Jazz Plaza o lo que se sabe no se pregunta: Antecedentes e historia de un Festival
El asunto en cuestión tiene probada historia y reconocidos culpables, aún cuando nadie los mencione hoy. Incluso los que han logrado sobrevivir en estos parajes evitan ese ejercicio de memoria necesario, y se afianzan hoy como la piedra angular del evento.
Nadie quiere recordar algunos acontecimientos de los años 70 que fueron la chispa inicial, pero creo necesario mencionarlos sin entrar en detalles. El Club Cubano de Jazz había cerrado oficialmente sus puertas en 1969, pero en su lugar se abrieron dos espacios donde cada domingo se reunían los amantes del jazz a descargar, conversar e intercambiar discos, socializar etílicamente y escuchar las propuestas musicales que se estaban gestando. Esos espacios fueron el Cabaret Parisien y los Jardines del restaurante 1830, ambos en el Vedado. En 1970 los hermanos Oro son designados uno al frente del hotel Habana Libre y otro del hotel Riviera; el primero llama a su compañero de filas en las milicias, Nicolás Reinoso, para que amenice musicalmente el bar Las Cañitas; mientras que el que estaba en el Riviera abre las puertas del Salón Internacional, los días domingos, a Felipe Dulzaides, para que diera recitales de “música moderna”. Ese mismo año, Chucho Valdés crea dentro de la Orquesta Cubana de Música Moderna su Trío de Jazz, que debuta un domingo en aquel Internacional, presentando un estreno titulado Danza ñáñiga.
En 1970, Horacio Hernández padre y el periodista y cineasta Mario Barba comienzan a producir en CMBF el primer programa dedicado al jazz en toda la historia de la radio cubana: La esquina del Jazz (espacio que aún se mantiene). Entretanto, Leonardo Acosta, por entonces periodista de la Agencia Prensa Latina, comienza a escribir las primeras crónicas acerca de lo que estaba ocurriendo con el género en la Cuba de aquellos tiempos.
Ya para 1972 el nombre de Chucho Valdés comienza a ser de dominio público, tras presentarse con su trío en el festival de jazz de Jamboree, Polonia. A comienzos de 1973 Carlos Molina es designado por el INIT para que administre el Club Johnny Dreams y una de sus primeras acciones es habilitar las noches de lunes para los jazzistas cubanos. Es en este lugar donde ocurre el debut de algunos músicos hoy imprescindibles en la historia de este género en Cuba. Molina creó la famosa “lista del cluster”, una hoja donde registraba botellas y/o tragos de ron, refrescos y cocteles fiados a muchos de aquellos músicos que por entonces aun eran estudiantes.
En 1973 un grupo de músicos se va de la Orquesta Cubana de Música Moderna y funda Irakere; la banda madre del movimiento del jazz afrocubano de estos tiempos. Comienza así una era en la cual se somete a revisión toda la tradición de la música popular cubana, sobre todo a partir de la asimilación progresiva y fecunda del complejo rítmico, musical y religioso de los descendientes de africanos en Cuba, presente como nunca antes en el día a día del cubano de a pie.
En 1977 el INIT decide cerrar para los jazzistas las puertas del 1830, destinando el espacio que allí ocupaban para actividades protocolares. Ese mismo año “el gordo Rojas” es nombrado director de la naciente Casa de Cultura de Plaza y entre sus planes figuraba la intención de impulsar la cultura del jazz, por lo que reabre las citas dominicales para los amantes del género, justo con una conferencia de Horacio Hernández y Mario Barba sobre el jazz contemporáneo.
En 1978, Nicolás Reinoso funda el grupo Afrocuba, con jóvenes músicos, algunos de los cuales estaban más influidos por Irakere que por lo que estaba ocurriendo con el jazz a nivel internacional. Y es que desde este año Irakere será la banda referencial de Cuba a nivel internacional, por la calidad de cada uno de sus integrantes.
Para esta fecha, ya las citas de los domingos en la Casa de la Cultura de Plaza habían ganado más seguidores, el teatro resultaba pequeño y se había tomado la decisión de pasar al amplio patio, donde tiene lugar el primer gran concierto en que intervienen como solistas Bobby Carcassés y algunos músicos de Irakere.
Nadie sabe a ciencia cierta de quién fue la idea original, pero todos la abrazaron: independientemente de la cita de los domingos, una vez al año, en febrero, había que reunirse y hacer además de jazz sesión, presentaciones con un formato de banda y ejecutar obras propias y versiones de temas conocidos. Así, en noviembre de 1979 viajan a Cuba una serie de importantes músicos norteamericanos y latinos. Auspiciados por la cadena CBS, se presentaron durante tres días en el teatro Karl Marx algunas de las más importantes estrellas del jazz del momento y de la música pop y salsa, sin que se cumpliera la promesa del anhelado viaje de la Fania All Star, a lo que ellos mismos habían denominado “la tierra donde había nacido todo”. Sin embargo, de aquella visita lo más trascendente fue la llegada Dizzie Gillespie y su relación con los músicos de Irakere, fundamentalmente: el genial trompetista venía a pagar su deuda de gratitud con la Isla de su “compadre Chano”.
Grosso modo, esta es una cronología del Festival Jazz Plaza, en la cual se inscribe la edición que recién concluye y que por aquellos años fundacionales ni soñaba con convertirse en la cita internacional que es hoy, proyección que nace en 1985.