Cepero Brito y su huella en la televisión
Decir Manacas, en Villa Clara, es como evocar a uno de sus hijos más conocidos, cuyo recuerdo permanece en la memoria de los televidentes: José Antonio Cepero Brito, una de las personalidades de más profunda huella en la historia de la radio y la televisión cubanas.
A Cepero Brito lo perpetúan su voz, su sonrisa contagiosa, su profesionalidad ante el micrófono y las cámaras en los tiempos de la televisión en blanco y negro y en vivo, que demandaba una exigente preparación, aplomo y rapidez mental, cualidades todas, amén de otras, que caracterizaron su trabajo.
Sus inicios en la radio se remontan a 1939, con 21 años, como anunciador, es decir, como lector de anuncios comerciales y presentador de números musicales, y no vaya a pensarse que era esta una responsabilidad nada desdeñable porque los patrocinadores necesitaban —y pagaban— por las voces que “vendieran”. Es dato de interés que al oficializarse en 1940 la profesión de locutor, Cepero es de los primeros en presentarse a examen, aprobar y recibir el título.
Cinco años después se produce un hito en su vida profesional: lo llaman para trabajar en la poderosa CMQ Radio, sita en Monte y Prado, una dirección habanera que llegará a hacerse célebre, como lo atestigua una tarja. Para Cepero Brito comienza una etapa de realización como locutor integral que le permite enfrentar con seguridad la locución comercial, la narración de novelas, noticieros, ser moderador de paneles y realizar la animación, que por su compleja versatilidad viene a ser como la guinda del pastel. Por el alcance nacional de la emisora, la voz y la sonrisa de Cepero Brito se escuchan y reconocen en toda la nación.
Sin embargo, lo mejor está aún por venir y llega con la irrupción de la televisión, que no solo necesita de actrices, actores, cantantes y bailarines, también de locutores o presentadores carismáticos, que enganchen al televidente, lo mantengan pegado a la pantalla y aseguren que el consumidor de la televisión no cambie de canal. Pensemos en Germán Pinelli y Cepero Brito, aunque hay más, varios más. Los dueños del Circuito CMQ lo quieren en la radio y en la televisión, pero “no pagan” por ambas funciones: Cepero regresa solo cuando se respetan sus derechos y vuelve entonces a poner el rostro ante las cámaras. Finalmente su calidad se impone.
“(…) en su voz se narran importantes acontecimientos políticos del acontecer nacional como la victoria de Playa Girón con el fuego de las fuerzas revolucionarias”.
Figura él entre los artistas que con mayor entusiasmo se suman a la Revolución, apoyan la intervención por el Estado Cubano del Circuito CMQ y en su voz se narran importantes acontecimientos políticos del acontecer nacional como la victoria de Playa Girón con el fuego de las fuerzas revolucionarias.
Sin embargo, es su presencia sostenida durante muchos años en dos programas que semana tras semana entran en los hogares, lo que hace de Cepero Brito un miembro inseparable de la familia cubana: Detrás de la fachada y Escriba y Lea, ambos antológicos dentro de la televisión nacional.
“En Detrás de la fachada, Cepero es la contrafigura acompañante de Consuelito Vidal, uno y otro en roles de comentadores para el televidente pero invisibles para el resto de los actores”.
Detrás de la fachada es el humorístico por excelencia de su tiempo, en cerrada porfía con Casos y cosas de casa y Cachucha y Ramón, los tres muy populares y, para conocimiento del lector joven, en vivo y blanco y negro, o sea, una lección de profesionalidad y entrega. En Detrás de la fachada, Cepero es la contrafigura acompañante de Consuelito Vidal, uno y otro en roles de comentadores para el televidente pero invisibles para el resto de los actores.
Detrás de la fachada permaneció en el aire por casi treinta años, contó con excelentes libretistas (Marcos Behemaras, Arturo Liendo y Carballido Rey, por ese orden) y desarrollaba su acción en el apartamento de un edificio, en un continuo intercambio de conflictos domésticos y humorísticos en que Cepero Brito y Consuelito Vidal eran dos personajes, rara vez de acuerdo, que debatían acerca de las situaciones, como parte de un elenco de artistas consagrados.
En cuanto a Escriba y Lea, que ya alcanza el medio siglo de vida, Cepero Brito fue su primer moderador, en tiempos en que el panel lo integraban los ilustres profesores doctores María Dolores Ortiz, Humberto Galis Menéndez y Gustavo Du’Bouchet. Puede imaginar el lector de hoy la superación constante y el aplomo requeridos para conducir/moderar un panel en el cual los “preguntantes” eran tan sapientes figuras de la cultura.
Germán Pinelli (1907-1995), José Antonio Cepero Brito (1918-1989) y Consuelito Vidal (1930-2004) son tres cumbres de la locución y la animación en Cuba. Ejercieron ellos un magisterio cuyos frutos mantienen en alto el nivel de la profesión.