Perplejidad, indignación, repulsa, llamados a aplicar la ley contra la difusión de ideas basadas en la superioridad u odio racial, algo que es sancionable con multa o prisión, de acuerdo con nuestro Código Penal. Las redes sociales hierven hoy con lo sucedido ayer, día 29, en una zona céntrica de Holguín, cuando en la noche aparecieron tres jóvenes disfrazados con atuendos del Ku Klux Klan, preguntando dónde estaban los negros.

No es la primera vez que esto sucede en Cuba. Hace un año, también durante la celebración del Halloween —esa tradición extranjera que algunos se empeñan en instaurar en nuestro país—, hubo jóvenes disfrazados con tales atributos que, junto con los del nazismo, son el más abominable símbolo global del supremacismo de la raza blanca, la homofobia, el antisemitismo, racismo, anticomunismo y xenofobia.

La celebración de Halloween es una tradición extranjera que algunos se empeñan en instaurar en nuestro país.

Por miles se cuentan los crímenes del Ku Kux Klan a lo largo de la historia, fundamentalmente en Estados Unidos. Llegaban de noche a casa de una familia negra; iban cubiertos con sábanas, capuchas blancas y portando cruces ardientes, y le prendían fuego a aquel hogar, o ahorcaban a todos sus miembros en medio de un ritual bárbaro. A los negros que señalaban por haber tenido relaciones con una mujer blanca, o que simplemente mantuvieran amistad cercana con estas, les cortaban los testículos que luego eran exhibidos como trofeos.

Esta organización de la ultraderecha fue fundada en 1865, y en la actualidad aún cuenta con más de 50 entidades de base en Estados Unidos, con miles de miembros afiliados. Ciertamente, ya no asesinan con impunidad, tal como hicieron hasta buena parte del siglo XX, pero sus ideas terroristas se mantienen intactas.

Varios usuarios de Facebook denuncian que dicha fiesta de Halloween en Holguín fue organizada y promovida por la Empresa Extrahotelera Palmares. ¿Es esto realmente así? En tal caso, ¿será función de Palmares promover actividades culturales ajenas a nuestras tradiciones? ¿Qué acciones tomaron luego ante estos hechos de claro racismo? Es este un asunto muy serio que debe ser investigado a fondo, pues semejantes distorsiones culturales también se han visto promovidas por otras instituciones del Estado.

“Desprovisto de máscaras, y a chaquetas quitadas, debe ser el análisis de semejante provocación delictiva. No puede haber impunidad ante la promoción del odio y el supremacismo”.

Pero no sería la única medida a tomar. Se impone que los centros educativos pasen a la ofensiva y promuevan charlas y debates sobre lo pernicioso de permitir que tradiciones extranjeras sustituyan las nuestras. Más aún: es necesario que organicen muchas más actividades acorde con nuestras tradiciones, pues para ese trabajo cuentan con miles de instructores de arte formados por la Revolución.

Ya desde 1940, en su libro Contrapunteo del tabaco y el azúcar (inspirado en el ensayo Nuestra América, de José Martí), Fernando Ortiz teorizó sobre los procesos de transculturación. Este término y concepto, creado por Ortiz, en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se define como: “Recepción por un pueblo o grupo social de formas de cultura procedentes de otro, que sustituyen de un modo más o menos completo a las propias”. Es necesario entender que un proceso de aculturación nos anularía como nación.

Un usuario de Facebook, comentando lo penoso de este asunto, señalaba que esos jóvenes de Holguín no estaban disfrazados, sino revelando cuáles eran sus verdaderas ideas. Ciertamente, en las fotos no se les podían apreciar los rostros; pero el mensaje racista era claro, desprovisto de máscaras. Y también desprovisto de máscaras, y a chaquetas quitadas, debe ser el análisis de semejante provocación delictiva. No puede haber impunidad ante la promoción del odio y el supremacismo de unas personas sobre otras.

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