La animación en Cuba, retos y perspectivas
¿Cuál es el estado de la producción animada en Cuba?
Comenzaré definiendo esta ponencia como un espacio de reflexión que no aporta muchas respuestas y sí muchas preguntas.
Desde hace cuatro o cinco años se han venido realizando paneles, conversatorios en sesiones públicas y privadas con artistas, investigadores, promotores culturales, etc., sobre el estado de la animación en Cuba. En la mayoría de estos se muestra profunda preocupación. La idea que prima es que hay un debilitamiento de la producción animada en Cuba.
Desanimation se llamó uno de los debates realizados en el espacio del Teque de la Muestra Joven ICAIC, moderado por Mario Masvidal. El diálogo estuvo motivado por el escaso número de obras presentadas en este evento, que ha ido decreciendo desde el 2011 (en los últimos años de forma considerable, solo tres obras en el 2017; en 2018 y 2019 se anuló esta categoría). Sirva dicho ejemplo como botón de muestra.
La Muestra Joven y el Almacén de la Imagen son los eventos más asequibles para los realizadores jóvenes, aficionados o no, pero tienen un tope de edad de 35 años para participar. Teniendo en cuenta el serpenteante y muy especializado camino que hay que seguir para convertirse en animador, no muchos dirigen o producen su primera película antes de los 35 años, aunque hayan tenido la oportunidad de participar en algún rol dentro de una producción animada.
No existe un camino directo para llegar a ser animador en Cuba. No hay una escalera de niveles de enseñanza que pueda encaminar a un artista con vocación para ser animador, como puede ocurrir con un músico, un actor, o un artista de la plástica. Y este es un detalle importante, que retomaré más adelante en mi ponencia: en Cuba la Animación no se estudia como carrera. Algunos de los que hacen animación, en el mejor de los casos se han formado en academias de Arte y pudieron llegar con edades más tempranas al entrenamiento; pero otros, la mayoría, somos autodidactas y, en ocasiones, llegamos a este mundo después de haber incursionado en otras profesiones. O como en mi caso: con una maestría de ciencias culminada y a punto de empezar un doctorado.
Los otros eventos nacionales como el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano o el Festival Internacional de Cine de Gibara dejan dudas sobre la producción de animación en Cuba. ¿Qué decir de la presencia de obras cubanas en festivales internacionales, ya sean prestigiosos o de menor alcance?
¿Y es que la participación en festivales es el signo más evidente del estado de salud de un arte como este? Yo tenía mi hipótesis al respecto, pero decidí realizar una breve investigación de cuáles pueden ser los indicadores del desarrollo de la industria de la animación en un país.
Y hallé que muchas son las variables que se tienen en cuenta. Me detengo en las principales:
- ¿Cuántas productoras y distribuidoras de animación existen en el país?
- ¿Cuántos empleos genera este sector?
- ¿Qué volumen de negocios abarca?
- ¿Cuánto aporta a los ingresos o al producto interno bruto de un país?
- ¿Qué representatividad tienen estas producciones en los medios de comunicación nacionales?
En la investigación encontré interesantes sugerencias de estrategias de desarrollo de la industria, las cuales, en su mayoría, comienzan con un estudio detallado sobre con qué recursos humanos se cuenta, cuáles son los recursos técnicos disponibles, qué accesos a presupuestos tienen los realizadores, qué mecanismos de distribución existen, qué posibilidades hay de generar otros nuevos, cómo está la gestión de mercados, quiénes pueden ser los potenciales clientes, qué estrategias de formación o capacitación se puede elaborar… Incluso, se proponen modos de organización efectivos para las productoras de animación y se presentan infraestructuras y flujos de trabajo estandarizados. Cabría preguntarse si en nuestro contexto estas sugerencias pudieran ser implementadas.
Y ahí vengo con parte de mi hipótesis. Aunque no está cuantificado, estudiado y organizado el mundo de la animación en Cuba, no creo que haya un debilitamiento. Para comenzar este análisis parto de los siguientes hechos:
- Es cierto que es baja la producción de cortos y largometrajes animados. Este es el indicador más común para entender la industria de animación en un país. Por ende, la participación en festivales nacionales o internacionales, que representa visibilidad, es nula o muy baja. Sí, es cierto.
- Los niños cubanos consumen menos animados cubanos que hace pocas décadas atrás, ya sea en los medios nacionales o por su cuenta. Para esta afirmación partimos de algunas investigaciones de consumo, el estudio de la parrilla actual de nuestros canales nacionales y del hecho práctico de que ahora cada padre puede organizar la parrilla que visualiza su hijo, cada padre puede ser un programador, por no decir que muchos niños se sirven libremente de un banco de audiovisuales cuyas listas pueden organizar por sí solos desde edades tempranas. Y sí, es cierto, consumen menos obras nacionales. Pero, ¡¡¡ojo!!! No todo está perdido. He tenido la oportunidad de hacer comparaciones y por fortuna aún a la mayoría de los cubanos les gusta el arte hecho en Cuba. En este mundo de nuevos accesos y globalización eso es casi un privilegio, que no fortuito, porque es el resultado de una política cultural de décadas.
“Algunos de los que hacen animación, en el mejor de los casos se han formado en academias de Arte y pudieron llegar con edades más tempranas al entrenamiento”.
Otros hechos:
- Si muchos sienten un debilitamiento es porque de algún modo en otras épocas sí hubo una mayor producción nacional que, sin lugar a dudas, llegó a ser importante para la gente.
- ¿Había, en esa otra época que sirve para establecer parangón, mayores posibilidades de exhibición? ¿Es que acaso las obras animadas han perdido espacios?
- ¿Existieron mejores momentos de estrategias y políticas culturales, entiéndase también de alguna forma, como voluntad política de subvencionar e inyectar el desarrollo de la industria de la animación?
- ¿Existió un momento de mayor sensibilidad hacia este arte en decisores, académicos, realizadores de programas de estudio, etc.?
Estas polémicas preguntas nos conducen a múltiples debates y nos alejan de nuestro tema principal, al cual volvemos con algunos puntos objetivos que podemos poner sobre el tapete.
Para hablar de lo que pasa con la animación en Cuba no debemos obviar que:
- Han cambiado las formas de producción, eso es un hecho indiscutible. Antes de los años 90 la animación se hacía primordialmente en grandes polos institucionales, encabezados por Los Estudios Cinematográficos del ICRT y los Estudios de Animación ICAIC, aunque en el país existían otros estudios, como el de Santiago de Cuba, el departamento de animación de Cine Educacional, etc.
- La llegada de la tecnología digital facilitó el acceso a los medios técnicos para producir de forma independiente animación.
- Por tanto, hay mucha producción audiovisual que se escapa de las políticas editoriales, intereses nacionales, estrategias político-ideológicas.
Otro aspecto muy importante. Hoy, quizás como nunca antes, existen nuevos tipos de obras animadas o productos (palabra que no me gusta mucho). La animación no solo está en la televisión o el cine, nos acompaña en nuestras vidas, de forma tan cotidiana, que llega a ser imperceptible. En los teléfonos, aplicaciones, de forma más evidente en los videojuegos, en la arquitectura, las investigaciones meteorológicas, en el modelado de fenómenos físicos, la industria militar (por ejemplo, en los simuladores de tanques), la industria médica (por ejemplo, en los simuladores de cirugía endoscópica). Esto por hablar de campos menos afines al cinematográfico. Ya en el campo audiovisual propiamente dicho, está la producción de spots de bien públicos, spots institucionales, la promoción de eventos o de artistas, la publicidad, su uso en el mundo del espectáculo (danza, conciertos, obras de teatro), el arte contemporáneo instalativo, etc.
Los tradicionales modelos de negocio de la industria de los contenidos y el entretenimiento se han adaptado y dan paso a otros que se ajustan a la producción de esos otros contenidos. Cuba no ha escapado a eso. Este es el principal sustento de mi hipótesis. En Cuba no se hace menos animación. En nuestro país resulta complicado realizar obras de ficción o documental utilizando como medio expresivo la animación, porque es caro, porque es lento, porque el principal cliente es la televisión nacional y lo que se demanda de los animadores, mayoritariamente, son presentaciones y paquetes gráficos de programas televisivos, series animadas que puedan engrosar la parrilla televisiva (tipo de obra que no suele ser aceptada en festivales), realización de efectos visuales en películas de ficción, recreación de algún hecho histórico de forma breve en un documental, realización de videos clips musicales, entre otros.
La capacidad instalada en el campo de la animación que existe en nuestro país, que créanme es de calidad y amplia, ha migrado a la prestación de servicios, ha encontrado un camino en la obra ajena al coste de no poder realizar la propia.
¿Qué tenemos en contra y a favor?
En contra:
- La enseñanza: Ya mencioné la ausencia de una carrera con todas las de la ley. Una carrera de animación aglutinaría una diversidad de materias que abarcaría desde el estudio de las más diversas técnicas de animación artesanales y digitales hasta diseño, el uso de softwares, la escritura de proyectos, los mecanismos de distribución, la historia del arte, el desarrollo de proyectos transmedia y muchas otras materias. Sé que resulta complejo, aunque no imposible, organizar una carrera así. Pero es imperdonable la ausencia de asignaturas curriculares bien diseñadas en los planes de estudio de disciplinas como Diseño, Historia del Arte, en el ISA en la carrera de Plástica, e incluso en la FAMCA, donde se forman nuestros estudiantes de cine y solo hemos logrado dos asignaturas optativas: una de producción que imparte Aramís Acosta y la que imparto yo a los alumnos de 4to. año, de Introducción al Stop Motion.
¿Por qué no se incluye la animación también en las Academias de Arte y en otros niveles de enseñanza artística?
- Deudas: Seguimos con una deuda inconmensurable con la historia de la animación en Cuba. Falta historiografía, no hay un inventario completo de obras y artistas, falta crítica, investigaciones y, por tanto, publicaciones.
- El presupuesto: Además de los presupuestos institucionales, que como es lógico responden a una política editorial, hay muy poco acceso a fondos para las obras animadas, en parte porque los animadores aplican menos, es verdad, pero cuando lo hacen son menos aceptados. ¿Se debe al desdén por la animación? ¿Son obras menos realizables? ¿Es más frecuente que queden como obras inconclusas? ¿Son las temáticas que se proponen? No sé, los otorgamientos de presupuestos responden a intereses muy variados, que también responden a políticas y subjetividades.
- Aunque no están cuantificados los porcientos de mujeres y hombres en el gremio, porque es además un gremio desagregado, disperso… muy pocas mujeres dirigen y producen, creo que tristemente se pueden contar con los dedos de las manos. Las mujeres se desempeñan como compositoras, animadoras, editoras. Y este no es un fenómeno netamente cubano.
“La animación no solo está en la televisión o el cine, nos acompaña en nuestras vidas, de forma tan cotidiana, que llega a ser imperceptible”.
A favor:
- En el ICAIC se desarrollan nuevos proyectos. Está en producción un nuevo largometraje, el cual será la ópera prima del realizador Ernesto Piña; y la directiva de la institución ha manifestado la voluntad de colaborar con artistas independientes.
- La reapertura de los estudios de animación del ICRT, esta vez como Estudios de Animación de Cubavisión, ha permitido que gran variedad de proyectos estén ahora mismo en diversas fases de desarrollo con una diversidad increíble de temáticas y visualidades. Es una noticia muy alentadora si tenemos en cuenta que en los últimos cuatro años dichos estudios de producción y formación desaparecieron prácticamente del panorama.
- ¡Abrió el Fondo de Fomento del Cine Cubano! Cuya convocatoria incluye también a las obras de animación.
- Se creó el Registro del Creador Audiovisual y Cinematográfico. ¿Puede ser un punto de partida para estudiar, contabilizar y aglutinar al gremio?
- Se han realizado por dos años consecutivos (2018 y 2019) los llamados talleres CUBAANIMA en la EICTV, Escuela de Cine de San Antonio de los Baños. Con el apoyo del British Council, animadores independientes e institucionales de varias provincias del país han participado en estos talleres intensivos con prestigiosos artistas del mundo de la animación británica, como Barry Purves, Paul Bush, Jonathan Hogdson, Gary Thomas. Estos artistas y promotores han aportado diversidad de nuevos mundos que van desde la animación experimental y revolucionaria hasta la más fina, sublime y exquisita tradicional.
- Hemos organizado en La Habana un evento internacional para la polémica, la experimentación, la divulgación y el intercambio en temas de esa animación otra, menos comercial, de exploración, de experimentación, híbrida entre múltiples manifestaciones artísticas. Este evento, Días de animación en La Habana, ha contado con artistas de Bélgica, Austria, Alemania, México, Portugal y Finlandia, y en sus tres ediciones se han realizado proyecciones, talleres, exposiciones. Esperamos contar con los apoyos para poder seguir potenciando este tipo de intercambios.
- Se ha fundado la Academia ANIMALUZ en los Estudios de Animación ICAIC, que organiza talleres de diversas especialidades relacionadas con la animación para niños y adolescentes (de La Habana), pero con proyecciones de extender los resultados obtenidos hasta el momento, y el deseo de poder impartir talleres intensivos a toda la Isla y ampliar los rangos de edades de los talleristas a jóvenes y adultos. Aun en medio de la situación actual de pandemia, no nos hemos detenido y estamos realizando talleres por WhatsApp, con participación de niños y adolescentes de varias provincias.
Así que… ¿Quién dijo que todo está perdido? ¡En Cuba hay mucha animación por hacer todavía!