Desde temprana fecha se desarrolló en Cuba un teatro lírico con representantes de alcance internacional. He ahí los nombres de Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Jorge Anckermann, Moisés Simons, Eliseo Grenet y varios más. Las zarzuelas, operetas, sainetes y revistas musicales creadas por estos maestros y complementadas con los textos de hábiles libretistas, fueron determinantes para la formación de un público entusiasta que desbordaba los teatros habaneros y de provincia cuando las compañías salían de gira. 

Voces femeninas hubo varias importantísimas, la primera de ellas Rita Montaner. Masculinas (aunque no tantas), en plano cimero, Miguel de Grandy, quien tuvo un mérito singular: el de haber coprotagonizado la función de estreno en numerosas zarzuelas cubanas consideradas entre las más significativas del teatro lírico nacional.

“Miguel de Grandy fue un excelente tenor, aunque lo hace único su condición de actor (…)”.

Pero antes de vivir tal privilegio, este habanero nacido en 1909, había dado ya señales de su valía en los conciertos de música cubana que desde 1926 organizaban Ernesto Lecuona, Jorge Anckermann, y Moisés Simons en el Teatro Nacional.

En La Habana de 1930 estrenó la zarzuela María la O, de Lecuona, así como El calesero, El cafetal, El Maizal y Rosa la China, todas en el curso de esa década y del mismo autor. En 1932 es la suya la voz masculina que estrena Cecilia Valdés de Gonzalo Roig.

“(…) este habanero nacido en 1909, había dado ya señales de su valía en los conciertos de música cubana que desde 1926 organizaban Ernesto Lecuona, Jorge Anckermann, y Moisés Simons en el Teatro Nacional”.

Estas zarzuelas devenidas antológicas conforman el tronco dorado del teatro lírico nacional, al tiempo que se incorporan al repertorio del teatro lírico hispanoamericano y peninsular. Pero hay más, en 1932 De Grandy estrena María Belén Chacón, de Prats; en 1935 Lola Cruz, de Lecuona, y en 1936 Amalia Batista, de Prats nuevamente. ¡Es extraordinario el currículo de Miguel de Grandy!

Y aunque su quehacer lo hemos expuesto digamos que “de carretilla”, no es exactamente así. Por esos mismos años el artista se presentó en España una y otra vez, hizo giras por Argentina y Brasil, y llevó la zarzuela cubana a los mejores escenarios de esas naciones.

Además, y esto es fundamental, Miguel de Grandy fue un excelente tenor, aunque lo hace único su condición de actor, algo que los directores de las compañías y los empresarios valoran altamente. Se trata de un artista integral que sabe conquistar los escenarios como nadie consigue hacer. Por si fuera poco, se desdobló de tenor en barítono y entre su repertorio incluyó la producción lírica española: La virgen morena, Luisa Fernanda y Don Gil de Alcalá, de estas dos últimas es la voz masculina que las estrena en Cuba.

“En La Habana de 1930 estrenó la zarzuela María la O, de Lecuona, así como El calesero, El cafetal, El Maizal y Rosa la China, todas en el curso de esa década y del mismo autor”.

En los años 40 parte con su compañía de gira por México y Puerto Rico, a la manera de embajador de la zarzuela cubana. Con la llegada de la televisión, el género que hasta entonces estuvo constreñido al teatro, irrumpe en los hogares; mientras, en el Teatro Martí, se le podía seguir disfrutando con Rosita Fornés de contrafigura femenina.  En 1958 hizo teatro dramático en la sala Arlequín. No tienen límites las potencialidades del artista.

El Consejo Nacional de Cultura, creado a partir del triunfo de la Revolución, le asigna la responsabilidad de las puestas en escena de operetas del repertorio mundial interpretadas por artistas nacionales. La revoltosa y La viuda alegre constituyen éxitos inolvidables de público. Lo mismo sucede con Luisa Fernanda y María la O, en temporadas de varios meses.   

En 1968 Miguel de Grandy marchó al exterior, lo cual en modo alguno puso fin a su carrera al integrarse como director artístico y de escena a la agrupación Pro Arte Grateli en Miami. En ocasión de sus bodas de oro con el teatro fue objeto en 1977 de un gran homenaje. Su última aparición pública tuvo lugar en 1983. El gran intérprete del teatro lírico cubano murió el 18 de enero de 1988.

Su hijo del mismo nombre, nacido en Cuba en 1934, desarrolló una importante carrera como actor, director y empresario, participó en varios filmes en España y tuvo su propia compañía, la cual desarrolló su accionar artístico mayormente en Norteamérica y Madrid. Murió en esta última ciudad a los 81 años, en 2015.