo de cartón —remedo del juguete en venta durante las otroras fiestas santiagueras— retomó el principio de la cámara oscura para brindar los objetos invertidos de la realidad. Un modo suspicaz de exponer que lo real puede transformarse en su opuesto como lo manifiesta el propio Carnaval conceptual.
De Trinidad, la ciudad hermanada con Sancti Spíritus, al fundarse ambas en 1514, vino una representación artística que vincula las raíces históricas y culturales de las dos antiguas villas. Iván Basso y Alejandro Lozano, emplazaron “Vigencia”, consistente en un tablero de ajedrez original montado sobre un mapamundi cuadriculado y con las franjas opuestas representadas por las banderas cubana y norteamericana, que se enfrentan a través de bulbos de medicina (alusiva a las cubanas piezas blancas) contra casquillos de bala (las norteamericanas, piezas negras). Alejandro López, el otro artista trinitario, presentó “Árbol de la esperanza”, primicia en forma de semilla germinal etiquetada y embolsada para la venta de lo que será en su tierra natal el metafórico nacimiento de un árbol reciclado en enero como parte de la Bienal de La Habana, la cual se extenderá a otras provincias y a la capital del país bajo el principio de la confraternidad humana.
La variedad de propuestas, la acogida del numeroso público que se mantuvo interactuando en todo momento, la capacidad de convertir en un show festivo los remanentes de una cultura popular sepultada con los años y la organicidad de la propuesta, hacen de Carnaval conceptual un obligado referente donde los propios artistas hicieron sustanciales aportes económicos para lograr llevar adelante el proyecto. De modo que la Bienal de La Habana ya tiene en su dossier un carnaval conceptualizado desde la tierra del Yayabo, gracias a la pasión de sus creadores.